Los clavos del sueño - Segunda parte [Cuento #03]

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Me llamo Craig, y seré la vocera de una de las historias más hermosas que pude presenciar. Mi portador está durmiendo, así que hablaré mientras sus ojos me rebelan sus sueños.

Las campanas en el cielo no dejan de sonar, los pasos aumentaban a medida que los pensamientos chocaban; solo tenían que quedar tres, y haré todo lo posible para que él logre lo que yo no pude.

Durante muchos años, los millonarios caminaron sin mirar a esta persona, a pesar que muchos de ellos lo buscaban, a pesar que lo necesitaban... insinuando saber todas las historias; controlando sus pasos, traspasando sus mentes, y aclamando conquistar su vida. Sin saber que el dolor del olvido crecería, haciendo trastornar pequeñas acciones que finalmente hablaban sobre una buena mañana. ¿En realidad llegó? Yo nunca lo vi, ni siquiera lo escuché.

Sus padres no esperaron nunca el humo, aquel que les reduciría la visión; apagando sus antorchas de vida... pidiendo ayuda, y sin saber que no fueron escuchados. Aun así gritaban, sacrificando su voluntad por una nueva esperanza. Y luego nació él, la energía que necesitarían para seguir existiendo. Viviendo con lo más duro de la vida, como si fuesen compañeros; abrasándose y carcomiéndose, como amigos desconocidos, apuñalándose un cuchillo en su último día. Esperando que siga viviendo, para así allanar su vida.

¡Aun sabiendo que tiene todo en contra! Y las espaldas unidas siempre contra él. Arruinando su pequeña torre de libertad, alejándolo del crecimiento, de las altas y monstruosas torres; haciéndolo crecer sin tener esa intención, levantándolo sin tener ese propósito.

Las gotas de lluvias ocultaban sus penas, convirtiéndolas, al amanecer, en barro seco y duro; mostrándole la oculta luz que nunca alcanzará. Pero a pesar de todos los clavos de su vida, él aun caminaría sobre ellas; sin importar cuanto duela, sin importar los cortes y moretones al caer, absorbiendo el llanto y mostrando sonrisas.

—Si tan solo tuviera esa oportunidad que los demás tienen para poder revelarse —le hablé en sus espaldas, y el sin lograr escucharme—. Me gustaría tanto que me vieras, que me contemplaras y, que supieras lo mucho que te amo.

Cantando siempre a tu lado, empujándote cuando necesites y sostenerte cuando resbales. Queriendo siempre cubrir la falta de tus padres, guardando lo negro de tus sueños, intentando limpiarlos; a pesar de todas las conflagraciones.

—Solo espérame un poco más, intentaré todo lo posible para que me vieras y escucharas —me puse en su frente y le sonreí—, solo un poco más portador mío, ¡solo un poco más!

Nunca pensé que esta oportunidad llegaría a surgir. ¡Y tan solo serían tres en todo el mundo! E imaginar que tú fueras uno de ellos... Notablemente vería a tus padres en tu interior.

La mañana nos muestra un hermoso cielo, nos envía un mensaje de victoria y valor, nos enseña la bondad de las personas, y nos muestra que los golpes son pasajeros, y junto a ellos se arrastran también tus abundantes penurias.

—Vamos, despierta —le dije, suavemente en su oído, tratando de imitar la voz de su madre.

Su carita somnolienta... bostezando se levanta, apreciando la luz que atravesaba su casa.

—Solo dos meses más y por fin se decidirá mi futuro —habló.

Sin prisa, coge un libro, sale de casa, y se dirige a la ciudad. Tiene en su mente ir al pequeño restaurante donde todas las mañanas tomaba desayuno. Llega, y en la entrada se cruza nuevamente con aquel par de compañeros que hace unos meses le proporcionaron fuertes golpes. Sus miradas seguían mostrando desdicha, sus rostros se parecían a los de sus perros cuando intentaban morder. Él ya no sentía miedo. Busca su mesa y empieza a leer su libro.

Por un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora