—¡Me gustas!
Abrió los ojos reencontrándose con su reflejo, era el noveno ensayo de su futura confesión. Y le estaba costando un montón, jamás en la vida algo se le había dificultado tanto como eso.
—Charaaa— habló su pequeño hermano cabra, quién se asomaba por el marco de la puerta de roble. —¿De quién eran los caramelos que estab- digo, están en el refri?
—Míos, ¿por qué?
— ... Eh, ¿te digo algo y no te enojas?— sonrió con una gota de sudor rodando por su sien. Chara asintió con desdén. — Me los comí.
—¿QUÉ HICISTE QUÉ? MALDICIÓN, ASRIEL. — Bramó enojada, con las mejillas rojas de enojo.
— Lo siento.
— Agh — vio la hora, se le hacía tarde — mierda, ¿y ahora que le llevaré? — y entonces pudo ver un ramo de frescas flores doradas reposando con gracia sobre un florero de aspecto infantil. Sin pensarlo, las tomó y se encaminó hacia la salida con el corazón en la mano. —Cuándo regrese vas a ver, Asriel.[ . . . ]
—hey, chara. ¿qué tal? ¿por qué me citaste?— una mueca de inconformidad adornó el rostro del esqueleto, y estaba en todo su derecho. A la niña de mejillas rojas se le ocurrió la idea de traerlo hasta un callejón húmedo y oscuro.
—Sans, me gustas— directa como siempre —¡Quiero que salgas conmigo!— Le extendió el ramo de flores doradas un poco descuidado, el esqueleto no dijo nada, sólo sonrió. —Sé que no soy la mejor persona del mundo y que cometí muchos errores pero, ¡he aprendido de ellos! Ya no soy la misma chica, he cambiado. Así que, por favor, creéme.
—chara, realmente me halaga que me digas esas palabras pero... no me gustas —notó que el semblante de la humana decaía poco a poco —pero puedo darte la oportunidad de conocernos más. algo ilógico porque llevamos tiempo de "conocernos" pero no de "conocernos", heh, parece que no tiene sentido. pero sí lo tiene.
—Lo comprendo. Fue algo precipitado de mi parte. Desde ahora espero conocernos más.— Habló con determinación, el esqueleto negó con gracia a la par que sonreía con dulzura.
—vamos a grillby's.
—¡Sí!