Capítulo 1: Noiz

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Noiz

Solté una carcajada, debía de haberle tomado una foto, de verdad se veía patética. Observé a la castaña acercarse a mi de una forma precipitada, aclaré mi garganta luego de haber reído y me erguí sobre el escalón en donde me encontraba sentada.

—Maldita sabandija, me las vas a pagar.

—Yo no hice nada —Dije, aguantando la risa, mirándola de pies a cabeza, estaba completamente empapada en barro—. Pero cae bien con tu cabello, y resalta tus ojos.

Soltó un bufido, logré ver por el rabillo del ojo cómo levantaba su pierna y segundos después me encontraba yo en el suelo, siendo aplastada por una pesada bota. Todo había pasado tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar, miré a la señorita ruda con los ojos entrecerrados por la luz del sol alumbrando por detrás de su cabeza, lo único que podía ver era su silueta y su enorme sonrisa burlona.

—La golpearía, pero eso sería maltrato animal.

Habló para sí misma, pero con intensiones de que yo escuche. Quitó su bota de encima mío, sacudiendo su ropa de el barro que empezaba a secarse y caminó hacia el horizonte, ¿a dónde pensaba ir esa mujer? Sea lo que fuera, yo lo sabría, no se me escaparía de las manos esta vez, tengo que saber donde vive, así quizás saber más sobre ella y planear algo mejor para la siguiente vez. Cuando se adentró con un paso rápido por entre los árboles, la seguí con sigilo, evitando hacer algún tipo de ruido exagerado.

Luego de seguirla por poco más de media hora, estaba empezando a aburrirme. “Quizás se dio cuenta que la seguías y está esperando a que te aburras de seguirla” me dijo mi cerebro, pero pronto eliminé esa idea, al ver como los árboles iban desapareciendo hasta convertirse en una pequeña área talada, una única casa hecha totalmente de madera en el centro y un extraño pozo improvisado de agua. Aguardé detrás de unos arbustos a que entrara a su casa, y cuando empecé a caminar sigilosamente para entrar en ella también, escuché sus pasos hacia fuera de la casa. ¡Iba a volver a salir! Di un salto que debió ser olímpico hacia un lado, escondiéndome detrás del pozo, en cuclillas.

Escuché con detenimiento, no entendía la serie de sonidos que llegaban a mis oídos hasta que logré escuchar agua cayendo, ropa cayendo al piso... Y pude reaccionar. ¿Que acaso se bañaba ahí afuera? No había nadie a kilómetros a la redonda, pero eso no era excusa para bañarse ahí...¿o si? La curiosidad me comía por dentro, podría ser algún tipo de trampa, no, no creo que me haya visto.

Esperé por unos minutos y me asomé por el borde del pozo, apoyándome en una roca plana al lado de él. Estaba vestida únicamente en ropa interior de color negro, lavando bajo el agua que salía a golpes de una cañería alta su ropa cubierta de barro. Tuve que evitar reír a carcajadas por las muecas que ponía, de verdad la jodía bastante el barro en su 'costosa ropa'. El sol se estaba poniendo y no podía moverme de donde estaba aún, si salía de ahí ella se daría cuenta...¿Cómo carajos encontraré el camino de vuelta? No lo había pensado. Recosté mi espalda sobre unas maderas del pozo, soltando un suspiro y mirando hacia el cielo, su color tornaba entre un rosado y morado, no se veía nada mal.

Volví a girarme para ver si la castaña había vuelto a entrar en la casa, pero me encontré con una (no sé si grata o desagradable) sorpresa. La señorita ruda como nunca la había visto, completamente desnuda, su piel brillando con la luz del sol reflejada en el agua que resbalaba por ella, su cabello mojado, derramando gotas de agua. Me di cuenta que tenía la boca abierta en ese momento y la cerré de inmediato, volviendo a pegar mi espalda contra la madera en donde me escondía. Posé mi mano derecha sobre mi pecho, mi corazón latía de forma irregular, ¿por qué me pasaba esto? Miré nuevamente el cielo, tratando de calmarme y cerré los ojos por unos segundos.

Mundos opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora