Capítulo 2: Mink

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Mink

Me preparé una taza de café con canela, no muchos le ponen canela al café, pero a mi me parece que le pone un toque especial al sabor. Era lindo estar en casa de nuevo, lejos de todo el ruido de la ciudad y las personas estúpidas, como esa pequeña rubia. Me quité su rostro de mi cabeza, si seguía pensando en eso seguramente me irritaría y tendría que golpear algo. Recordé mi ropa que había dejado a secar, seguramente ya había terminado.

Luego de ordenar mi ropa, pensé en dirigirme al pequeño pozo de agua que tengo cerca, calentaría un poco de agua, ya casi no quedaba. Salí con la iluminación de la luna, lo que me encantaba de este lugar era que, por no haber luces de la ciudad, se podían apreciar millones de estrellas en el oscuro firmamento. Lancé un balde de madera al fondo del pozo y al escucharlo caer, empecé a subirlo, tirando de la soga que sostenía el balde. Cuando lo tuve en mis manos, noté una silueta en el suelo, al lado del pequeño pozo, al principio pensé en algún animal, pero lo descarté por el gran tamaño que tenía, en estos lugares no habitaban animales más grandes que algún zorro.

Me acerqué, tocando a la criatura con la punta de mi bota, ésta se levantó de golpe, pude ver sus enormes ojos iluminarse con la luz de la luna, se levantó rápidamente, dirigiéndose a mi. Entré en pánico, nunca había visto una criatura reaccionar de esa manera, lancé el agua que contenía el balde que aún sujetaba en mis manos y logré que la criatura se quedara quieta, empezó a temblar, me preocupé. Me acerqué a ella unos pocos pasos, cuando se levantó en dos patas pude notar la silueta humana, temblando por el agua helada que le había lanzado encima.

¿Qué hacía aquella persona durmiendo en ese lugar? Cuando estornudó pude deducir quién era y estallé en carcajadas, ¡Oh, joder! Esto definitivamente era karma.

-No...no te rías, idiota -Dijo, tartamudeando por el frío.

-Bueno -Esbocé una gran sonrisa, para que ella pudiera notarla incluso en la oscuridad de la noche, volví a llenar el balde con agua y me dirigí a ella por última vez-. Buenas noches.

Me encaminé de vuelta hacia mi casa, sabiendo que ella no tendría ningún otro lugar a donde ir y tendría que humillarse para que yo la deje entrar a mi casa. Caminé con pasos lentos y firmes, esperando a que ella me detuviera... Y lo hizo.

Posó una de sus manos en mi hombro derecho, podía sentir sus fríos dedos, dejando caer pequeñas gotas heladas sobre mi. Giré sobre mi eje, logrando quedar frente a ella, tenía la cabeza gacha, miraba hacia el suelo, y lejos de darme risa, me dio mucha ternura.

-Yo...eh -Comenzó a hablar, frotaba con una de sus manos su brazo opuesto-. ¿Puedo quedarme contigo esta noche?

Mi cara de shock seguramente daría mucha risa, por suerte ella no podría verla en la oscuridad. La verdad no me esperaba que ella dijera eso, lo que dijo hasta llegaba a sonar romántico, claro, si viniera de un hombre. Su voz interrumpió mis pensamientos.

-Por favor...

-Claro, ven.

Hice una seña con mi mano, dándome la vuelta para llevar el pesado balde con agua hacia la casa. Escuché sus pasos detrás mío, el tiritar de sus dientes, metí uno de mis dedos en el agua, de verdad estaba helada. Eso le pasaba por haberme llenado de barro y asustarme a mitad de la noche.

-Por cierto, ¿qué hacías por acá?

Hablé, dejándola entrar en mi hogar, no recordaba la última vez que alguien había entrado, normalmente mi casa no esperaba visitas, así que andaba algo desordenada. Pude ver su rostro con la poca iluminación de mi chimenea, no parecía tener ganas de hablar así que me quedé en silencio mientras ponía el agua a calentar. Ella se quitó el gorro extraño que siempre llevaba y exprimió hasta la última gota de agua en él sobre el lavadero.

Joder, ahora se debería de quitar esa ropa húmeda para que no obtenga un resfriado, fui a mi habitación y revisé mi ropa, no tenía nada que pudiera quedarle a esa enana. Opté por un polerón ancho y un short negro, que yo ni siquiera usaba, no le daría mi ropa usual, es MÍA. Al salir de la habitación me la encontré únicamente en ropa interior en mi sala. Tapé mis ojos instantáneamente, quedándome quieta en el lugar donde me encontraba. La escuché reír, pero no de la forma burlona de siempre, sino tierna, con un tono de picardía.

-Estamos entre chicas, no hay cuidado.

Tomó mis manos con las suyas, pude sentir lo frías que estaban aún, las separó de mi rostro y pude ver su pequeña sonrisa traviesa. Me arrebató la ropa que tenía en las manos y se dirigió nuevamente al lugar en donde estaba antes, dándome la espalda.

-¿No te molesta si me quito también la ropa interior? -Dijo con la voz bastante más tranquila y agregó-. Está mojada.

Negué con la cabeza, y al darme cuenta de lo embobada que me había quedado me dirigí a la cocina, para preparar dos tazas de café. Me encontré dándole de vez en cuando unas miradas fugaces hacia su dirección, tenía un cuerpo espectacular.

Cuando acabó se acercó a mi, yo tenía las tazas en ambas manos y la miré de pies a cabeza, se le veía bastante tierna con esa ropa, mucho más grande de lo usual, y con esa mirada parecía un gatito. Llevamos su ropa afuera para que se seque y nos sentamos en el sofá de mi sala, no, no tenía televisor, simplemente mirábamos las llamas serpenteantes de fuego de mi chimenea en silencio con la mínima iluminación que había en mi casa, únicamente con las llamas.

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Quería agradecer a las lectoras, los comentarios y los votos, es mi primer fanfic y espero que de verdad les guste. ¡Gracias! *^*

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