EL PEOR AÑO

Capítulo 1: Primer día

Pequeños rayos de sol comenzaron a colarse a través de las cortinas, iluminando poco a poco la habitación. Al mismo tiempo, un despertador situado al lado de la cama, sobre una mesilla, produjo un ruido. El sonido del aparato poco a poco fue despertando a la eriza de sus sueños, finalmente provocando que ella pulsaba un botón para apagarlo. 

Ella se levantó. Se puso de pie al lado del colchón, seguidamente dando un bostezo. Tenía ganas de tumbarse de nuevo para dormir unos diez o veinte minutos más, pero no lo hizo. Se colocó un par de calcetines y caminó hacia el cuarto de baño. Hizo sus necesidades, se aseó y se lavó los dientes. Después, fue a vestirse. Se deshizo de su cómodo pijama de color rosa pálido para ponerse otras prendas distintas. Vistió un una camiseta blanca de manga corta, un vestido azul por encima de ésta, sus guantes blancos y un par de zapatillas rojas. Como complemento, se colocó su característica diadema de color rojo y dos pulseras de color dorado, una en cada mano.

Bajó por las escaleras que comunicaban con la planta principal de la casa. Saludó a su querida abuela, quién acababa se prepararle un rico y nutritivo desayuno. Al terminar su comida, pintó sus labios de un lindo color rosa clarito. Cogió su mochila, se despidió de su pariente y salió de casa para coger el autobús escolar.

***

Ya había realizado la parte más fácil de su trayecto: entrar en su nuevo instituto. Su siguiente reto era localizar su taquilla. Miró de nuevo el papel que contenía el número de su casillero y se puso a buscarlo. Caminó por los pasillos en medio de todos aquellos alumnos, a veces sin poder evitar chocarse con algunos. Por el momento casi todos la ignoraban, e incluso habia quienes no la hacían caso cuando pedía ayuda para encontrar su taquilla. A pesar de todo, logró encontrarlo. La eriza desbloqueó y abrió el pequeño armario de metal. Organizó sus pertenencias dejando algunas cosas dentro y otras en su mochila. Después de esto, se dirigió a su aula correspondiente, pues el timbre sonó.

Sintió como su cuerpo empezaba a temblar y los nervios se apoderaron de ella. Estaba a punto de entrar en la clase y conocer a sus nuevos compañeros. Inspiró y suspiró lentamente, cerrando sus ojos, sacando la suficiente valentía para cruzar aquella puerta. Al hacerlo, la incomodidad invadió su ser al sentir las miradas de todos y los murmullos de los que se preguntaban quién era. El profesor que estaba allí presente hizo que todos se callasen y explicó que ella era la nueva alumna. A continuación, se presentó tímidamente ante la clase para después tomar su asiento. 

***

El segundo intervalo entre clases dio comienzo. Eran diez minutos, seiscientos segundos para poder cambiar de aulas y de paso saludar a tus amigos por los pasillos. La eriza rosa caminó algo perdida buscando su siguiente destino. Cuando por fin localizó el lugar, fue corriendo hasta allí, chocándose con alguien accidentalmente.

- Perdón, lo siento mucho -se disculpó mientras ayudaba a recoger los papeles que se habían caído.

- Mira por dónde vas, torpe -contestó la chica molesta.

Amy la observó por unos segundos. Era una eriza de ojos color de oro con púas finas, largas y onduladas de color cian. Llevaba puesta una camiseta blanca con escote, una minifalda color plateado brillante y una cazadora de cuero color rosa, luciendo también un lindo tono de labial rojo. A simple vista pudo notar que se trataba de la típica chica rica y mimada que salían en las películas de adolescentes. 

Al introducirse dentro de la clase, tuvo que presentarse de nuevo. Al sentarse en su silla, escuchó las conversaciones sus compañeras, algunas que se reían de ella. En concreto era un grupito de chicas que ocupaban los lugares de enfrente a la derecha, donde también estaba la eriza con la que se había encontrado hace pocos minutos. Dejó de hacer caso para concentrarse en la lección dada por la profesora de ciencias.