Un nuevo día iniciaba. Cinco minutos antes de que el despertador sonara, ella abrió los ojos; despertó. A pesar de ser consciente de que tenía que levantarse y prepararse para ir a clase, parecía que a su cuerpo le daba igual. Su cuerpo no quería hacerle caso a su mente. Parecía que las órdenes que su cerebro enviaba a través de sus neuronas motoras no eran escuchadas, o a lo mejor habían dejado se funcionar correctamente aquellas células.
Y si lo pensaba bien, ¿por qué tenía que ir a clase? ¿Qué le impedía de quedarse en casa bajo aquellas cómodas mantas que la arropaban y protegían del frío? Bueno, habían varias razones. Lo primero: es obligatorio, por lo menos hasta que fueses mayor de edad, cosa que aún no era. La educación te ayuda a desarrollar tu personalidad, aptitudes y tu capacidad mental y física. Y puedes hacer más amigos. Además, le encantaba estudiar y aprender cosas nuevas, así que... ¿por qué no ir?
Y ese era el debate que casi siempre surgía en su mente cuando no tenía muchas ganas de levantarse. Aunque, finalmente, cuando el oyó el ruido del despertador decidió levantarse.
***
Hizo lo mismo que el día anterior: fue a su casillero, sacó lo que necesitaba y metió lo que no, lo cerró y se fue a buscar el aula correspondiente a esa hora. Tenía clase de Lengua y Literatura, una asignatura que no le llamaba mucho la atención pero que le gustaba ya que adoraba escribir. Escribir, esa era otra de sus actividades favoritas. Le encantaba crear historias, sobretodo relatos de misterio. Y, obviamente, también le gustaba mucho leer.
El día anterior, su nuevo amigo de dos colas le había contado que irían a la misma clase de Lengua. Como la eriza rosa no sabía exactamente dónde era el aula, ambos habían decidido ir juntos. Solo tenía que encontrarlo, dirigirse al lugar donde habían quedado: la taquilla del Tails. Caminó hacia allí siguiendo las indicaciones de María. Cuando llegó y vio lo que estaba aconteciendo, quedó sin palabras.
Tails estaba rodeado, acorralado por un grupo de chicos. Uno de ellos lo empujó contra la pared y lo golpeó en el estómago. El zorro cayó de rodillas al suelo, adolorido por el fuerte golpe. Después, otro de aquellos adolescentes lo levantó de nuevo y lo puso de nuevo contra la pared, pegando su mejilla izquierda al muro. Le dijo algo que la eriza rosa no alcanzó a escuchar debido a la distancia que los separaba. Ese mismo chico posteriormente lo lanzó contra el suelo. Amy pudo ver la cara de su amigo, un rostro que mostraba el miedo y la vergüenza que en ese momento estaba sintiendo mientras aquel grupito se alejaba al mismo tiempo riéndose de él.
En cuanto lo dejaron solo, la eriza fue corriendo hacia el zorro y lo ayudó a reincorporarse.
- ¿Estás bien? -preguntó con una clara preocupación.
- Sí, gracias. Supongo que ya estoy acostumbrado -contestó mientras ponía todas sus cosas en orden.
- ¿Quiénes eran ellos?
- Un grupo de chicos populares. La mayoría de ellos son unos idiotas, sacan malas notas y son unos matones. Hay unos pocos que son muy inteligentes, sacan buenas notas y la gente los admira. Pero, a espaldas de sus padres y profesores, son lo peor. Son rebeldes. Pero bueno, siguen siendo populares, y las chicas los adoran -explicó mientras caminaban hacia clases.
- ¿Y por qué se meten contigo?
- Yo soy uno de los nerds del colegio. Y como saben que soy listo, algunos de ellos me obligan a que haga sus deberes. Me amenazan, dicen que si no lo hago me pegarán. Ayer se me olvidó hacer unos ejercicios de física y química de uno de ellos. Me dijeron que ese sería mi aviso, para que la próxima vez haga lo que me pidan.
- Pero te están acosando, se están aprovechando de ti. ¿No se lo has dicho a tus padres o al director?
- Amy, no puedo hacerlo. Si alguien se entera, estoy muerto. Ellos son capaces de hacer lo que sea -le dijo a la vez que se adentraba en el aula; ya habían llegado-. Es complicado. Ya entenderás por qué.
- De acuerdo. Pero ten cuidado.
- Lo haré -dijo dedicándole una sonrisa.
***
Ciencias. Era su penúltima asignatura antes de acabar el día escolar. Se adentró en el aula para coger asiento. Al caminar entre las mesas, algo le hizo dar un paso en falso y cayó al suelo. Enseguida puso oir las risas de sus compañeros sobre ella, avergonzándola aún más. Amy dirigió su vista al punto exacto en el que tropezó con el fin de ver qué le había hecho caer. Vio el pie derecho de una chica, de la misma eriza con la que se había chocado el día anterior. Sí, Sky Anderson le había puesto la zancadilla. Amy pudo observar por unos segundos la mirada satisfactoria de aquella eriza, una satisfacción procedente claramente de la venganza.
Se levantó con rapidez del frío suelo, recogió sus cosas que estaban esparcidas y se sentó en una de las sillas. Siguió poniendo sus ojos sobre aquella chica color cian, quién se divertía hablando con sus amigas. Se le vino a la mente la advertencia de María en cuanto a no meterse en problemas con ella. Supuso que aquel había sido su primer aviso por parte de la popular.
***
- Hola abuela. Ya llegué.
- Hola querida -le abrazó-. ¿Cómo fue tu día?
- Muy bien, gracias. Voy a subir a cambiarme. ¿Qué hay de comer?
- Hoy almorzaremos sopa de pescado con fideos.
Al oír esas palabras hizo una mueca que denotaba disgusto. No le desagradaba la sopa. De hecho, le gustaba comer un rico caldo de vez en cuando. Sin embargo, no era muy fan de la sopa de pescado.
Subió a su dormitorio y se cambió de ropa. Vistió un pijama color blanco que tenía guardado en el armario y se puso a escribir en su diario.
"Querido diario:
Hoy he descubierto el gran problema que tiene Tails. Resulta que unos matones le hacen bullying, le acosan, le amenazan para que él les haga los deberes. Es una pena que tenga que sufrir todo eso. Ojalá pudiera hacer algo al respecto. Sé que puedo ayudarlo, aunque aún no sepa bien qué hacer. Ya se me ocurrirá algo. Y por cierto, hoy tuve mi primer examen de Lengua en este instituto. Fue un examen sorpresa. Según la profesora, era para saber si habíamos estado prestando atención. En realidad no creo que vaya a puntuar, creo que es una ficha más de ejercicios. Hablaremos mañana. Adiós, querido diario."
ESTÁS LEYENDO
EL PEOR AÑO
Teen FictionAmy Rose, una eriza de 17 años, tendrá que enfrentarse a sus problemas y acabar su último año escolar en su nuevo instituto. ¿Podrá lograrlo y no morir en el intento?