Capítulo 4: Asesinato en el aula 22

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Miedo... pánico... terror... Algunos apenas eran capaces de presenciar la escena, mientras que una multitud de curiosos miraban con asco. De la víctima brotaba un líquido rojo viscoso que manchaba la mesa y corría por el suelo. Allí, en el aula 22, yacia el cuerpo sin vida de una de las alumnas. Con heridas en la cabeza y ropas empapadas en sangre, con sus ojos azules aún entreabiertos, se encontraba aquella chica muerta entre las mesas.  

No tardaron mucho en desalojar la zona y dejar paso a las autoridades. Los enfermeros de una ambulancia cargaron con el cadáver con la ayuda de una camilla. Los policías vigilaban que nadie se acercase a la escena del crimen. Dos detectives comenzaron a inspeccionar el lugar. Los estudiantes de las clases cercanas fueron trasladados temporalmente a otras instalaciones del recinto, dejando aquel área como un desierto. Obviamente, la noticia sería expandida sin demora. 

Como era de esperar, entre los cientos de estudiantes del instituto se crearon rumores acerca del posible culpable. Durante esos días se haría imposible sacar el tema. 

***

La eriza estaba tomando apuntes tranquilamente en su cuaderno. Escuchaba con atención cada palabra que salía de la boca de su profesora. El perder alguna información importante le costaría puntos en el examen, y no quería que eso pasara. Era consciente de que sus compañeros estaban más concentrados en el asunto de la inesperada muerte, pues les oía cuchichear mientras la profesora explicaba la lección. También le interesaba el tema, pero ese no era el momento para hablar. Ya tendría tiempo para hacerlo en la hora del recreo. 

La clase fue interrumpida por la aparición de uno de los policías. 

- ¿Se encuentra aquí Amelia Rose? 

Un escalofrío recorrió sus púas de color rosa. En cuestión de segundos todos los ojos se posaron sobre ella. El inesperado pronunciamiento de su nombre les dejó boquiabiertos. Mientras, ella hizo nada más que levantarse y salir de la clase junto al policía. 

No se sentía nerviosa, para nada. Lo único que tenía era curiosidad. ¿Por qué exigían su presencia? No había hecho nada malo. Por supuesto tampoco tenía algo que ver con la víctima; no conocía a casi nadie puesto que era la chica nueva. No tenía sentido que la llamasen para interrogarla, para hacerle preguntas acerca de la alumna muerta. Apenas llevaba una semana en ese instituto. No tenían razones para sospechar de ella, ¿verdad? En su opinión, sería absurdo. Entonces... ¿por qué la habían llamado?

Caminaba por los pasillos junto al hombre vestido de uniforme color azul con una placa dorada brillante que daba prueba de su autoridad. La eriza no se atrevió a abrir la boca, simplemente le seguía. Este policía la dirigió a un espacio cercano al lugar del crimen, concretamente al aula situada justo enfrente. Allí, la rosada tuvo que sentarse en uno de los asientos más próximos a la mesa usada por el profesor. Poco tuvo que esperar hasta que un detective se posicionara delante suya para conversar con ella.

- Usted es la señorita Amelia Rose, ¿me equivoco? -recibió una negación como respuesta-. Soy el detective Barker -se presentó-. Estoy encargado de investigar en caso de la muerte de una alumna, como ya te puedes imaginar. 

- ¿Me va a interrogar? Porque yo no tengo nada que ver con esto. Soy nueva aquí y ni siquiera conocí personalmente a esa chica.

- Sí, lo sé. No es eso por lo que te hemos sacado de clases. En la escena del crimen hemos hallado una nota -sacó del bolsillo de sus pantalones un pequeño trozo de papel-. Creo que sería apropiado que lo leyeras tú misma -extendió su mano para entregarle el fino objeto de color blanco.

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< Vuestra amiga ha sido sufrido las consecuencias de meterse donde no le llaman. Sería una lástima que ocurriese alguna tragedia más... Este es un aviso para todo aquel que se entrometa. Yo tendría cuidado, sobretodo tú, Amy Rose... >

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