CAPÍTULO UNO

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Siempre me dijeron que en la secundaria uno cambia, que abandonamos nuestro pasado y buscamos nuestro futuro. Nunca lo había creído hasta ahora. Cuando deseé más que nunca que todo cambiara.

Los primeros años no fueron fáciles en términos estudiantiles, en mi escuela tenían un régimen muy exigente. No existía un día sin tarea y nos lo pasábamos o en la biblioteca, o en las aulas de física o química ya que teníamos trabajos prácticos a contra turno. Para peor me había tocado el turno vespertino, así que solía estar desde la tarde hasta las 10 de la noche. Los días se volvían eternos y me convertí en un ser nocturno. Sentí realmente que había estado castigada por el diablo. Pero, de todas formas, creo que en parte lo que me resultó más complicado fue el pasaje de la primaria a la secundaria, que es como caer en un abismo. Ya nada es igual. Hoy día tengo fe en que este año las cosas cambien, porque eso dicen todos. Tercer año es el "año bisagra", que algunos lo dicen por el hecho de que suele ser un año difícil porque tenemos más materias y profesores más exigentes, pero para mí va ser simplemente un cambio en mi actitud porque ya me cansé de no ser dueña ni siquiera de mi presente.

Volver a la escuela siempre se siente raro, puedo sentir como todos me observan al pasar por los pasillos. Primero pensaba que era por mi ropa, pero luego se me ocurrieron algunas otras posibles causas. Lo cierto es que el año pasado había estado de novia con uno de mis compañeros, pero las cosas no resultaron bien... Quizás, como ahora estoy soltera, será por eso que me miran. No lo sé, tampoco me gusta pensar mucho en eso. Lo que si me agrada es que al pasar de año siempre tenemos un aula distinta que resulta novedosa, por lo que prefiero llegar temprano para elegir mi lugar y reencontrarme con mis amigos.

-Hola Lucas, me gusta tu corte de pelo. -Dije mientras me acomodaba a su lado.

-¡Hola Leila! Muchas gracias, a mí me fascina esa falda. Me la vas a prestar algún día, ¿verdad?

-¡Qué decís! Si tu ropa es mejor que la mía, no te estarás burlando de mi ¿no?

-¿Como así? Que solo te estoy halagando, niña

-¿Viste a Juan por algún lado?

-Creo que no ha llegado aún, ¿por qué mejor no me cuentas como te fue en Carrasco?

Mirando desinteresadamente a las escaleras me pareció ver pasar la figura de Juan y alejarse al vernos.

-Mejor en otro momento Lucas, me pareció ver a Juan, ¡luego me cuentas como están tus padres en Barcelona!

-¡Como quieras niña!- Me respondió mientras me alejé en busca de Juan. Había recorrido todos los pasillos de nuestro piso e incluso me fijé en los baños, pero lo encontré comprándose una medialuna en el kiosco.

-Hola Juan, ¿todo bien? - Le sonreí luego de haber saludado a la vendedora, una de mis favoritas.

-Hola Leila, estoy bien, ¿me vienes persiguiendo?

-¿Te vienes escapando?

-Bueno, bueno, me agarraste. Me estaba escapando, pero no de vos

-¿De Lucas?

-Sí, pasa que...- titubea unos segundos - sucedieron cosas entre él y yo

-¿En serio?

-Sí pero shhh, que no quiero que nadie sepa -Lo cierto es que me sorprendí, Juan se esforzaba mucho en demostrar que era un gran estereotipo del hombre heterosexual. Pero supongo que todo tiene su lado b.

El salón de clase estaba más vacío que el año pasado, ciertamente porque muchos no habían podido aprobar el curso. Por suerte, todos mis amigos seguían estando, pero me preocupaba el "inconveniente" entre Lucas y Juan. El día se pasó rápido, durante uno de los recreos Juan me contó lo que había sucedido en el verano. No había sido nada más que una aventura, pero me suscitaba una increíble preocupación ya que no quería verme obligada a distanciarme de ninguno de los dos por ese inconveniente o que las cosas se volvieran raras entre los tres. El mejor consejo que pude darle a Juan fue que le aclarara a Lucas lo que significaba para él lo que había sucedido.

Mi peor enemigo [en curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora