¿Qué más se podía pedir?
Se lo preguntaba, pensando en que nada era lo mismo desde el momento en que había tomado la decisión de dejarse acompañar. Ya no era lo mismo. Sí, sentía que encontraba algo nuevo en su interior, complejo y hermoso, sencillo y rudo. Sentía el pulso tras las orejas y el cansancio del maratón. El sonrojo de sus mejillas, la frialdad de su piel. Una mezcla de olores imperceptible. Un sabor nuevo a cada cosa. Sentía que empezaba a experimentar las cosas otra vez. Nada era igual. El pasado, con todas sus incomprensiones, quedaba atrás. Era nueva, era vieja. Era el opuesto del opuesto.
No sabía cómo se llamaba, pero la confundía. La asustaba. La llenaba. La vaciaba.
Lo tenía claro. No, no podía engañarse así.
Pero le gustaba.
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》...《 (Tres puntos suspensivos)
Short StorySoñar es tarea fácil. Difícil es querer continuar y tener que abrir los ojos.