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- No.
- Entonces… ¿no vas a unirte al club?
- No lo sé. Sigo pensando que no.
- ¿Por qué? Si en verdad te gusta, nadie puede decirte que no.
- Bueno…
- ¿Bueno?
- Está bien, quizás lo haga.
Fue entonces cuando el agua abandonó el cuadro y los invadió. Él la tomó de la mano, huyendo.
- ¡No te detengas!
- ¡Espera!
- ¿¡Cómo que espera!?
Ella se entregó al agua. Ella detuvo el flujo como si sus manos pudiesen crear una pared. El agua se disipó. Desapareció.
- ¿Estás bien?
- Sí –él estaba asustado- Eh… tengo que irme… espero verte de nuevo –la esperanza brillaba en sus ojos. Aunque fuese un sueño. Iba a volver a verlo. Aunque tuviese que emplear cada hora de su noche.

》...《 (Tres puntos suspensivos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora