Capítulo de introducción.
Bienvenidos a esta nueva historia, por favor lean la descripción antes de empezar.Su mirada era hermosa... como si alguien la hubiera dibujado para ser perfecta.
Ike atravesó la puerta del castillo en silencio, apretando firmemente la carta entre sus nudillos.
Podía sentir la textura del papel deslizarse entre sus callosos dedos, como si alguien pudiera arrebatárselo en cualquier momento, miró hacia arriba, el viento agitaba los estandartes de las torres con súbita violencia e incluso, algunos cuervos se alejaban volando entre las copas de los árboles con un graznido profundo.
Las nubes en el cielo presagiaban una tormenta.《Es un mal día para trabajar》 pensó mientras uno de los guardias lo conducía al salón del trono.A simple vista, era un castillo imponente, mucho más grande que cualquiera que haya visto antes durante sus viajes, bueno, no era como que hubiera visto muchos castillos en su vida, pero aquel sitio, sin duda parecía más una fortaleza que un castillo y aquello podría resultar intimidante para cualquiera, pero Ike no era cualquiera y no se dejaría intimidar por nadie.
Ike jamás había sido convocado a aquel castillo tan majestuoso y aquello le ocasionaba cierto malestar. Su desgastada ropa, sus botas viejas y sus decenas de cicatrices en su cuerpo, no combinaban con el dorado de las paredes y la seda de las cortinas en lo más mínimo.
Nunca le habían agrado del todo los castillos, en especial aquel que sin duda lucía hostil, asi que esperaba no volver en un largo rato. Internamente, sólo deseaba que aquel momento terminara cuanto antes.
Por supuesto que no le apetecía para nada tener una audiencia con el príncipe pero a fin de cuentas, era su deber y debía cumplirlo. Se había convertido en el capitán de la compañía de Los Mercenarios de Greil y sobre sus hombros cargaba con las responsabilidades que esto implicaba... aquellas con las que alguna vez cargó su padre.
Ike había sido entrenado por Greil, uno de los mejores guerreros de todo el continente, quien además había sido su padre, gracias a él, Ike había aprendido todo lo que sabía; a pelear, a ser valiente, a dudar de todo, pero sobre todo y más importante; a jamás bajar la guardia.
A su lado, la comandante Titania caminaba en silencio tan seria como siempre, inexpresiva y distante. Ike al menos sabía que contaría con su apoyo.
Al final del extenso corredor, uno de los vasallos del príncipe los hizo aguardar un poco.
-El príncipe los recibirá en un momento- dijo el hombre perdiéndose al final del corredor, entre las sombras, apenas visible por las escazas velas.
Ike soltó un gran suspiro.
-Opino que dejemos este asunto, créeme que tengo un mal presentimiento sobre esto- aseguró Ike en un último intento por marcharse y reunirse con el resto de la compañía de mercenarios que los esperaba en una taberna del pueblo.
El joven capitán le echó un rápido vistazo a la carta, no quería tener nada que ver con aquel reino y mucho menos con el príncipe.
-Olvídalo Ike, te dije que si el príncipe nos convocó es por algo, debe tener algún trabajo para nosotros- contestó la pelirroja seriamente.
Titania era la mercenaria más experimentada de la compañía, solo por debajo de Greil y tras su muerte, se encargó de aconsejar a Ike en su arduo camino por ser un buen líder.Antes de que el peliazul pudiera hacer algún otro comentario, la puerta del salón del trono se abrió de par en par dejando ver una estancia amplia, iluminada por enormes candelabros que colgaban del techo.
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Ike x Zelda "Bajar la guardia"
FanfictionUna extraña profecía hará que el destino del mercenario Ike se vea alterado. Debe cumplir una misión y recordar nunca bajar la guardia. Los sueños de la princesa Zelda son un presagio de algo oscuro que ocurrirá muy pronto. ¿Qué pasará cuando sus...