2- Books & Fun.

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La tranquilidad duró poco. Repentinamente se empezaron a escuchar ruidos de golpes, de cosas caer contra el suelo. Kim no era exigente, pero al leer cualquier especie de ruido la molestaba; por esta razón se levantó y siguió el sonido para llegar a su origen.

—Malditos libros, ¿por qué no se acomodan solos? Son lo suficientemente grandes. Por no decir pesados. Los odio. —Otro libro cayó— ¡Basta! ¿Por qué me pasa esto a mí?

Michael estaba indignado, por no decir molesto y en pena. Había arreglado con el subdirector que, en lugar de una suspensión, tendría que ordenar la biblioteca por todo un maldito mes. Había sido idea del hombre, a él jamás se le habría ocurrido semejante tortura.

Otro libro tocó el suelo. ¿Qué tenían estas estanterías? Ningún estúpido libro se dignaba a quedarse sobre ellas, no importaba cuánto los sostuviera Mike, siempre terminaban cayéndose. Puta vida.

—¿Hablando con los libros? Creo que estar tanto tiempo solo te está afectando.

Michael volteó y se encontró con una chica, la cuál sostenía un libro en sus manos. Se quedó observándola, nunca la había visto en la escuela, pero le era algo familiar. Ella era pequeña, o parecía serlo. No era muy alta pero sí delgada. Tenía el cabello castaño lacio y demasiado largo, hasta la cintura. Michael deseaba tocarlo, parecía suave, no como el suyo. Estaba vestida con unos sencillos jeans azules algo gastados y una remera negra con dibujos. Le sonreía y... ¡ahí estaba! Ya sabía de dónde la veía tan conocida.

—Hola... ¿no eres tú la chica con la que tendría que estar mi hermana ahora, cumpliendo su maldito castigo?

—Sip, esa soy yo.

—Veo que no lo está cumpliendo y yo soy un idiota porque sí lo hago.

—Bueno, yo no diría idiota. Más bien responsable.

—No ayudas. —sin que él tocara algo, cuatro libros más tocaron el suelo.— Estoy comenzando a pensar que estos libros me odian.

Kim rió. Él le pareció divertido, aún sufriendo una desgracia por unos completamente inofensivos libros.

—¿Quieres que te ayude...? —Dejó la frase incompleta, dándo a entender que quería saber su nombre. Él comprendió.

—Michael. Y no, estoy bien —dos libros cayeron sobre sus pies— Te mentí, ayúdame.

Kim rió y se acercó al pelirrojo. Se agachó y levantó un libro.

—¿Se supone que debes ordenar los libros por géneros?

—Eh... creo, sí. —En verdad, Michael no tenía ni idea.

—Bueno, esto es "La Chica que Amaba a Tom Gordon" de Stephen King. —dijo ella leyendo la tapa de un libro al azar— Una novela que en mi opinión es suspenso, pero está catalogada como terror. —Michael no sabía nada sobre ese libro, pero la voz de esta chica era lo más bello que había escuchado— Y esto es... ¿"Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada"? Michael, esto es de Pablo Neruda, poesía, ¡no puedes poner un libro de terror y otro de poesía juntos! Eres todo un pecador.

—¿Pecador por no acomodar bien unos libros? Debe ser una broma. —Estaba riéndo.

—Claro que no es una broma, eres un sucio y maldito pecador. —Michael sabía que no lo decía en serio, estaba sonriendo. Él pudo notar que la chica llevaba brackets.

—Oye, no sé tu nombre.

—Oh, cierto, soy Kim. —Caminó hacia el final de la estantería y colocó el primer libro en la zona media. Con el segundo se le dificultó un poco, ya que el lugar donde iba estaba muy alto, y ella no se destacaba por su altura. Michael fue a ayudarla; tomó el libro y lo puso sin problemas en su lugar.

BROTHERS. »m.c & a.iDonde viven las historias. Descúbrelo ahora