1.

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AU Moderno.

Era tarde, demasiado. La luna llena se mantenía majestuosa en el centro del cielo azul profundo, ni las nubes ni las estrellas eran capaces de opacarla como la más hermosa de todas.

Era cerca de la media noche cuando podía verse aquella vista tan espectacular, aunque solo hubiese una persona conciente de ello. Un joven chico de cabellos pelirrojos quien regresaba agotado a su vivienda.

Su día había sido un caos agitado, como muchos otros pero por alguna razón, había sido más extenuante.

Las clases del instituto por medio día, estudiar y ayudar a su hermana en la tarde, comer de manera rápida e irse de turno de urgencia en su trabajo. Casi sin descanso ni respiro el chico había logrado sobrevivir a un día tan ajetreado pero lo peor era que tenía una sensación extraña que lo inquetaba, como un sabor metálico en la boca y un nudo en la garganta... Algo que no lo dejaba pensar correctamente.

¿ Se estaba olvidando de algo ? Ni siquiera él mismo lo sabía, normalmente tenía buena memoria y se enorgullecía de ello pero por alguna razón aquella vez sentía como si algo se le escapase.

Suspiró, no tenía ni idea de lo que podía ser pero seguramente pronto lo descubriría.

Kamado Tanjirō al fin había llegado a su casa. Estaba agotado.

Estaba tan agotado que, al entrar, no notó que la puerta principal estaba sin cerrojo.

Estaba tan agotado que, al pasar por la sala, no notó las cosas tiradas.

Fue tanto su agotamiento que creyó casi quedarse dormido camino a la cocina de no ser por el olor a quemado y el humo que salía de ella.

Aquello lo alarmó y despertó en un parpadeo. Preocupado y nervioso, se acercó a la cocina dispuesto a proteger su casa y a su familia e incluso usar la violencia de ser necesario.

Por lo que cuando vió que alguien extraño se movía entre el humo y luces de la cocina no dudó en darle un cabezazo esperando aturdir al extraño y sospechoso.

Aunque no le resultó como esperaba, en definitiva, no lo hizo.

— ¡ Gopanchiro...! — Escuchó una voz como en eco y un golpe, una caída.

Rápidamente abrió las ventanas  esperando despejar el humo que aún estaba ahí y ayudar a la persona que por error, e intención, había golpeado.

— ¡ Inosuke-Kun ! ¿ Qué haces aquí...?¿ E-Estás bien ? — preguntó una vez el humo se fue por completo y pudo dicernir en el suelo a su compañero y amigo. Demonios, el chico se veía mal.

Un chico con unos vistosos ojos verdes y una muy mal amarrada coleta de cabello lo veía desde el suelo sujetando una olla.

— ¡ Ja ! ¡ Inosuke no sufrió daños ! ¡ Estoy perfectamente, Gopanchiro ! El problema aquí, es esto — dijo energético y autoritario el chico, levantándose y pasándole la olla al dueño de casa.

Tanjirō, sin entender a qué se refería, dejó la olla sobre el mesón y la abrió.

Arroz quemado.

Una olla enorme y llena de arroz quemado.

— ¿ Inosuke...?— preguntó al aire, viendo como su amigo le sonreía orgulloso. — ¿ Qué intentaste ?

— ¡ Inosuke notó que Gopanchiro no se veía muy bien así que decidió hacerle una sorpresa !— dijo el chico, orgulloso cruzandose de brazos.

Tanjirō sintió sus mejillas sonrojarse, miró a su alrededor. Todo un desastre.

— ¿ Qué es lo único que te dije que nunca hicieras...?— preguntó el chico viendo como habían montones de cosas tiradas por todas partes, algunas rotas, otras sucias y muchas medio cocidas o con olor a crudo.

— Pues... Meterme en tu habitación o en la cocina — Mencionó pensativo. — Ah, si, quemar la cocina. — dijo el chico, encogiéndose de hombros como si no fuese la gran cosa.

Tanjirō suspiró y vió a su amigo.

— ¿ Y qué hiciste ? — preguntó en un tono serio y a la vez divertido.

Inosuke sonrió, se acercó al horno eléctrico y de él sacó unas ollas y las dejó sobre el mesón.

— ¡ Hice tu cena ! Soy el mejor, ¿ No ? ¡ Ja ! Es un completo manjar de dioses — Empezó a hablar con orgullo y felicidad el chico de ojos verdes.

Tanjirō suspiró, se hizo un silencio. Observó a su alrededor, sonrió levemente.

— Y quemaste la cocina...— dijo con diversión, dándole un ligero golpe a su amigo en el hombro.

Aún así, Inosuke no dejaba de alardear y Tanjirō... Tanjirō pensaba en cómo se lo explicaría todo a su familia cuando volviesen.

InoTan; DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora