El libro.

74 7 2
                                    

A sus 20 años de edad, Louie no tenía ninguna queja. Tenía una vida sencilla y feliz junto a sus amigos y familiares, como cualquier humana corriente. Pasaba los días ayudando a Joseph y Patricia, sus padres, a salir adelante. Y con la valiosa ayuda de su hermana Violet, todo era más facil y placentero. Cada mañana, Louie se levantaba pronto para ayudar a su madre a preparar el desayuno y disfrutaba de la primera comida del dia antes de ir a estudiar o entrenar un poco. Su padre, Joseph, quien ahora dirigía una pequeña taberna, era conocido antes como un valiente aventurero. Sus historias deslumbraban a todos los niños y niñas del pueblo de Zulia. Por ello, desde pequeñas, Louie y Violet entrenaron con una única motivación, tener siempre la certeza de poder proteger a sus seres queridos. Si más adelante querían hacerse aventureras, sería su elección.
Solo un año diferenciaba las edades de las hermanas pero ambas demostraban gran destreza en el combate, sin duda enorgullecían al ya retirado Joseph. Louie se especializaba en el combate con armas cortas y dagas, y su mayor fuerte era su sigilo. A veces conseguía sorprender hasta a los gatos.
Por otra parte, su hermana menor había decidido seguir el camino de la magia y la religión. Algunos pueblerinos la llamaban la joven clérigo. Y no con burla, mas su destreza con los hechizos curativos era algo que no se veía muy a menudo.
Aquella mañana, como de costumbre, Louie se encontraba ayudando a Patricia con las labores mientras Violet recorría la casa de un lado para el otro sin mencionar el por qué y Joseph continuaba dormido.

-Louie, cariño, el pedido que hicimos en la pescadería de Jenny ya debería estar listo. ¿Podrías recogerlo tras el desayuno?-pidió Patricia-No te preocupes por el dinero, ya está pagado.

-Claro, mamá. Yo me encargo-respondió con su característica sonrisa.

Tras el habitual desayuno en familia en la mesa del salón, Violet volvió a retomar su misteriosa búsqueda, Joseph y Patricia comenzaron a limpiar el hogar mientras charlaban y Louie se dirigió a la pescadería del pueblo.
Una vez más, la nieve cubría el suelo pero ya ni se inmutaba, pues era lo común en la zona más fría de todo Bornya. Minutos más tarde, la chica regresó con la compra y se la entregó a Patricia.

-Louie, tu hermana lleva todo el dia buscando aquel viejo libro de hechizos del que le hablé-dijo Joseph-ayúdala antes de que ponga toda la casa patas arriba.

Louie asintió y fue a buscar a Violet a la habitación que compartían quien, agitada, chocó con ella en cuantro se toparon. Ambas cayeron al suelo formando un gran estruendo.
Louie se encontraba sobre la mullida alfombra de la habitación con Violet tumbada encima de ella; con su cara a tan escasos centímetros de ella que podía sentir su respiración en sus labios cortados por el frío.

-¿Piensas calmarte ya y dejar que te ayude?-dijo Louie para romper aquel silencio que ya duró varios segundos.

Violet carraspeó y asintió mientras se levantaba e inmediatamente tapó su cara con el pelo intentando disimular lo ruborizaba que estaba. Sin percatarse de que Louie se encontraba en la misma situación.

-¿Todo bien por ahí, chicas?-preguntó Joseph desde la cocina.

-¡Sí!-respondieron ambas al unísono.

Este tipo de situaciones era poco común entre las hermanas. Sin embargo, cuando ocurría, simplemente intentaban ignorarlo sin saber cómo reaccionar. Ambas tenían una muy buena relación, algunos vecinos podían opinar que eran, a veces, incluso demasiado cercanas. Pero nunca a nadie le importó, "Cosas de hermanas, supongo", pensaban.

-Intento encontrar el viejo libro de hechizos del que habló papá-dijo Violet ya relajada.

-Te ayudaré. Te he visto buscar en todas partes excepto en el desván, allí están todos los trastos viejos.

El camino de la verdad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora