Un doloroso reencuentro.

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Las hermanas aparecieron a las afueras de un frondoso bosque y ante ellas se encontraba una gran montaña.

-No estamos en las rocas negras-afirmó Violet-así que esto sólo puede ser el monte Talos. La runa nos ha llevado hasta la isla.

-Allí arriba hay algo-añadió Louie mirando una extraña construcción en lo alto de la montaña.

Las hermanas comenzaron a subir la rocosa pendiente y una agridulce sensación inundaba sus mentes. Este podría ser el final de su viaje.

-Sería más sencillo con una montura-dijo una exhausta Violet tras la primera media hora de camino-por si fuera poco, hace un calor horrible aquí.

Louie no la escuchó. Estaba ensimismada avanzando con mil pensamientos en la cabeza. ¿Debería ser optimista? ¿Se encontrarían bien sus padres? Fuera lo que fuese, lo sabría en unos instantes.
Al fin llegaron a su destino. Se adentraron en esa mohosa y oscura casa y avanzaron por un pasillo lleno de moscas y telarañas hasta que decidieron detenerse tras oir unas voces.

-Hace meses que no la veo-dijo un hombre con voz ronca.

-Deberías pasar página-respondió otro hombre-esa puta te abandonó. Seguro que ya está con otro.

-Son guardias de Jaxis-susurró Violet agazapada tras un barril-tendremos que librarnos de ellos para seguir.

Las hermanas se acercaron todo lo posible sin ser descubiertas y atacaron en silencio. Violet disparó con precisión una flecha directa a la nuca del primer guardia. Sus ojos se pusieron en blanco y se desplomó sobre su compañero.

-¿Qué te ocurre, Stunk?-preguntó el otro agarrándolo sin percatarse del virote clavado en su cuello-vamos, no es para tanto. Mañana te invitaré al burdel. Hace poco leí una reseña muy buena sobre unas elfas...

En ese momento, el hombre notó como la sangre de su amigo mojaba sus manos pero ya era demasiado tarde. Como por arte de magia, Louie avanzó por su punto ciego y salió de detrás del cadáver para apuñalarle. El hombre reaccionó rápido y usó el cuerpo como escudo. Sacó su espada y dio un tajo que Violet detuvo usando su maza. Louie dejó la daga clavada en el cadáver, desenvainó su espada corta y atravesó el muslo del hombre. Violet le arrebató su arma y Louie comenzó a apuñalarle varias veces en el estómago.

-Ya está muerto, déjalo-dijo Violet frenándola.

En sus ojos, Violet veía ira y tristeza. La ayudó a levantarse y su espada ensangrentada cayó al suelo en medio de un beso alentador. Louie se secó las lágrimas, recogió sus armas y continuaron avanzando hasta llegar a una gran sala repleta de celdas. La humedad y un olor nauseabundo inundaban la estancia y las hermanas se guiaron en la oscuridad por un sonido de golpes y llantos.
Al fin lo encontaron, en el interior de la última celda podían ver el cadáver de un hombre cubierto de moscas y a otros dos guardias altos y corpulentos violando brutalmente a una mujer. La madre de Louie.

-¡No! ¡Parad hijos de puta!-gritó al tiempo que corría hacia la celda.

Entre lágrimas, Violet comenzó a cargar un hechizo y una esfera de energía empezaba a crecer más y más entre las palmas de sus manos.
Ambos guardas salieron de allí dispuestos a matar a las intrusas. Louie saltó sobre uno de ellos que, vestido con una túnica negra, supo defenderse con astucia. Esquivó el ataque y de sus manos salió disparado un poderoso relámpago que impactó en el pecho de Louie y la levantó hasta chocar contra el techo antes de volver a caer. Se dispuso a volver a atacarla cuando el hechizo de Violet lo mandó varios metros hacia atrás. Louie se levantó de nuevo y cargó contra el brujo espada en mano. Sin perder ni un segundo, lo ensartó con su espada corta pero de pronto se desvaneció. Era un señuelo. El verdadero atacó desde atrás con otro hechizo y atravesó el hombro izquierdo de Louie con una estaca de hielo.
Mientras tanto, Violet y el soldado espadachín combatían sin ceder ni bajar la guardia. El soldado bloqueaba con su escudo a la perfección cada mazazo de Violet pero fallaba al atacar. La clérigo tendría un combate largo y agotador si no pensaba algo.
Sin poder usar su brazo izquierdo, Louie atacaba furiosa solo con su espada corta pero sin bajar el ritmo. El brujo retrocedió hasta estar de espaldas a la celda y lanzó un efectivo hechizo ígneo que quemó parte de la pierna de Louie y desintegró sus ropajes. La pícara trastabilló y cayó al suelo. El brujo preparó su siguiente ataque, el que sería el definitivo sin embargo unos brazos se estiraron desde el interior de la celda e inmobilizaron al hombre. Bárbara, la madre de Louie estaba dedicando sus ultimas fuerzas en ayudar a su hija.
La chica no perdería la oportunidad que le brindaba su madre. Se levantó de nuevo, agarró con firmeza su espada y la hundió con todas sus fuerzas en la frente del brujo. Cuando dejó de moverse, Bárbara pudo cesar el esfuerzo y cayó al suelo agotada. Al morir el enemigo, la estaca clavada en el hombro perdió su magia y se desvaneció.
Louie recogió del suelo su daga con su único brazo útil y se acercó cojeando hacia Violet, quien seguía enzarzada en su pelea. Se dejó caer sobre el hombre y apuñaló varias veces su espalda sin la fuerza suficiente para que la daga atravesase su armadura. El hombre pateó a Violet para apartarla y agarró a la agotada pícara del pelo.

-¡¿Ese brujo idiota se ha dejado matar por un insecto como tú?! Es patético-exclamó el hombre escupiendo a la cara de la debilitada chica.

Violet volvió a unirse al combate golpeando con un rodillazo el estómago del hombre pero no con la suficiente fuerza para que soltase a su hermana. El guarda lanzó a Louie al suelo y levantó el brazo para dar un espadazo a la clérigo pero recibió un mazazo en la mano que le arrebató el arma. Sin perder el tiempo, golpeó una y otra vez a Violet con las manos desnudas; la diferencia de fuerza y tamaño entre ellos era abrumadora. Desde el suelo, Louie hundió su daga en el tobillo del enemigo y la clérigo usó un hechizo de luz para cegar al hombre. Aprovechó ese instante para sacar la ballesta y disparar directo a la cara del guardia. La flecha atravesó su ojo derecho y con él se incrustó en el cráneo acabándo con su vida.

-Ya está, salgamos de aquí-dijo Violet ayudando a su hermana a llegar hasta Bárbara.

Se sentaron junto a la mujer y le ayudaron a tomarse las pociones que les quedaban.

-Siento que tengas que conocerlo así, hija mía-dijo Bárbara mirando al cadáver tirado en el suelo de la celda-ése era tu padre...

-Vayámonos antes de que venga alguien más-sugirió Violet.

Las heridas de Louie no eran mortales pero estaba agotada; la joven clérigo sacó fuerzas para ayudar a ambas a salir de allí. Una vez fuera, un ruidoso rugido captó su atención. Bárbara se asustó al ver a un gran dragón que volaba directo hacia ellas pero Violet la calmó. Louie seguía en silencio mientras, de vez en cuando, alguna lágrima caía por su mejilla.

-¿Nos has seguido?-preguntó Violet acariciando a la dragona-¡Eres nuestra salvadora!

Las tres subieron a lomos de la bestia y, acompañadas por su cría, volaron directas a Zulia según las indicaciones de Violet. Por el camino, Bárbara reconoció un par de pequeños barcos de la filial de Jaxis que se dirigían a su encuentro, pero estaban en llamas y sus tripulantes muertos. ¿Lo habría hecho la dragona?
Unas horas más tarde, llegaron al pueblo aterrorizando a todos los aldeanos que, en cuanto vieron que se trataba de las hermanas y la legendaria aventurera desaparecida, perdieron el miedo y se acercaron. Rápidamente se encargaron de sanar y proporcionar los cuidados necesarios a todas ellas.

-¿Dónde estoy?-pensó Louie al despertar a la mañana siguiente.

Reconoció su habitación en la casa Rosebean así que fue a buscar a los demás. Al llegar al salón, vio a Violet hablando con Joseph y Patricia y junto a ellos, sentada en un sillón estaba Bárbara, su madre. Louie corrió hacía ella y ambas se abrazaron entre lágrimas. Pasaron varias horas hablando, estrechando lazos y contándo al resto de la familia la aventura que vivieron las hermanas.
Tiempo después, recibieron una visita.

-Seguid, yo abriré-dijo Joseph caminando hacia la puerta.

-¿Aquí viven Violet y Louie Rosebean?-preguntó con voz seria un hombre junto a un caballo.

Violet salió veloz por la puerta y abrazó al hombre y luego al caballo.

-¡Mark! ¡Tommy!

-Nos vemos de nuevo, jovencita-respondió con una gran sonrisa-recibí tu carta.

-Vamos, entra-insistió alegremente la clérigo tirando de su brazo-esta vez tú serás el invitado.

Unos minutos tras invitar a Mark y cerrar la puerta, alguien volvió a golpearla.

-Oh, ya ha llegado-dijo Mark tomando un sorbo de la bebida que le sirvieron-conociendo a nuestras jóvenes amigas, estábamos seguros de que hoy habría una celebración-añadió entre risas.

Tras la puerta se encontraba Rorig, el carnicero, y cargaba un carro con dos cervatillos recién cazados.

Por primera vez en mucho tiempo, Louie y Violet pudieron relajarse por completo y disfrutar del júbilo y la compañía de su familia. Compartieron aquel banquete todos juntos, incluso con los dragones; y brindaron en memoria de Kazuto, quien no sobrevivió hasta la llegada de su hija.
Una nueva etapa comenzaría en la vida de todas aquellas personas.

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