Los Judíos tienen tradiciones en cuanto a poner nombre sobre todo ser humano que viva y sea Judío, ya sea que este siga viviendo o hay muerto en el alumbramiento. Precisamente porque el nombre es el medio de identificación principal y de diferenciación entre uno y otro sujeto.
Es el nombre lo primeramente recibido como algo realmente propio.
El nombre varía según los distintos tipos de Judíos y sus distintas tradiciones. Algunos padres Judíos optan por representar a sus hijos en forma de consagración a su creador a través de un nombre, sea este el de alguna eminencia, sabio, un familiar vivo o incluso un antepasado fallecido.
Existe superstición, o vaya decir, idea, en cuanto a que si se da el nombre de un justo a un recién nacido por lo general será un hombre bueno o asimilara algunas características de los hombres de justo corazón al que perteneciese dicho nombre.
Todos reciben o deberían recibir un nombre, ya que no siempre sucede o simplemente no se hace aunque se puede, tanto el que nace como el que muere y este puede tener una relación especial en alguna singular significación.
El nombre dice más que aquello que simplemente parece decir, en ocasiones dice algo mas, mucho más.