Vámonos de viaje - especial de semana santa parte II.

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Bienvenidos a Cancún.

Yut Lung se aplicó varias capas de bloqueador solar, pues le gustaba tener la piel tan blanca como la cocaína. Desempolvó su sombrero de señora pipirisnais y entonces, fue el primero en pisar la arena. Todos lo perdieron de vista. 

Ash aprovechó para echarse unas papas con harta salsa mientras los chamacos se ponían su ropa más decente para ir a nadar.

—¿Ya están listos todos? —Preguntó aún con la boca llena.

—Si –Eiji fue el único que le contestó.

—¿Y ustedes qué? ¿No tienen hocico?

—Ay Ash, es que no nos lo vas a creer... —El bones dejó sus dientitos al descubierto después de mirar el panorama que les ofrecía esa playa.

Ash se bajó de la camioneta sin ponerle seguro, pues Shorter, Sing y Alex aún se estaban preparando. Su escultural cuerpo quedó al descubierto, ese que había forjado de puro cargar cajas de cheve. Apenas y caminó unos pasos para adentrarse al mar, una voz irreconocible y algo andrógina le gritó:

—¡Güero, yo te encuero!

El güero se encabritó, entonces se dio la vuelta y gritó:  —¡Ve a decirle eso a tu abuela! 

En ese momento, él también se percató de la situación: estaban en una playa nudista. ¡Con razón le habían dicho esa peladez! 

 —¡Vamos a otro lado, perros!  —Ash corrió hacía la camioneta—. Ustedes ni se bajen. Hay puro vato raro en este lugar. 

 Kong metió a la cajuela su flotador en forma de dona. Los demás subieron nuevamente al vehículo y tomaron sus asientos. Ash estaba a punto de arrancar, cuando Shorter se exaltó.

 —¡Ah! ¿Y Yut Lung? 

 —¡Chingao! —Ash activó el claxon—. Otra vez ese chamaco. Órale pues, ve a buscarlo en friega. 

 —¿Puedo ir con él, Ash?  —Eiji terció.

 —Ora tu, Eiji ¿Quieres ver a la gente desnuda? 

 —Es que hace harto calor. 

Ash se encogió de hombros. El japonés salió corriendo buscando al muchacho de cabello morado. No fue difícil encontrarlo, puesto que, su peinado era el más tieso y el que más resaltaba en el lugar. 

 —¿Ya lo encontraste?  —Eiji quiso saber. 

 —Ay no, quien sabe donde se metió el condenado —El mayor espetó con desesperanza en su voz.

Eiji miró con mucho pudor hacía la multitud desnuda. No es que no hubiera visto a otras personas desnudas en el onsen, pero los mexicanos eran bien locotes.  

 —¡Yut Lung! —gritó con todas sus fuerzas. 

 —¡Yut Lung!  —Shorter lo siguió. 

De pronto Shorter divisó a su hombre hablando con un güerote de cabello rubio platinado. Entonces se encabritó. —¡Mira allá, al lado del pinche vato fresita! 

Ambos corrieron y se quedaron boquiabiertos cuando se percataron de que el chino quería despojarse también de sus ropas. Pero Wong lo impidió. 

—¿Qué crees que haces, sabandija? ¡Ponte tu ropa pero como vas!

—¡Óyeme! —Yut lung se mostró al natural sin importarle lo que dijeran los demás—. ¿Quién te crees tu para prohibirme mostrar esta tremenda escultura? 

—Soy tu no...

El de cabello platinado intervino. —¡Tranquilos muchachos! —Su acento ruso se hizo notar. Entonces se dio la vuelta, como buscando a alguien. 

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⏰ Última actualización: Apr 25, 2020 ⏰

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