"Ella no es Salome... Ella no es Salome", se repetía así mismo Adriel mientras buscaba poner en sus labios, las últimas gotas de cerveza que quedaban en la botella. Ya habían pasado tres días desde que había llamado a Salome, y dos desde que salió del hospital después de que lo encontraran inconsciente. Esos dos días se los había pasado tratando de olvidar lo sucedido, pero las imágenes de los últimos mensajes con su amiga invadían su mente en sus sueños, transformándolos en pesadillas, por lo que dormir era algo imposible, y había vuelto a el alcohol su acompañante. Adriel estaba desecho, y por su mente solo pasaba el culparse a el mismo y el negarse a la realidad, desde aquel día ni siquiera había podido volver a encender el celular, le asustaba la incertidumbre de que iría a encontrarse en su buzón de mensajes. Así que, ahí estaba, sentado en la cama donde varias botellas vacías rodaban, mirando el espejo, mirando a la nada.
Fue en un instante, la habitación se ilumino por una luz que entro por la ventana, y empezó a alumbrar todo el espacio, volviendo todo blanco a su alrededor. Adriel tenía miedo, pero había algo que hacía que el se sintiese mejor, no puedo describir la sensación que sentía, pero era placentera. Entonces escuchó una voz, no era ni de hombre, ni de mujer, parecía ser ambas, una voz profunda y suave, que a pesar de hablar en un susurro, está resonaba por toda la habitación, y producía un eco que se perdía entre el tiempo y el espacio. "Adriel... Adriel...", era extraño, no sabía lo que era, pero de alguna manera la voz le daba confianza ya que le sonaba familiar. "¿Quien eres?"... "Soy luz, soy paz y soy calma...", "¿Quien eres, Que eres?", "soy un guardián y protector, Soy sueño, y realidad", "¿Dónde estas?¿Muéstrate?", "Estoy aquí... "
"¿Donde?" , "Estoy aquí", "No te veo", "Estas en mi cuerpo y yo estoy en tu mente, en este momento, somos uno".... "No entiendo, ¿Donde estas?", "Estoy aquí.."
De pronto la luz desapareció, parecía haberse tratado de una alucinación. "No te preocupes no estas soñando", Adriel escucho la misma voz, pero no procedía de una luz, si no de un ser que se encontraba enfrente de el. Poseía un cuerpo Androgino, totalmente desnudo, y sin un sexo físico, solo un cuerpo; su rostro era hermoso, no le pertenecía ni a un hombre, ni a una mujer; sus ojos irradiaban un cierto resplandor, al igual que esa cabellera dorada, que en su caída se desvanecía en luz. "Mi nombre es Cassiel..., príncipe del séptimo cielo, guardián del cosmos, del tiempo y del espacio", Adriel solo miraba atónito, en silencio, "Estoy respondiendo tu llamado". Adriel tragó saliva y se animo a preguntar, "¿Que es lo que quieres?", "Tus lagrimas y tu dolor me han traído aquí", "No has respondido mi pregunta, ¿Que quieres de mí?", "Quiero que luches contra la oscuridad y acabes con ella".
Adriel entendió todo, vio de que se trataba, estaba molesto, durante toda su vida había visto el nivel de crueldad que puede tener una persona, y como el mundo se va a la mierda lentamente mientras la gente solo se burlaba de ello. Y ahora, enfrente de el, un ángel, viene a decirle que él, debe matar a su amiga para que la sea librada de la oscuridad; mientras que otras personas seguirían esparciendo su maldad y haciendo víctimas de sus pecados a inocentes. "Es injusto, no lo haré, el mundo se esta pudriendo, y ustedes jamás aparecieron, y hoy vienes y me pides que la mate, no lo haré".
Cassiel permaneció inmóvil, inexpresivo, sin dar importancia alguna a lo que escuchaba, "nosotros solo somos mensajeros, y si no estas dispuesto a acceder, tengo el permiso de hacer uso de tu cuerpo y pensamientos para derrotar a la semilla podrida". "No pueden obligarme a esto, ella ha sufrido mucho, y nunca estuvieron cuando ella rogaba por su ayuda, y ahora quieren eliminarla, ¿Que clase de ángeles son?", un largo silencio inundo por varios minutos la habitación, "Ella ha decidido firmar el libro de las sombras, y tu eres el único que puede detenerla, por lo que tu tienes la decisión de hacerlo tu mismo, o que lo hagamos nosotros".
Adriel estaba atrapado, sabía que no podía razonar con ese aparente ser de luz, y que lo único que le quedaba era detener a Salome con sus propias manos, antes de que un desconocido lo hiciera y la lastimara. "Accedo, pero ustedes jódanse, el mundo se pudre y ustedes no hacen nada, esto lo hago por ella, para que no se les ocurra tocarle ni un cabello". "Me alegra que aceptes", dijo Cassiel aún inexpresivo, sacando en un extraño estuche metálico una daga y entregándosela a Adriel, "Con ella tendrás mis alas, y te compartiré mis poderes, siempre y cuando yo este en ella", y dicho esto, dejo absorberse por la cuchilla y desapareció iluminando a su alrededor.
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The Dark Of The Bleeding Moon
TerrorSalome hace un trato con Araziel, con el único deseo de ser libre.