Capítulo 10, "Casa de muñecas"

8 0 0
                                    

"¡Vaya¡ eso se ve bastante doloroso" dijo Araziel con una sonrisa sarcástica mientras levantaba el cuerpo inerte del animal. Salome se incorporo con algo de esfuerzo de la nieve, y con su muñeca, aparto la sangre que le corría por el rostro. "Deja de jugar Araziel, y dame algo para limpiarme", "si me lo permites, puedo restablecer tu cara a la normalidad", "No será necesario, solo necesitare algo para remplazar mi antiguo ojo". Después, salieron del interior del bosque, y se dirigieron por la carretera hacia la antigua calle principal.

La antigua calle, era conocida por sus leyendas de fantasmas que la habitaban. Con su fabrica abandonada, y sus casas de madera. Salome solía aprovechar el miedo que se le tenía al sitio para esconderse de los ataques de su madre, o de Amber y sus amigas. El sitio era bastante famoso pero la gente del pueblo era bastante supersticiosa como para adentrarse, oportunidad que Salome ocupo la primera vez ocultarse de los que querían dañarla, y que al darse cuenta de la falsedad y miedo de la gente, desde ese día lo convirtió en su lugar favorito.

Dentro de sus lugares favoritos de la calle, se encontraba la conocida "casa de muñecas", antigua casona, de la que la gente conocía su interior por los rumores y palabras de los curiosos que habían entrado para probar su valor, curiosos que al final solo salían corriendo cuando la sugestión les ganaba al empezar a recorrer los pasillos y cuartos principales del lugar. A diferencia de la bola de idiotas que vivían en el pueblo, Salome conocía cada rincón, pasillo, recamara, y los dos escondites secretos, de aquel lugar, que obviamente perteneció a algún adinerado con gustos y fetiches extravagantes. Pues cada espacio dentro de la casa, incluso los baños, contenían muñecas antiguas de diferentes estilos. 

Desde el recibidor algunos maniquíes desnudos y figuras de cera con vestidos ostentoso y polvorientos, acompañaban el camino hasta el comedor, donde diferentes figuras se encontraban sentadas en la mesa imitando un banquete festivo. No había estante ni mueble, que no tuviera mínimo dos muñecas, todas diferentes, algunas de porcelana, otras de trapo y telas, y otras simplemente de plástico.  Todas ellas siendo víctimas del tiempo, mutiladas por el paso de los años, haciendo de su morada algo bizarro para vista. Tal vez por eso a Salome le encantaba pasar el tiempo ahí, curioseando y paseando por los cuartos y corredores, de hecho, había encontrado  un pequeño cuarto secreto detrás de un librero, que parecía ser algún taller pues ahí había piezas sueltas y refacciones para crear nuevas, o reparar algunas.

Ahora Salome se encontraba ahí, no para esconderse, si no para empezar de nuevo. Se encontraba parada en el recibidor del lugar, cuando escucho gruñidos y ladridos de un animal que la amenazaban. "Vaya creí que este lugar estaba abandonado, yo me encargare" dijo Araziel mientras transformaba sus manos en unas largas garras negras, "Alto, el me pertenece, me debe la vida". Un perro de pelaje dorado bajo las escaleras, sin dejar de ladrar y de erizarse al gruñir, pues su instinto le llamaba a protegerse de lo que antiguamente era su dueña, "¡Silencio¡", Salome hizo una seña con la mano que obligo al animal a sentarse y cambiar su comportamiento y humor. "Entrenadora canina, que ridiculez", "Es un vida por vida Araziel" replico Salome mientras acariciaba la cabeza del perro. "Viniste a reírte o a ayudarme, en marcha". Salome dejo al perro y empezó a subir las escaleras hacia el estudio.

Ya estando dentro, Salome comenzó a empujar el librero con un poco de esfuerzo, mientras que Araziel la observaba sentado en el escritorio, "nunca te has pregunto el origen de que este lugar este abandonado", Salome termino de empujar, por lo que se dirigió al escritorio, busco minuciosamente dentro de uno de los cajones laterales, "Hay varias leyendas locales, pero todas coinciden en que una noche despareció toda la gente del pueblo de un momento a otro, solo quedaron 5 personas como recordatorio de lo sucedido, personas que fundaron el nuevo lugar. Mi versión favorita es la que dice que todos los pobladores se convirtieron en las muñecas de esta casa. Claro que todos son cuentos de este lugar", Salome encontró la llave de la puerta y se dirigió a abrirla, "Pero no te gustaría saber la verdad, por que yo se cosas que te impactarían", "Silencio Araziel, necesito tener cuidado para no romper algo".

Al entrar al taller, en una pequeña mesita, Araziel sintió curiosidad por ver a la única muñeca que no se veía tan maltratada como las otras, mientras que Salome buscaba en una de las cajas un ojo de cristal que le fuera a la perfección. "No me equivoque, eres bastante parecida a ella, reparar muñecas, ja, vaya pasatiempo", "¿A que te refieres?". Araziel calló, y ese silencio se extendió por varios minutos hasta que Salome saco de la caja, un ojo de iris azul turquesa, "Aquí está, ven ayúdame". Salome se incorporo, y se sentó en la silla que estaba justo detrás de ella, y movió su cabeza hacía atrás.

Araziel se acerco lentamente a ella, y con un trapo que se encontraba junto a los diferentes pinceles en el escritorio limpió la sangre del rostro de la chica, mientras que con la otra mano abrió lentamente el espació vació donde antes yacía el ojo derecho. Bajo el trapo y cuidadosamente metió la pieza dentro de la cuenca, debía hacer cierta presión ya que la sangre había empezado a coagular, además de que las conexiones del ojo hacía el interior habían quedado un poco salidas después de que el ojo fue desprendido de ellas. 

The Dark Of The Bleeding MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora