-🖤-Cabeza de raíz

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La noche estaba en total calma, en aquel pueblo cada habitante yacía dormido. Alejado de dicho pueblo estaba la tumba de un demonio que había sido sellado por la reconocida sacerdotisa Kikyo, cabeza de raíz, un demonio problemático como cualquier otro.

El lugar estaba a oscuras hasta que una esfera de luz se hizo presente y dejó mostrar a dos personajes, una chica de cabellos rizados en dos coletas bajas de color negro, su pollina de lado cubría su ojo izquierdo, de color negro, sus ojos eran rojos, fríos y vacíos. La perla se situó en su mano derecha una vez dejó de brillar. El otro, era un demonio de baja estatura jorobado y sus brazos podían llegar al suelo, tenía tres cachos a cada lado torcidos que parecían ramas secas, tenía abundante pelo en la cara y los de sus cabellos se unían con su barba que tocaba su pecho, en sus brazos descubiertos sin ningún tipo de tela los cubría maleza y ramas secas también.

El demonio de baja estatura camino hasta donde estaba la tumba donde cabeza de raíz estaba sellado.

-Ganryuu...- llamó su acompañante, su habla era lenta pero su voz era aguda- No podrás remover el sello, aún conserva el poder de la sacerdotisa.

El nombrado se comenzó a reír.

-Eso ya he visto. Pero no soy tan estúpido como para actuar imprudente sabiendo la situación, además...-le miró por el rabillo de sus ojos, cual color eran verdes y vacíos de igual forma- No me gusta volver con las manos vacías.

Del suelo comenzaron a salir raíces en muchas cantidades.

-Ganryuu...- otra vez llamó sin moverse de su posición- ¿Por qué tienes tanta necesidad de liberar a un demonio incompetente como cabeza de raíz?

-Ya lo veras, llevaré las cosas de forma natural- y las raíces salieron cerca de la tumba y causaron un deslizamiento en el terreno, dejando así al otro demonio libre- Vamos, Utano. Espera a mi siguiente orden.

Casi seis meses habían pasado desde que Kagome decidió regresar a la época para vivir con Inuyasha, la era sengoku había cambiado completamente y ahora gozaba de buena calma. Con problemas cotidianos pero nada que no se pudiera manejar. En este día, se encontraba caminando con una pequeña cesta de paja al lugar donde Sango se encontraba lavando a la orilla de un rio.

- ¡Sango! -mientras terminaba por acercarse.

La llamada volteó enseguida.

-Hola, Kagome- chan- dijo mientras golpeaba la ropa con una vara de madera, su pequeño hijo en su espalda y sus gemelas apartadas jugando en el césped.

Las pequeñas voltearon enseguida escucharon la voz de la peli negro, sonrientes se levantaron y corrieron con sus pequeñas manos extendidas.

- ¡Kagome! -Dijeron ambas-Oye, mira, mira.

-Oh, ¿Qué es esto? -preguntó arrodillándose a su estatura.

- ¡Los reunimos! -dijo Kin'u.

- ¡Tenemos muchos de ellos! - continuo Gyokuto.

-Son raíces de Kudzu- dijo Kagome mirando los pequeño trozos de raíces que estaba en las manos de las pequeñas-Si las secamos, pueden convertirse en medicina.

-Vaya... ¿En serio? -dijeron las dos gemelas.

-Ah, por cierto...-Kagome empezó a rebuscar en su pequeña cesta captando la atención de las dos pequeñas-Tengan, esto es para ustedes-extendió su mano mostrando una pequeña y delgada raíz.

Las dos niñas no apartaban la mirada de lo que había en las manos de la peli negro.

- ¿Qué es eso? - preguntaron.

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