—Disculpe por interrumpirle esta noche tan hermosa, señorita sacerdotisa— empezó a decir— pero... ¿sería tan amable de entregarnos la perla de Shikon?
A tal declaración era evidente que estaba fuera de contexto, y no podía dejar más confundida a la sacerdotisa. Alguna vez escuchó sobre una joya que los demonios deseaban poseer, pero no había ningún motivo por el cual ella tenerla. Su mirada paseo por los seis presentes y detalló por encima el aspecto de cada uno; a su derecha estaba un hombre de cabello negro, sus ojos eran verdes y esbozaba frialdad, su rostro estaba sin expresiones y una serenidad que asustó a Kiyoshi, su torso estaba desnudo pero lo cubrían marcas en forma de rosas. El que le seguía era un demonio sentado como perro en el suelo, con dos par de cachos, los normales que apuntaban hacia atrás y otros que le salían y cubrían por donde debían ir las orejas apuntando hacia adelante, sus ojos eran dorados, su piel gris adornados con marcas doradas.
Con gracia se encontraba de pie una de las dos demonio, su cabello era negro pero su pollina podía cubrir uno de sus ojos, los cuales eran negros sin señal de pupilas, marcas como de serpiente se extendían por su brazos derecho y sus manos contaban con uñas más larga que cualquiera que haya visto en demonio. El otro demonio era la que sostenía en sus manos la esfera, sus ojos rojos vacíos y cabellos rizados en dos coletas bajas, tapando de igual forma uno de sus ojos. El siguiente apenas y se alcanzaba detallar, su cabeza la cubría una túnica negra, su cabello no pudo distinguir con la poca luz pero sus cachos salían de sus orejas y apuntaban firmemente hacia adelante, pero pese a la oscuridad sus ojos brillaban al igual que todos, sus ojos dorados que rebosaban maldad.
Bajó su mirada de inmediato al que le había hablado, sin duda era el que tenía el aspecto más repugnante de todos. Bajo y jorobado, con sus brazos que alcanzaban tocar el suelo, tres pares de cacho cada tres por lado, sus colmillos de abajo sobresalían de su boca, su pelaje que se unían con su barba que daba justo por pecho y sus ojos, eran de un verde parecido al amarillo brillante sin pupilas.
Kiyoshi retrocedió, no le estaba en su cabeza la forma de que esos demonios lograran pasar por la barrera, sabía que aún estaba en pie, razón por la que sus pensamientos se habían bloqueado.
— ¿Y bien? — rompió el silencio que se había colocado entre ellos.
—No tengo ninguna perla de Shikon...— respondió sin apartar la vista del demonio.
—Oye, oye Ganryuu— intervino unos de los demonios, el que su cabeza estaba cubierta por una túnica que respondía al nombre de Suigetsu— ¿Es esta la mujer? ¿Ella posee la perla? Si es así solo arráncala de donde esté y masacremos este pueblo.
—Estoy segura de que escuché que la perla de Shikon había sido destruida... por otra sacerdotisa— la de ojos completamente negros intervino llevando su mano hacia sus labios, su nombre era Shiho.
—Ganryuu cree que aun dicha joya existe en este mundo y quiere conseguirla para el señor Muramasa— Utano miraba al vacío.
Ganryuu comenzó a reír y señaló a la peli negro.
—Mientes. — Kiyoshi frunció su ceño— Esta justo ahí, puedo verla. Resplandece tanto que podría quedar ciego.
<< ¿Mi pecho?>> en seguida tocó el lugar señalado por el demonio, pero solo le dejaba más confundida.
— ¿Cómo? ¿Puedes verla? —le preguntó Shiho.
—Entiendo. —Habló Utano— Ganryuu extrajo el poder del árbol conocido como el árbol de las edades, quien tenía reservado para si el poder de una sacerdotisa quien en su estado de vida protegía la joya. Siendo una de las dos que podían ver y sentir dicho objeto.
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𑁍 SESSHOMARU 𑁍
FanfictionCreyeron que todo había terminado con la destrucción de la perla de Shikon y que a raíz de eso la época antigua estaría calmada para siempre. El tiempo transcurre y las personas vivían de manera pacifica, cada quien en sus asuntos. Un día, quien men...