-🖤-El inicio de una tormenta

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Kiyoshi

Solo se escuchaba el agua de la cascada y solo sentía el frio y el peso que ésta me producía. De pie bajo ella con un kimono blanco me exponía a un ritual de purificación, en donde también puedo ir las voces de las deidades que quieran comunicarse conmigo.

-No funcionó...-en un pequeño susurro habló la deidad de la pureza- Tu enemigo aún se encuentra con vida.

¿Qué quieres decir?

-No fue nuestro error, había algo en él que lo protegió. Puede que tengas otro encuentro con ese demonio.

Entiendo.

Una risilla se escuchó, sabía quién era la que intervendría. Siempre hacia la misma aparición. Nosotros como sacerdotes y sacerdotisas podemos pedir prestada la ayuda de las deidades de este mundo, a ese poder le llamamos divinidad pero no solo empleamos su fuerza, sino que hacemos uso de poderes oscuros, deidades oscuras, personas que habían sido lo suficientemente malas en sus vidas que al morir fueron maldecidas para redimir sus pecados ayudando a los que ellos alguna vez traicionaron. Los humanos.

¿Qué tienes que decir, Leiko?

No conocía bien su historia, pero siempre conseguía volver oscuro lo que tocara, simbólicamente. Se beneficiaba de ellos, de la maldad de las personas para lograr grandes cosas.

-Demonio y todo, pero de verdad es decepcionante- volvió a reír.

Aún sigue con vida, ¿Cuál es la parte decepcionante?

-Me usaste para impedir sus movimientos, mientras más es su maldad más es la parálisis- se rió- Estaba emocionada, podría haber hecho trizas sus huesos con la fuerza de su maldad... No obstante, no contaba con la maldad suficiente.

No podía dudar de sus palabras. En mi vida me he encontrado con demonios que sus huesos quedaron pulverizados por la ayuda de Leiko, ¿Qué caso tenía ser un demonio y no tener lo suficiente en maldad?

-Sea como haya sido. Ningún demonio merece que le tengan lastima-interrumpió la Deidad de la pureza-, esto ha terminado.

Salí de la cascada y en unos de los arbustos cerca del río cambie mi atuendo. Recordé inmediatamente, cuando intente secar mi largo cabello, que la cinta con que le sujetaba la perdí en mi batalla con el ogro. Como pude le seque y deje que el resto lo hiciera con el viento que hiciera, de regreso al pueblo pude encontrarme con la anciana Maru, tan malhumorada como siempre.

Sonreí y llegué hasta donde ella estaba, extrañamente en mi choza.

- Buen día abuela Maru, ¿Estaba buscándome?

-Quien más vive en esta casa-respondió, si... ella era tan amable.

-Sí, tienes razón-reí- Entonces... ¿Para qué me buscaba?

-Sayo va a dar a luz. Ven conmigo, necesitare tu ayuda-y con sus manos hacia atrás comenzó a andar.

-Oh, ¿tan pronto? - le seguí.

- ¿Qué clase de pregunta es esa? Han pasado los nueve meses que se debe, ¿Qué has estado haciendo tú que el tiempo se te ha pasado volando? -Volteó a verme.

-Me pregunto, también- contesté, chasqueó su lengua e hizo que le mirara asombrada. ¿No dije nada para hacerle molestar?

-Igual que él. Nunca aprenden- allí murió nuestra conversación.

Cada vez que decía esa frase se refería a lo calmado que siempre recibía las cosas o hacía. Y, no solo soy yo. Mi maestro, en su en momento de vida, siempre llevaba las cosas con calma, nunca le miré angustiado, nunca le miré con lágrimas en los ojos, solo había sonrisas. Sonrisas y más sonrisas.

𑁍 SESSHOMARU 𑁍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora