Perspectiva

1. CAPITULO I

"Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre como equilibrio de esa contradicción."- Gilbert Keith Chesterton
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Era una tarde común en la provincia de Miyagi, el equipo de voleibol de Karasuno volvía a casa después de la derrota sufrida ante el Aoba Josai.

Nishinoya y Asahi caminaban juntos, uno al lado del otro, en total silencio, algo raro viniendo del increíble libero; no fue sino cuando llegaron a la casa del mayor, libres de las miradas de terceros, cuando se sintió a salvo, que dejo que todo aquello que lo atormentaba saliera a flote en formas de lagrimas, siendo refugiado rápidamente en los fuertes brazos de su pareja.

-Lo siento, lo siento, lo siento...- repetía entre lagrimas, el peso que generaba sobre sí mismo, los hubiera, amenazaba con aplastarlo, por suerte a su lada estaba la persona a la que amaba y que jamás dejaría que algo como eso le sucediera

-Yû...- le llamo con suavidad, mientras acariciaba su cabello – estuviste increíble y si alguien debe disculparse por algo, soy yo – el libero levanto el rostro para verlo directamente a los ojos, todavía se encontraban en el recibidor de la casa, era una bendición que nadie de la familia Azumane, estuviera presente – fui yo el que fallo como estrella, fui yo quien no fue lo suficientemente fuerte, fui yo quien decepciono a todos – y cuando Nishinoya parecía dispuesto a contradecirle, el continuo – pero te prometo que lo remediare, no me rendiré nunca más, no volveré a retroceder, solo te pido que me acompañes una vez más, que cuides de mi como hasta ahora has hecho, prometo que daré todo lo que tengo e incluso más, si tu estas ahí para acompañ- no pudo seguir diciendo nada cuando los labios del contrario lo habían silenciado.

-Es una promesa – le dijo el libero cuando se hubieron separado.
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Daichi y Suga, que habían despedido a todos los demás miembros del equipo, ahora caminaban a la salida, en silencio, cuando el albino intento comenzar una conversación, Michimiya Yui apareció en escena, agitando su mano en un saludo efusivo.

-Sawamura-kun y Sugawara-san – llamo con suavidad cuando le dieron alcance en el portón

-Michimiya-sama – dijo Sugawara para devolverle el saludo.

-Yui  - saludo con una sonrisa el capitán - nos vemos Suga -  fue lo que dijo para tomar la mano de la muchacha y comenzar a caminar juntos.

-Nos vemos Daichi – fue lo único que pudo decir el peliblanco, mientras veía a la pareja alejarse con parsimonia.

Él continuo caminado hasta llegar a su hogar, saludó con normalidad a su madre, subió hasta su habitación, cerró la puerta y se reclino de espaldas sobre esta, dejándose caer, abrazo sus piernas y dejo que las lágrimas desbordaran sus ojos en un llanto silencioso. Dolía, claro que lo hacía, no había dejado de doler, desde hace un año, cuando se dio cuenta de que estaba perdidamente enamorado de su mejor amigo,  y que este estaba perdido por Yui Michimiya, con quien hace aproximadamente ocho meses sostenía una relación. Y dolía aun mas esta vez, porque él quisiera estar el lugar de la muchacha, ser quien consolara al capitán en estos momentos, con quien compartiese sus tormentos y sus culpas, quería ser él quien fuera su respaldo, y a su vez, poder recargarse en Daichi cuando sintiera sus fuerzas extinguirse.

Se puso de pie, ducho y cambio. Con el alma pesada por la tristeza y los remordimientos que lo acompañaban después de haber perdido el partido se durmió
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Daichi y Yui caminaban por las calles poco concurridas, camino a la casa de la morena, pues el muchacho había prometido acompañarla, extrañamente, el no se sentía cómodo con su novia, quería hablar con ella del partido, compartir con ella todo sus sentimientos, justo como lo hacían cuando eran solo amigos, pero algo se lo impedía, sabía que si hablaba ella intentaría comprenderlo, pero no era suficiente.