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Consejo No. 10: No te asustes si algo sale mal, ¡lo importante es saber resolver el problema! Tal vez encuentres algunas dificultades al principio, pero el tiempo y la práctica te darán herramientas para encontrar soluciones.
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Aquel domingo empezó lento, con Julien despertando entre un montón de libros y hojas. Estaba en su cama, por lo que todo esto estaba tirado sobre esta, y la los lados. Era un completo desastre. Le dolía un poco la cabeza y se sentía muy cansado. Las clases que había tenido el sábado por la mañana le habían dejado montones de temas para repasar al comenzar el nuevo semestre. Quería estar seguro de que lo haría bien y no se atrasaría en los temas, estaba dispuesto a esforzarse al máximo por su madre.

La luz del sol se filtraba por entre las ventanas, reflejándose en los papeles enrollados para planos. No tenía idea de qué hora era, pero sentía hambre, así que no debía ser muy temprano. Se levantó, tirando la mitad de las cosas que tenía sobre la cama, y tanteó las sábanas para encontrar su celular.

Pudo entonces ver que no pasaban de las diez de la mañana pero, para él, podrían perfectamente ser las tres de la tarde. Había estado demasiado estresado últimamente, tanto que perdió la noción del tiempo como sí y lo media en las clases más que en las horas. Como los domingos no tenía ninguna clase, tal vez ese día era mejor para él calmarse y empezar el semestre de la mejor manera.

Tomó una ducha fría para quitar los restos de sueño, arregló el departamento lo mejor que pudo, y decidió salir a comer algo, antes de llamar a Sally para ir al cine o algo parecido. Esperaba que ella no estuviera ocupada con su novio y le hiciera algún hueco en su tiempo libre, de otro modo Julien pasaría una tarde solitaria jugando algo en su celular o viendo alguna serie mala.

Llevó las llaves, la billetera y el celular, y bajó a paso rápido por las escaleras. No se encontró con ninguno de los otros inquilinos, tal vez porque seguían durmiendo o ya habían empezado su día mucho antes que él. Ya afuera, un cielo despejado lo recibió, volviendo sus ojos un poco más verdes. Se le antojó algo dulce, así que caminó un par de cuadras hasta una cafetería a la que iba un par de veces al mes.

Había mucha más gente en las calles, pero no tanta como la que normalmente está entre semana en un distrito universitario. Julien iba con la cabeza gacha, evitando ver a cualquiera o chocar con alguien. Así lo prefería. Prefería no tener que interactuar con mucha gente, y por eso no se le hacía raro tener solamente a Sally.

Llegó a la cafetería y sonó una campanilla cuando entró. Estaba llena a medias, nada muy hostigante. La chica de la caja le sonrió amablemente al verlo: era una castaña de ojos marrones en sus veintes. Julien la vio, y le devolvió la sonrisa con la misma cortesía. Mientras se acercó a ella, observó las vitrinas.

—Bienvenido, ¿qué te puedo servir?- Le dijo en un tono amable. Era bueno darle a las personas algo bueno para comenzar la mañana, así fuera solo una sonrisa.

—¿Me das un matcha y un rollo de canela? Por favor

—¿Calientes los dos?- La chica anotó el pedido y él sacó su billetera. Asintió ante la pregunta.

—Sí.

—¿Algo más?- Le sonrió de nuevo. Lo notó cansado y bajo de ánimos. No sabía por qué y tampoco era de su incumbencia, pero la belleza de Julien había llamado su atención. Creyó qué tal vez pasaría algo si hacía que ese pobre chico sonriera con un poco más de sinceridad a pesar de sus ojeras.

—No, gracias-. Vio el monto en la pantalla y se lo entregó a la cajera, la cual lo recibió y le dio el cambio.

—¿Cuál es tu nombre?

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⏰ Última actualización: May 30, 2020 ⏰

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