Capítulo 6

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Abre los ojos incomodo al sentir un peso extra encima, acostumbrándose a la molesta luz que se cuela por las cortinas entreabiertas, en un gruñido se estira, causando que ese peso extra se remueva y murmure entre sueños, con un timbre de voz que le congela la sangre. 

- ¿Podrías dejar de moverte, Shiro? ya en un rato te doy de comer - 

Tragando pesado descubre con cuidado las sabanas que recubren el bulto encima suyo, haciéndolo pegar un grito ensordecedor mientras se echa para atrás y cae de culo al piso con todo y sabanas, redescubriendo por fin la silueta que había estado descansando encima suyo todo ese rato. 

- ¡Que te calles, joder! - la persona se incorpora sentándose en la cama con el pelo largo enmarañado, si estuviesen en otras circunstancias se habría burlado pero considerando su posición no se atreve ni articular palabra - Que te he dicho que... - un silencio sepulcral inunda la alcoba al tiempo en el que los orbes azules se encuentran con los ajenos, como si analizara lo que está pasando - 

Finalmente luego de eternos 30 segundos este pega un grito y un salto quedando en las mismas condiciones que el de apariencia extraña. 

- ¿T-Tú que h-haces aquí? - dice nervioso el rubio, caminando de un lado a otro por toda la habitación, agarrando fuertemente la sabana que estaba tendida en el suelo para cubrir su desnudez - 

- Lo mismo me pregunto - el azulado se pasa las manos por el pelo en un gesto de desesperación y angustia - ¿Dónde está mi ropa? 

- ¡Al carajo tu puta ropa! ¿No te das cuenta de lo que está pasando? ¡qué diga! ¿¡De lo que sucedió?! - el rubio estaba muy exaltado, poniendo incluso más nervioso de la cuenta al mayor - 

- ¡Claro que lo sé! no me trates como idiota, que no hace falta analizar mucho viendo la circunstancia en la que estamos - se agarra el puente de la nariz, eso se ganaba por haber bebido en exceso anoche - 

- Y-Yo iré a darme una ducha - intenta escapar sin ánimos de seguir viéndole la cara al mayor, estaba seguro que sus mejillas estaban ardiendo - será mejor que te vayas... - 

- Hmm.. si supongo - ambos estaban que se morían de la vergüenza y eran incapaces de dirigirse la palabra por más rato, pero lo más preocupante es que seguramente con ese acontecimiento muchas cosas cambiarían entre ambos, posiblemente no podrían volver a verse jamás - Deidara.. - le llama mientras por fin encuentra su ropa y empieza a colocársela, también sirviendo como método para no verlo directamente - 

- ¿Qué quieres? - el rubio seguía con la mirada abajo, en un vano intento por apagar el rubor en sus mejillas - 

- No comentemos nunca más esto. - 

- Idiota, por supuesto que no lo haré y por tu bien que tampoco lo hagas - 

- No, Deidara no bromeo, nadie debe saber nunca esto... en especial Itachi - 

Y no sabe porque la declaración le provoca un ardor desagradable en el estomago, es decir, desde siempre supo que Kisame estaba enamorado de Itachi pero no era capaz de decírselo, incluso en más de una ocasión se llego a burlar de sus intentos por captar la atención de este, no comprendía entonces porque su pecho le dolía tanto en esos momentos. 

Sin dar respuesta se mete al cuarto de baño, dejando que el otro suelte un suspiro cansino, terminando de colocarse la chaqueta 

Toma su móvil y sonríe al ver el mensaje del pelinegro. Lo que habría dado por haber pasado la noche con él en vez del rubio.  

Justo cuando gira el pomo de la puerta la voz de su amigo le detienen 

- Oye - el rubio asoma la cabeza por la puerta del baño - ¿quién estuvo arriba? - 

Melodías a tu nombre (ShiIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora