CAPÍTULO 1: LOS CONFINES DEL ESPACIO

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Reparto

Matt Damon como el Capitán Sam

Vaggie (Hazbin Hotel) como la teniente Vagatha Guadalupe

Anya Taylor Joy como la tripulante/embajadora eldar Lia Jonx

Seth McFarlane como El Embajador

Michael Mando como el Mayor Heinrich Voytek

Leonard Nimoy como el Consejero Atlas

Eddie Murphy como el Doctor Galilei

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Luego de una horrible noche de insomnio, el teniente se levantaba de su cama. No sabía ni siquiera porque simulaba dormir debido a que realmente no lo necesitaba, tampoco necesitaba comer pues un Tecnonúcleo era lo que realmente le daba vida. En los cables de su cuerpo corrían 12 litros de aceite lubricante, lo cual evitaba el sarro en sus vigas y circuitos. A pesar de eso, tenía toda la apariencia y comportamiento de un ser humano promedio.

Se roció con un aromatizador pues tampoco necesitaba de las duchas para conservar su higiene, además seguramente el agua le provocaría un cortocircuito en algunas de sus extremidades.

A pesar de todo, fue al salón de entrenamiento de su casa y golpeó el saco de boxeo tantas veces que terminó por argrietarlo, a veces medía la fuerza de sus golpes, a veces no y eso realmente no lo consideraba preocupante, pues 5 años en la academia le habían enseñado lo suficiente para ser un capitán, y mañana finalmente lo sería a las 12 de la tarde. Fue a la cocina, solo para ver que su refrigerador estaba vació, nuevamente no se preocupo pues jamas había comido en su vida.

Repentinamente escucho un toqueteo en la ventana de su habitación, para sorpresa suya ahí estaba su nuevo vecino, de la raza que a penas se había unido a la LSU. Abrió la ventana solo para escuchar su molesta voz graznar.

—¡Graak! Las puertas de sus casas son muy pequeñas en este mundo.

—Ah bueno, es que esto no es una puerta, es una ventana.

—¡Graak! ¿que es una ventana?

—La ventana es precisamente el hueco por donde intentabas ser invitado a mi casa.

—¡Graak! Es muy extraña la estructura de sus casas.

—Lo se ¿te invito a entrar a mi casa?

—Si no es mucha molestia.

Al fin, dejo de hacer ese molesto graznido.

—La puerta esta abajo, puedes dejar de volar.

El hombre-ave bajo, camino e ingreso a la casa al momento en que Sam le abrió la puerta, este observaba la casa con extrañeza.

—Ustedes ¡Graak! si que tienen unos hogares muy extraños.

—Si tu lo dices.

—¡Graak! ¿Donde esta tu esposa y tus crías?

—¿Que? Ah, no, yo no tengo esposa y ni mucho menos hijos.

—¡Graak! Bueno, fue un gusto conocerlo vecino, si quiere hablar puede visitar el árbol Sphere en Brooklyn ¡Graak!

El hombre ave se retiro volando hacia las siguientes 3 cuadras de la casa de Sam, sin embargo, el teniente de la LSU esperaba no verlo ni hablar con el otra vez, pues sus graznidos terminarían por dañar sus sistemas de oído.

Tomo todo lo necesario junto a su gafete de identificación y salió lo mas rápido que pudo al tren sónico Impala, lo abordo y espero.

La distancia que tenía que recorrer diariamente era de 43 km, si bien no era mucho, no podía darse la tarea de ir caminando hasta La Central de Nueva York de la LSU. No podía quejarse ya que el literalmente no se cansaba nunca, no sentía dolor físico pero si podía experimentar algoritmos de programación similares a las emociones en los casos dados. Era una maquina, si, pero era una maquina que intentaba ser humana, y Sam no lo sabía, al menos no conscientemente.

STELLARIS®Where stories live. Discover now