Pánico

20 3 0
                                    

¿Qué ocurre? , ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? , ¿Me voy? Me quedé varada en mí, sentía la falta de incorporar oxígeno en el cuerpo, notaba aquella necesidad básica de la cual nunca nos hacemos lío para obtenerlo, pero en estos puntos, parecía inevitable solamente pensar en ello. El miedo era eterno, lo único capaz de apoderarse de mi mente. Tener algo atorado en el medio del pecho, era como el hecho de poner los pies en agua ardiente, esperando que de apoco se quemen por completo, pero sintiendo el fuego en cada momento. Y lo atorado en mi pecho cobraba vigencia en mi tiempo, entendí que poco de mí quedaba. Que lo difícil de existir, es pensar que en algún momento se acaba. Y toda palabra, se quedaba corta. Nadie podía ser capaz de regresarme, porque cuando tu alma se escapa por el empujón de tu mente, la voz del otro ya no es arma, para la de tu inconsciente. Consciente tenía, del horror que en mi persistía, permitía que plantara sus raíces, y descubriera mis distintos matices, se adueñara de cada uno, lo distorsionara y me mostrara un mundo del cual no era oportuno ser partícipe. No sé en qué momento empezó todo esto, un día iba viajando en auto y sentí la agonía de morir encerrada, quizá fue allí, pero la sensación de estar ahogada solía pasarme antes. De apoco, lo poco, se hace mucho y lo mucho se vuelve inalcanzable. Hay días como estos, en que me permito estar acurrucada en el temor y no es justo, no. No elegí esto, nunca elegí nada, ni mi cabeza, mi alma, mis pensamientos o el hecho de llamar a algo mío siendo que me sentía sin libre albedrío. Las cosas no tenían sentido, ni este temblor en mi cuerpo, ni tener el cuerpo dormido, porque me paralice, al ver, que estaba al borde de desaparecer.

Gotas de sudor descendía de mi frente, el dolor en mi pecho cada vez era más latente, supuse que tirarme en el piso y enrollarme como un niño, era adecuado. Llorar en busca de evitar aquel sonido, en lo más profundo de la mentalidad, que me hacía odiar a mi cuerpo sintiéndose a punto de reventar, por la mente y no por lo real. Manos me ofrecieron, en busca de mi consuelo, pero no podía, porque el universo se detenía o al menos, yo así lo percibía. Lo feo y triste es saber que el problema era solamente yo, y que yo, también era la solución.

Grito en mi interior, temo de que esto sea mi instinto y lloraba aún más fuerte porque un golpecito retumba en mi mente, gritaba "¡Vete!" . No quiero sentir temor pero aquello no se va, permanece. Tengo miedo y nadie lo entiende. Abrazo mis piernas mientras, y me encierro en mí misma, porque nadie puede ser capaz de protegerme y esta lucha solo es mía. Quiero besar con despedida a la muerte y abrazar a la vida creyéndome apta de que me pueda obtener, porque yo no la obtuve, ella me eligió a mí. Que tan real puede ser lo proyectado en nuestras cabezas, tan real capaz de derribar la barrera de lo maquinado y aportar en la salud de mi carne, empeorarlo hasta el punto de creerme aquel desastre.

"Estás bien, si sales a fuera el mundo no se cae", "No podes vivir solo en ti y encerrarte", también lo sé, no me lo repitas, también besé al mundo desde arriba, pero desde abajo crees que todo se te caerá encima. Ayúdame a ayudarme, repara las pilas de mis pilas. No pido que intentes manejar mi vida, solo que me acompañes a poder vivirla. Es feo sentir esto sola, ahogándome como un pez en medio de su hábitat el agua. Acepto tu mano, pero no, tu mirada. Que horrible es sentir esto en vano y no por mi guarda. Mamá abre la ventana, el sol pega en mi cara, tirada en suelo estoy, pensando como mi cabeza un nuevo día más me afana.

Cuento mentes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora