No te quedes quieto

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Removí las cosas en el suelo buscando material medico para reemplazar las gasas rotas y cubiertas de sangre en mi pierna izquierda, procurando no hacer ruido que pudiera alarmar a cualquiera de las bestias a mi alrededor, lo cual en si significaba no hacer ruido alguno por los sentidos auditivos mejorados de casi cualquier animal y el silencio perpetuo que había caído sobre la faz de la tierra.

Normalmente no era el tipo de persona que disfrutaba del ruido en exceso, me solía gustar los lugares tranquilos y callados para poder descansar con audífonos puestos escuchando únicamente lo que yo decidía escuchar, se podría decir que me gustaba el silencio, pero esto no, esto era un silencio totalmente anormal, o lo habría sido antes de la horrible experiencia a la que había nombrado el despertar porque me negaba a creer que era algún tipo de nacimiento como el de las mariposas porque a diferencia de ellas, lo que me había pasado a mí no era normal, esto era un silencio total y absoluto, terrorífico y agonizante, con la ausencia total de humanos ya de por si la falta de ruido era sorprendente, pero eso no era lo que había sumido al mundo en silencio, eso había sido la ausencia del tronar de las aves, o el batir de sus alas, la ausencia del cantar de los grillos o el zumbar de las abejas, la ausencia del golpe de las patas de los animales contra el suelo al correr, incluso la ausencia del viento hasta la hora de las ventiscas nocturnas cortaba el ruido natural constante que parecía existir en la tierra hasta lo que sea que había causado todo esto.

Había cuatro días desde que desperté para notar el silencio, la sola idea de que me tardara entonces ahora me parecía aterradora ahora, pero la verdad es que con todo el ruido que yo misma estaba haciendo el silencio era roto por donde sea que pasara, lo que me había metido en demasiados problemas y casi a la muerte más veces de las que podía contar con mi dedo en esas menos de noventa y seis horas, no había logrado comprender como las bestias me encontraban tan rápidamente hasta que la realización me golpeo, y desde entonces, tal como las demás criaturas no había tratado de volver a hacer ruido alguno en busca de mi seguridad.

El silencio no era un peligro en sí, o no un peligro físico porque mentalmente iba a volverme loca pronto, el peligro era romperlo, porque eso atraería a las bestias.

Las bestias, porque no podía llamarlos monstruos, era básicamente algún tipo de animal que había mutado a una criatura sedienta de sangre y horrorosamente cambiada físicamente para ser más aterradora y letal; aunque al menos las mutaciones eran iguales, o al menos demasiado semejantes, entre especies, porque al menos sabía que esperar de las especies que había visto.

Lo que no era un gran consuelo a gran escala porque incluso los conejos habían pasado de ser tiernas pelotitas de pelo a rabiosas criaturas con garras filosas y parecidas a navajas saliendo de sus patas de al menos el tamaño de mi pantorrilla, con dientes tan largos como mis índices, pero con el filo y la fuerza capaz de romper mi piel y hueso, no sabía si el que su demás cuerpo haya quedado de tamaño estándar para mi vida anterior era bueno porque no quería saber qué clase de horror seria entonces, o malo por lo perturbador que era la deforme diferencia de tamaños.

Un escalofrió de horror atravesó mi cuerpo solo de pensarlo, sabía que debía acostumbrarme a la imagen de la criatura y superarlo, pero había visto uno por primera vez hace tan solo doce días y esa cosa había tratado de arrancarme el brazo, no tenía idea de si lo había hecho con intención de atacarme y había caído en una trampa o si la criatura había tratado de protegerse cuando me vio acercarme tratando de tocarlo, pero yo no me había acercado con intención de herirlo o matarlo, de hecho me había acercado buscando compañía agradable, tal vez incluso cuidarlo y llevarlo como mi compañía, la astuta cosa se había escondido en la nieve, enterrando abajo sus patas y dientes para dejarse ver únicamente como una linda pelotita de pelos, hasta que acerque mi mano lo suficiente y esa cosa decidiera saltar hacia mi brazo ensartándome sus dientes, que después de eso lo haya matado fue porque si no lo hacía eso iba a matarme a mi.

Es un frió mundoWhere stories live. Discover now