Veintiuno

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Por las noches escuchaba sus canciones. Imaginaba que realmente me las cantaba a mí y no solo lo hacía por compromiso.

Colocaba el celular en mi oído, cerraba los ojos y lo imaginaba a mi lado. El audio se repetía una y otra vez. Luego mi mente me hacía una mala jugada, y él ya no estaba conmigo. Le cantaba a ella, y se veía tan feliz que llegaba a pensar que mis sentimientos lo único que hacían era estropear todo. Pero simplemente no lo podía controlar.

No tenía ni idea porque, pero me gustaba más que leer mi poema favorito acompañado de un café.

Todos los libros que leía comenzaban a ser protagonizados por él, y en mis sueños él era el actor principal.

Me gustaba tanto, me gustaba desde antes de que me conociera. Años atrás escribía de su belleza y ahora, su voz, su perfecta voz era lo único que rondaba por mi mente.

Todo lo que escribí mientras él no me mirabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora