Veintiséis

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Tomé mi bolígrafo y una servilleta que yacía en la mesa. Y observándolo de lejos, comencé a dibujarlo, primero su despeinado cabello, luego su afilado rostro añadiendo su barbilla partida, le seguí con sus orejas, luego su nariz, perfilándola. Sus pequeños ojos con sus pestañas tupidas pero caídas, sus cejas marcadas y por ultimo sus labios, esos labios carnosos que me dejan sin aliento.

Terminando mi obra la observé con detenimiento, era hermoso, perfecto en todos los sentidos. Y me encantaba, no podía decir cuan enamorada estaba de él porque las palabras nunca eran suficientes.

Todo lo que escribí mientras él no me mirabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora