Capítulo 1

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Era una tarde calurosa, el sol resplandecía vivaz en el cielo sin ninguna nube que pudiera entrometerse en su fulgor. Pero el viento, la brisa marina ayuda a calmar el calor y acariciaba el rostro de la niña llenandole la nariz con el olor a salitre. Era un buen día para navegar, o al menos eso le dijo el capitán a su padre aquella mañana. Decían que, con ese buen viento, llegarían a Desembarco del Rey al atardecer, puede que incluso antes, ya se divisaba a lo lejos algo que parecía ser el puerto.

No era la primera vez que Rhaena iba a la capital, pero la última era demasiado pequeña para acordarse. Fue en la coronación de rey Aerys II, su tío o su primo,Rhaena no estaba segura de la forma de denominar su parentesco.Sus hermanos le contaron que se habían congregado todos los grandes señores de los Siete Reinos, y cada uno de ellos le habían jurado lealtad perpetua al nuevo rey , había sido ungido rey ante la mirada de los Siete y coronado por el Septón Supremo con una enorme y elaborada corona.

La celebración había durado semanas de torneos,festines y bailes reales. Pero su padre no se había quedado mucho, en cuanto pudo emprendió el viaje de regreso a Rocadragón, residían allí desde el incendio de Refugio Estival ; Rhaena tampoco recordaba ese castillo, al que su señor padre llamaba su verdadero hogar, pero para ella solo eran dibujos en un papel e historias en los libros y contadas por sus hermanos.

Ahora el rey volvía a convocar a su padre, la niña no sabía la razón pero se alegró por el viaje. En sus recuerdos no había estado en ningún otro sitio que Rocadragón, y ahora iba a estar en la capital, vería la Fortaleza Roja y sus cráneos de dragones ,Pozo Dragón, y volver al Gran Septo de Baelor y ver sus siete torres de mármol y cristal y rezar ante los altares de los dioses y dejar ofrendas bajo la estatua de Baelor el Santo, su antepasado. Sus hermanos se habían reído cuando comentó sus intenciones en la cena del día anterior.

-¿Una ofrenda a un rey que se mató de hambre?- preguntó con sarcasmo Maekar - Unas costillas asadas sería la ofrenda más apropiada- dijo estallando en carcajadas a las que se unió Naerys.

Se parecían mucho los dos, ambos tenían el pelo castaño oscuro y lacio de su madre y los ojos lila de su padre; pero Naerys era dos año mayor y un palmo más alta. Tenían la piel pálida y los pómulos afilados y rosáceos por el sol, a Rhaena le parecía que les daba un aspecto encantador,sobre todo a su hermana.

-Callaos- ordenó Daemon. Se inclinó hacia ella y le puso una mano sobre el antebrazo - No sería conveniente ponerse a rezar en la plaza, hay demasiada gente - añadió

Daemon se parecía a su padre, piel clara, el cabello rizado y plateado de los Targaryen el cual llevaba a la altura de los hombros, el rostro afeitado mostrando sus pómulos bajos y realzando su recta nariz, y los ojos lilas. Ella también se asemejaba a su padre pero tenía los pómulos afilados y los ojos púrpuras.

-Era una simple broma- excusó su hermana - Pero si la ven haciendo eso le harán mofas peores-

Rhaena frunció el ceño y miró a su hermana confusa ¿Por qué iba alguien a reírse por su devoción? La religión mayoritaria era la Fe de los Siete, salvo en el Norte ,las Islas de Hierro y parte de Dorne. Pero en Desembarco eran todos devotos de los Siete, su septa le había enseñado a ser temerosa de los dioses y cultivar su fe; si los príncipes y reyes eran juzgados por ellos y debían temerles y respetarlos, por qué los plebeyos no se amedrentaban también.

-¿Allí no veneran a los Siete?- preguntó asombrada.

-Claro, pero no así. Si quieres rezar y dejar regalos, hazlo dentro del septo, o tus ofrendas acabarán siendo robadas- advirtió Naerys.

-¿Robar las ofrendas de Baelor?- gritó .

Una vez más sus hermanos se rieron, y esta vez hasta Daemon esbozó una sonrisa curvada.

El Dragón Silente [Rhaegar Targaryen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora