τρία💫

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POR NAIROBI❤️

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POR NAIROBI❤️

Atenas llegó de aquella reunión de “trabajo”, lanzándose exhausta al sofá, ayudándose de sus propios pies para quitarse los tacones y estirar las piernas, refugiándose del frío que hacía en la casa, a causa de la falta de calefacción, gracias a la chaqueta que le habían dejado, y que por qué mentir; olía muy bien.

Se puso de lado, encendiendo aquella televisión antigua que tantas veces le había hecho compañía en los últimos días, sintiendo como algo con ligera consistencia le apretaba la zona baja del costado izquierdo.

El sueño empezaba a ganarle y el poco vino que había bebido aquella noche, estaba jugando en su contra, si no fuera por aquello que le oprimía el costado.

Torpemente, sus manos bajaron a aquel lugar, acariciando delicadamente la tela de aquella americana, hasta llegar al bolsillo que la demandaba, metiendo la mano decidida en él y sacando una cartera de cuero negra.

Abriéndolo curiosa, su atención es captada rápidamente por la primera tarjeta que ve; la de identidad, leyendo con rapidez los datos que esta contenía. 

Pedro Alonso...— susurró para si misma al leer aquel nombre. 

Se sintió tonta por no haber entendido qué pasaba durante unos segundos, hasta que lanzó una carcajada al darse cuenta de que era una identidad falsa, pensando en las muchas que debería tener.

Su curiosidad no dejaba de incrementar , se incorporó en el sofá, desperezandose por completo, prestando mucha más atención a lo que acontecía: había tarjetas de crédito, algunos billetes y tras un pequeño bolsillo; un papel doblado en dos.

-451 926 830-

Leyó con una sonrisa en sus labios.

(...)

Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la luz que entraba por la ventana cercana a su cama y girándose sobre esta, fuerza su vista para lograr ver qué hora marcaba el reloj que descansaba sobre el pequeño mueble que actuaba como mesilla de noche.

Se tomó unos minutos para si misma: retozando por la cama y estirando sus músculos tratando de desperezarse a la vez que se incorporaba sobre la cama. Ladeó su cabeza de nuevo hacia el reloj, tomando la cartera que la noche anterior había dejado allí mismo.

Sacó de nuevo el papel, dándole varias vueltas sin sentido, debatiéndose en si hacer o no, lo que acababa de pasarle por la cabeza.

Y abriendo el primer cajón de el mueble, sacó el primer teléfono que logró tocar. Decidida, marcó los números y aclarándose la voz se acercó el teléfono al oído 

Cada tono aceleraba su pulso y la ponía nerviosa, y la crispó el hecho que no le contestara hasta el último de ellos.

—Hola, Pedro Alonso.— musitó ella, resaltando su “nombre”, cerrando sus ojos esperando una respuesta.

𝘼𝙏𝙀𝙉𝘼𝙎, 𝘌𝘓 𝘗𝘓𝘈𝘕 "𝑷𝑬𝑹𝑭𝑬𝑪𝑻𝑶" [BERLÍN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora