Por Ella | Romanogers

SEIS

-¡¿Qué?!

El hombre la observó como si hubiese perdido la cabeza. Quizá él ya había perdido la cabeza al estar hablando con ella. Pasó su mano por su rostro y volvió a mirar en dirección a la pelirroja. Ella seguía allí.

-Lo que oíste. Soy un vampiro.

-Pero ¿cómo?

-Te contaré lo que me sucedió.

Suspiró. Buscó un lugar sobre el cual recargarse, eligiendo el marco de la ventana. No quería estar demasiado cerca de James en caso de que le temiera. Ella no podría culparlo, pues ya no era una simple humana. Empezó a contarte todo lo que había vivido desde que despertó. Natasha había sido engañada con mucha facilidad después de haberse quedado sin memoria.

-No puedo creerlo. Ni siquiera puedo creer que estés aquí -dijo el hombre después de un momento en silencio para aclarar sus ideas.

La expresión de James Rogers se volvió confusa. Parecía estar discutiendo internamente entre la fantasía y la realidad.

-Lo siento, Natasha. Siento mucho que hayas tenido que pasar por todo lo que me cuentas -finalizó.

-Descuida. Ahora lo importante es que debo continuar por mi bebé -se tocó el vientre.

-Si es el hijo de Steve, entonces yo soy su tío.

-Exacto -sonrió.

-¡Voy a tener un sobrinito! -festejó el pelinegro-. Un momento, ¿por qué viniste aquí y no fuiste con Steve?

Ella bajó la cabeza.

-Es que quiero saber cómo está. Solo le diré que estoy viva, bueno lo que sea que es esto que soy, si lo ayudará. Pero me temo que ya reconstruyó su vida con otra mujer.

A pesar del ambiente de seriedad, James empezó a reír con ganas. Natasha lo miró sorprendida, no había nada que no fuera delicado en la plática.

-Natasha, créeme cuando te digo que estás equivocada. Rehacer su vida está muy lejos de lo que él está pasando.

-Pero yo lo vi con otra mujer.

-Tal vez a una de muchas.

-No entiendo.

-Te explicaré. Tu muerte destrozó a Steve. Él llegó lo más rápido que pudo de su viaje y le dimos la noticia. Jamás lo vi tan afectado por algo, no le importó llorar frente a todos, se aferró a tu tumba y no dejaba de decir que te amaba.

-¿Él hizo eso? -inquirió incrédula.

-Sí, y no es todo. Estaba tan mal que bebió mucho y le dio un coma alcohólico, permaneció así durante semanas. Y cuando se despertó, tu muerte volvió a golpearlo. Aunque prometió no volver a tomar, lo sigue haciendo.

-¿Y la mujer?

-Bueno, no solo utilizó el alcohol, también a las mujeres. Según lo que me dijo Tony, creo que lo conoces por fotos, ¿dónde estaba?

-Tony te dijo algo.

-¡Oh, sí! Pues Steve se acostaba con una mujer diferente cada noche para demostrar que nadie le llenaba como tú lo hacías. Solo no se suicidaba porque decía que tú lo odiarías si hacía eso.

-¡Dios mío! -empezó a sollozar-. Y yo pensando en que no me había amado lo suficiente para guardarme luto por un tiempo. Que quizá no quería sentir culpa de mi muerte y por eso me llamaba en sueños.

James se conmovió con la escena de su cuñada a punto de sollozar y la abrazó. La piel de la pelirroja era fría.

-Ya sabes que hacer, Natasha.