Celeste esperó pacientemente a que el hombre que yacía a su lado en la cama se durmiera como una roca. Sabía que había obrado mal pero no pudo evitarlo. Jamás había sentido tanto deseo al besar a alguien. Ni siquiera con el hombre que la había engañado, el hombre que había amado muchos años atrás. No había cumplido con ir a avisarle a Steve para que no fuera a la fiesta. No había ido a informar a Natasha. De hecho, no había hecho nada de lo que había planeado hacer. Se sentía extraña. El hombre que estaba a su lado, James, le había tratado como hace mucho no lo hacían; la había tratado como a una mujer con sensibilidad y sentimientos.
Suspiró y cerró los ojos. Qué bien se había sentido estar entre sus brazos. Había disfrutado al máximo de la compañía del hombre aún sin conocerlo. Le acarició el rostro. Era una tonta. Se había encariñado con él. Sonrió con ironía al recordar que le pasado por muchos, muchos años. Tomó la mano que estaba encima de su muslo y la apartó. Se levantó de la cama y fue al baño a pensar. Necesitaba aclarar su mente.
El teléfono celular de James comenzó a sonar con un pitido muy parecido a una bocina de una bicicleta. A duras penas, lo tomó y contestó.
—Hermano, lamento que tu cita no haya llegado. Estaba seguro que sería perfecta para ti pero me llamó y me dijo que conoció a otra persona.
—No te preocupes —dijo con duda.
—No me rendiré. Te conseguiré una novia.
James se quedó perplejo. Si la mujer con la que había compartido el mejor sexo de su vida no era su cita ¿entonces quién era? Le dejó claro a su hermano que le agradecía la ayuda pero que ya no necesitaba que le buscara una cita. Tenía que saber con exactitud lo que estaba pasando.
Miró a su alrededor y no encontró a la castaña. Se sintió mal al pensar que ella se había marchado después de lo que habían compartido. No podía olvidarse del sabor de su boca, de sus ojos al momento de hacerla suya, de su piel suave y fresca. Escuchó un ruido proveniente del baño. Se puso su ropa interior y se acercó a la puerta. Celeste se lavó el rostro y al abrir la puerta se encontró con James. Se quedaron mirando por unos segundos.
—¿Quién eres? —interrogó el hombre con seriedad.
—¿Ahora quieres saberlo? Hubieras preguntado eso antes de besarme como lo hiciste.
Le parecía increíble que él le hablara con ese tono después de que él inició todo eso. Era como si le estuviera reclamando su presencia ahí después de todo.
El hombre trató de calmarse.
—Escucha, tenía una cita a ciegas. Pensé que eras ella pero mi hermano me acaba de llamar diciéndome que lamentaba que mi cita no llegara. Es curioso porque estaba casi seguro de que tú eras ella.
La inmortal asintió entendiendo. Eso explicaba cómo la había recibido.
—No te preocupes, entiendo. Voy a recoger mi ropa y...
Él la besó para callarla. No sabía lo que ella tenía pero no podía mirar sus labios sin desear besarlos. La llevó de nuevo hasta la cama y la acostó, subiéndose encima de ella.
—Mi nombre es James y soy un Rogers —dijo entre el apasionado beso.
—Yo me llamo Celeste —dijo suspirando—. No debemos hacerlo de nuevo.
Él sonrió y bajó sus labios al cuello de la castaña. Segundos después se acostó al lado de la mujer y se quedó mirando el techo.
—Vine a buscar a Steve para advertirle que no fuera a la fiesta porque Natasha fue allí con su esposo.
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Por Ella | Romanogers
Fanfiction𝗨𝗻𝗶𝘃𝗲𝗿𝘀𝗼 𝗔𝗹𝘁𝗲𝗿𝗻𝗼 𝙻𝚊 𝚋𝚎𝚕𝚕𝚎𝚣𝚊 𝚙𝚞𝚎𝚍𝚎 𝚜𝚎𝚛 𝚞𝚗𝚊 𝚖𝚊𝚕𝚍𝚒𝚌𝚒𝚘́𝚗... 𝖭𝖺𝗍𝖺𝗌𝗁𝖺 𝖱𝗈𝗆𝖺𝗇𝗈𝖿𝖿 𝖾s 𝗎𝗇𝖺 𝗆𝗈𝖽𝖾𝗅𝗈 𝗆𝗎𝗒 𝗋𝖾𝖼𝗈𝗇𝗈𝖼𝗂𝖽𝖺. 𝖲𝗍𝖾𝗏𝖾 𝖱𝗈𝗀𝖾𝗋𝗌 𝖾s 𝗎𝗇 𝗆𝗂𝗅𝗅𝗈𝗇𝖺𝗋𝗂𝗈 𝖽𝗎𝖾𝗇̃...