DIEZ

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—Debido a que ya conozco la identidad de uno de los presentes no preguntaré algo obvio. Dígame, joven Rogers, ¿en qué puedo ayudarle?

El hombre vestido con una bata gruesa de color azul se adentró a la habitación con evidente enfado.

—Vengo a pedirle ayuda —sus ojos azules cambiaron de color a lila.

El doctor Strange se sorprendió. Hacía siglos que no veía uno ojos como esos de cerca. Se acercó para comprobar que fueran reales y al ver comprobarlo se quedó sin habla.

—¿Cómo es posible? —interrogó sentándose en el sofá más cercano.

—Es una historia muy larga que él podría contarle en otro momento —interrumpió Celeste—. Lo importante aquí es que necesitamos que nos ayude diciéndonos la localización de una persona.

—¿Por qué haría eso? —se volvió hacia la mujer.

—Porque otro inmortal secuestró a la mujer que amo y si no la salvo... mi hijo no sobrevivirá —contestó Steve con seriedad.

—¿Ella es inmortal? De otra forma no podría meterme en el asunto...

—Escuche, señor...

—Doctor –le corrigió.

—Doctor, entonces. El inmortal que la raptó violó una la ley muy sagrada.

—Un momento... ¿Eso quiere decir que Natasha Romanoff está viva?

Celeste sonrió ante la inteligencia del hombre. Estaba satisfecha porque todo el mundo había sido testigo del amor que se tenían la pelirroja y el rubio. Su rápida capacidad de deducción les había ahorrado mucho tiempo.

—Así es —aventuró Steve—. Alexi la convirtió y la alejó de mí.

Stephen se levantó y asintió.

—No necesito más explicación. No puedo negarte mi ayuda después de que han quebrantado una de nuestras leyes más importantes. Además, si no hubiera sido por tus antepasados, los Strange no tendríamos un poder que diferenciara a nuestro clan.

Steve asintió sin entender. Lo importante en ese momento era saber dónde estaba Natasha.

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Natasha se limpió las lágrimas de su mejilla porque Alexi le había exigido que se calmara. Sus manos temblaban y tenía un fuerte dolor de cabeza. Se sentía como si una bomba hubiera explotado cerca suyo, dejándola aturdida.

—Tú eliges, preciosa, serás mía por las buenas o por las malas. Te aconsejo que aceptes por las buenas y finjas... de otra forma te puede ir muy mal.

Alexi se acercó y la besó, mordiendo su labio con tanta fuerza que le hizo sangrar. Natasha cerró los ojos con asco y sollozó cuando sintió que le lastimaba aun más su labio inferior. Quiso apartarlo pero él la sujetó por las muñecas y la apretó contra la pared de la habitación.

—Está bien. Fingiré... —lo apartó para pensar unos segundos—. Pero necesito prepararme. No hay ventanas en el baño así que no voy a escapar —se apresuró a encerrarse.

Alexi sonrió. Tarde o temprano siempre obtenía lo que quería. Iba a desquitarse con la pelirroja por arruinarlo todo. Si ella no se hubiera visto con otro no tendrían que pasar por todo eso.

—Muy bien. Espero que te prepares bien porque hace semanas que no me has dejado tocarte y hoy voy a disfrutarlo al máximo. Si haces algo para evadir tu responsabilidad, tu bebé morirá.

Natasha se aferró a sus rodillas del otro lado de la puerta. No sabía cómo iba a soportar que Alexi volviera a tocarla sabiendo la verdad. Apretó los dientes. Tenía que hacerlo por su hijo.

Por Ella | Romanogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora