uno

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     Estoy agotada tanto mental como físicamente, el trabajo en el bar me tiene mal. Pasar toda la noche atendiendo sucios borrachos que se creen de la alta sociedad solo por usar una estúpida peluca blanca... me dan asco.

Sentir sus manos sobre mi piel intentado sobrepasarse conmigo a cambio de pequeñas entregas monetarias, como si mi dignidad no valiera nada. Sé que trabajar en un bar no habla bien de mi, pero aún tengo decencia. 

Entro a mi casa cuando el sol amenaza con salir, han de ser las seis de la mañana quizá. No lo sé, estoy demasiado cansada como para pensar en eso.

Camino directo hacía el cuarto de baño y me tiro dentro del barril con agua helada mientras trato de quitar todo rastro de olor a cigarros y alcohol, refriego con empeño hasta sentir mi piel arder. No sé cuanto pase dentro de la fría agua pero cuando salgo el sol ya se encuentra en lo alto, no me sorprendo ante eso, suelo quedarme dos horas o incluso más dentro del barril. Como si pudiera adentrarme por completo en el agua y desaparecer.

Envuelvo mi tiritante cuerpo en unos trapos viejos y camino hasta el montón de almohadones que uso por cama y me tiró sobre ellos sin importarme que alguna extremidad de mi cuerpo colisione contra duro suelo de tierra.

El calor de las viejas cobijas comienza a calentar mi piel dándole paso al sueño a rodearme por completo, podría dormir todo lo que guste ya que mañana no trabajaría... me gustaría dormir por siempre.

...

No sé cuanto tiempo pase durmiendo, pero cuando despierto la noche me rodea. Quise levantarme pero un ruido en mi hogar me hizo frenar, había alguien mas en mi casa.

Sentía cosas caer seguido de los gruñidos del extraño ¿Qué demonios buscaría un ladrón en este maldito lugar? Solo encontraría ratas y... mierda, mis ahorros.

Apreté los viejos trapos contra mi piel y rodeándome de falsa valentía me levanté. Intenté agudizar mi vista entre la oscuridad buscando al intruso y algo con que defenderme, encontré una tabla vieja al costado de mi cama y la tomé.

Con arma en alto me sentía mas segura con respecto al ladrón. Caminé directo hacía donde escondía mis ahorros y ahí logré divisar una tambaleante sombra que rebuscaba entre mis pocas prendas.

- ¿Quien eres?- Gruñí apuntándolo con la tabla. Sentí sus botas resonar en el piso al girarse, se me era imposible verle el rostro.

- Si vas a amenazar a alguien...- Murmuró con un deje de diversión en sus palabras.- Deberías estar segura de estar con ventaja.

Y dicho esto desenvainó una espada con la cual pocos segundos después lanzó mi tabla lejos, estaba a merced de un desconocido y en desventaja. Bien, estoy muerta.

Como si me importara morir.

- ¿Qué vas a hacerme?- Pregunté.

- No me interesas.- Respondió.- Busco esconderme.

- ¿Esconderte?

- Me están buscando ¿Podría usted dejarme esconder en su hogar?- La diversión surcaba sus palabras de una forma muy irritante. Deseaba decirle que no, pero algo dentro de mi me lo impidió. 

Sé lo que se siente ser perseguida y que nadie te tienda una mano.

- Bien...- Murmuré.- Prenderé una vela.

- ¿Te asusta la oscuridad?- Se burló.

- No.- Respondí.- Quiero ver la cara del hombre que quedara en deuda conmigo.

Giré sobre mis talones y camine a tientas buscando una vela, sé que aún me queda una. Estoy mas que acostumbrada a la oscuridad pero me gustaría verle el rostro a aquel desconocido, aunque sea para ver la cara de la persona que -quizá- me mate.

Medianoche - Jack Sparrow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora