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    Jack cumplió su promesa, hacía una semana habíamos comenzado a navegar a la par en busca del tesoro. Al principio viajé junto a él en el Perla, pero luego de dos días me devolví a mi navío ya que no veía ético que la propia capitana abandonara la nave.

Mike se mantuvo a mi lado todo este tiempo alegando que lo hacía ya que no confiaba en Sparrow, no podía culparlo de eso ya que de ser yo otra persona tampoco confiaría en él. Por el contrario, Jack se mantuvo distante todo esta semana a penas si cruzábamos palabras y las cuales mayormente eran para dar direcciones y atajos hacia la isla.

- ¡Capitana!- El grito de Carlo logró despertarme de mi somnolencia. La luna se encontraba en lo alto del oscuro cielo, han de ser apenas las tres de la madrugada. Ambas naves se encontraban en silencio ¿Por qué de repente ese grito?

Me levanté de mi cama con prisas, calcé mis viejas botas a medida que me acercaba a la puerta del camarote. Para cuando salí aún me faltaba una por colocar pero esta quedó suspendida en el aire al ver a las personas frente a mí.

Mi rostro se vio extrañamente cerca al de una mujer, se le veía desarreglada e incluso... lunatica. Su rostro moreno estaba opacado por extrañas marcas, rastas minaban su cuero cabelludo y una tetrica sonrisa de dientes negros me regalaban una sesación de miedo imposible de explicar.

- ¿Quienes son?- Pregunté colocando mi mano izquierda sobre mi espada aún guardada.

Al lado de la mujer se paró un hombre. Con el pelo largo, ondulado y canoso el cual combinaba extrañamente bien con su barba, su sonrisa altanera me recordó por un segundo a la de Jack pero descarté ese pensamiento de inmediato... La sonrisa de Sparrow es tan exótica que no podría encontrar otra parecida ni en el fin del mundo.

- Hola, querida.- Sonrió el hombre.- Me llamo Barbosa, es un placer conocerte.

- Lamento no decir lo mismo.- Gruñí.- ¿Cómo llegaron a mi?

- Jack, niña.- Respondió la mujer con burla.

- ¿Qué?- Murmuré sin entender.

- Pobre niñita... ¿No me digas que confiaste en Sparrow?- Rió Barbosa.

Mi pecho se cerró de repente ¿Jack me había vendido? ¿Pero cómo...? Habíamos decidido partir juntos ¡Y lo hicimos por una maldita semana! ¿Por qué habría de venderme de pronto?

Sin poder evitarlo recorrí los alrededores con la mirada, pero lo único que encontré fue... agua. El poderoso Perla Negra ya no se encontraba en mi campo de visión.

- ¿Qué quieren de nosotros?- Preguntó Mike al ver mi nula posibilidad de emitir palabra.

- Su corazón.

- ¿Qué?- Pregunté llevando mi mano derecha hacia mi pecho sin siquiera evitarlo.

- ¡Atrapenla!- Escuché la orden de Barbosa al momento en que me eché a correr. Estaba sobre el barco, no tenía ninguna posibilidad de huír a menos que...- ¡No dejen que toque el agua!

¡El agua! Por Dios espero no haber olvidado cómo nadar. Rodeé la Proa y aumente la velocidad mientras me despojaba de los objetos más pesados como el chaleco y la bota.

Giré mi rostro mínimamente para ver los rostros de las personas en las que había confiado por más de un año entero persiguiéndome con fiereza, y antes de que pudiera darme cuenta me habían rodeado. A mis espaldas se encontraba la popa y frente a mí más de veinte hombres, según mis cálculos... valía mierda sin importar donde me quedara.

- ¡Havet!- El repentino grito de Mike me tomó por sorpresa. Cayó entre los hombres y mi cuerpo haciendo una especie de escudo.- Lo lamento, yo no sabía...

- Callate.- Bufé.- Me importa una mierda lo que sabías o no.

- Lo siento...- Susurró antes de empujar mi pecho con fuerza. Mi cuerpo completo se tambaleo y sin poder evitarlo caí al océano.

El golpe seco contra la extensa masa líquida me desorientó por unos segundos, un pitido había comenzado a sonar en mis oídos. Mi camisa blanca se encontraba flotando a cada lado de mi cuerpo ya que varios botones habían salido disparados producto del impacto.

Con dificultad escuché los gritos y quejas de Barbosa, no lo conocía pero no debía ser muy inteligente para saber que se encontraba soberanamente enojado.

Mis pulmones comenzaron a colapsar, necesitaba oxígeno con rapidez pero salir a la superficie en estos momentos sería un suicido ya que sería un blanco fácil para los piratas.

De pronto el agua produjo un fuerte sacudón, mi cuerpo entero vibró ante ello. Bajé la mirada hacia donde se encontraban mis pies. Un grito ahogado salió de mi garganta al verme frente a frente con un bote que estaba literalmente emergiendo del fondo del océano.

La falta de aire había pasado a ser un problema minúsculo ante el que se estaba levantando debajo de mí. Había tripulantes en aquel navío maldito, lograba verlos con dificultad a través de las corrientes de agua.

Pronto el barco llegó a mi cuerpo, emergiendo del agua conmigo en el.

- Havet...- No sé si me encontraba sorprendida porque el extraño sabía mi nombre o por su extraña apariencia. No me mal entiendan, sé que no hay que juzgar a las personas pero bueno... es que parece un jodido pulpo. Su rostro se encontraba repleto de tentáculos de diferentes tamaños, todos compartían el mismo color verdoso que daba la sensación de putrefacción.

- ¿Ya me morí, verdad?.- Susurré completamente agitada. Mi corazón se había acelerado de repente dejándome casi sin aire. Llevé mi mano por segunda vez en la noche hacía donde se encontraba dicho órgano y lo apreté sobre la piel.

- Bienvenida al Holandes Errante.- Sonrió un ¿hombre? con aspecto de tiburón.

- ¡Mi niña ha regresado!- Vociferó el pulpito.

¿Niña? ¿Qué niña?

Medianoche - Jack Sparrow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora