7. Sugar Daddy

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Ese día cayó una lluvia espantosa cuando apenas eran las 3 de la tarde. El sol se ocultó, el cielo se hizo gris, casi negro, de nubes abarrotadas y cargadas que chocaban, despedían truenos y gruñidos y se derramaban copiosas, lamentables.

Jimin se abrazó a sí mismo mientras caminaba por la acera, empapado hasta los huesos, sufriendo el frío porque su cita había llegado tarde, o más bien: no había aparecido.

Un auto pasó junto a él y le bañó por completo, pero ni siquiera se inmutó, solo se quedó aguantando la frustración que sentía dentro.

YoonGi le había pedido encontrarse dos veces, ninguna de las dos había aparecido y le había llamado alegando que tenía mucho trabajo, que no podría asistir a donde habían quedado y encima le dio la excusa de su esposo, quien no le dejaba en paz y estaba detrás de él como paranoico. Casi era como un cliché barato.

Habría supuesto que la tercera vez el alfa tampoco aparecería, pero quiso confiar y creer que sí lo haría, que pasaría a recogerlo donde habían quedado y que eventualmente tendrían una cita linda. Como si no supiera que eso era más que trabajo y que YoonGi solo le estaba contratando por sexo. Demonios Si hasta se había esmerado en verse más lindo para él, había usado ropa que había ocasionado cientos de miradas, pero ahora estaba mojado, su maquillaje un poco corrido en las comisuras de sus ojos y temblaba entero mientras intentaba regresar con un poco de dignidad. Aún le faltaba una cuadra para llegar a la estación del metro, al menos ahí podría esperar a que pasara la lluvia para poder regresar a su casa.

Mucha gente le pasaba de largo, mirándolo casi con pena o lástima, como si se preguntaran qué había ocasionado que alguien como él anduviese en la calle sin un paraguas, mojándose como si ya nada importara.

Y es que le dolía la promesa rota. Se había ilusionado bastante rápido, para notar que sus ilusiones eran tontas y basura. Creyó que con YoonGi tendría algo especial, que habían formado algo, independientemente del poco tiempo de conocerse, simplemente lo sentía, pero ahora, con la tercera vez de ser plantado, dudaba que para YoonGi fuese así.

Le había esperado una hora, recogió su dignidad y decidió irse, pero le dolía.

¿Qué había creído? Se dijo a sí mismo, reprendiéndose mentalmente como siempre lo hacía. Debía hacerse a la idea de que YoonGi era un alfa que tenía una vida, un matrimonio, una empresa y buscaba diferentes cosas de la vida, demasiado bueno como para que le importase un simple omega como él. Un omega que sobre todo, se vendía en las calles.

Aunque cierto era que desde que había pasado ese fin de semana con YoonGi, no había tenido necesidad de salir por las noches y tampoco se había acostado con nadie. Como sea...

Su móvil estaba arruinado. Había tratado de protegerlo lo más que pudo, pero al final terminó mojándose, dudaba que volviera a encender luego de eso y sentía su frustración crecer cada vez más, a cada paso empapado que daba. Incluso el molesto claxon de un auto que no paraba de hacer escándalo comenzó a irritarlo, tanto que dio media vuelta para gritarle que se callara, que dejara de hacer ruido, aunque el auto se detuvo y Jimin abrió los ojos sorprendido al ver al conductor del auto que estaba más cerca de lo que pensaba, aunque su sorpresa se volvió prontamente distinta, se ofendió rotundamente al ver al alfa en el auto, con su traje impecable, casi le parecía una burla que YoonGi se viera tan bien cuando él estaba hecho un fideo.

Infló un poco las mejillas y siguió andando, lo que ocasionó una serie de más escandalosos pitidos, pero no se detuvo, siguió caminando molesto. Quería conservar su dignidad, aunque no sabía si así era como iba a sostenerla. Quiso llorar y gritonear y patalear, pero no lo hizo, tan solo aguantó las lágrimas, o quizá no, porque con la lluvia intensa no se notó si lloraba o no.

Suave Error {°YoonMin°}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora