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Steve había intentado dormir, había intentado ignorar lo que había visto pero después de un par de horas se había vuelto a despertar al darse cuenta que no podía ignorarlo, simplemente no podía.

Después de un rato de dar vueltas en su cama terminó tomando de nuevo la tableta para ver las cámaras una vez más.

Esta vez sus labios se abrieron en asombro al ver en la pantalla la pequeña figura de un híbrido. La cola y las orejas que habían permanecido ocultas bajo la sábanas ahora eran más que obvias en la imagen que mostraba al pequeño híbrido bebiendo agua en la única llave de la habitación.

Se notaba a leguas que estaba en mal estado, Steve ni siquiera podía imaginarse lo que había tenido que vivir esa pobre criatura.

Esa era una de las cosas que no soportaba de trabajar con gente adinerada... el poco valor que le daban a la vida ajena.

Steve apretó los dientes con la rabia y la impotencia circulando por sus venas.

Obadiah seguramente se moriria en un par de días y el pequeño probablemente también pues nadie iría a alimentarlo.

pensó con rapidez, podría liberarlo y luego borrar las cintas de seguridad... nadie lo sabría...

No tardó mucho más en decidirse antes de levantarse de la cama y vestirse.

Aún era de madrugada y el camino hacia la casa de Obadiah fue más rápido esta vez pues no había tránsito en las calles.

Volver a entrar y llegar a la habitación donde estaba el animalito fue aún más fácil.

El gato que no había encontrado en su primer visita esta vez corrió entre sus piernas escaleras arriba.

Pero Steve no podía llevárselo, el gato sería su coartada...

Al abrir la habitación el olor de adentro le hizo querer volver el estómago. Era tan fuerte que sus ojos lagrimearon.

-Ese cerdo...-

Gruñó enojado viendo el cuchitril que era esa habitación en el ático.

Sin esperar más camino hacia el pequeño bultito de mantas que temblaba en una de las esquinas de la habitación.

-Hey... hola... tranquilo... vine a sacarte de Aqui...-

Le hablo con suavidad extendiendo su mano con la palma abierta hacia el pequeño.

se veía que era un híbrido aún joven, en apariencia no más de 15 años calculaba Steve.

Pero el tiempo de vida de los híbridos era distinto, era probable que aquel chico tuviese unos 8 años en realidad.

Los híbridos eran seres que crecían rápido y cuando llegaban a la madurez su envejecimiento se estancaba por varias décadas y luego comenzaban a envejecer tan rápido como habían crecido.

Tony se descubrió el rostro para poder observar al extraño que le hablaba. Tenía mucha hambre pues hace un par de días que su amo no le llevaba comida y aquella noche las pisadas en el corredor habían sonado distintas.

Más suaves y ligeras.

-Hola... pensé que tendrías hambre y te traje esto...-

Steve le mostró una manzana que había tomado del frutero de la cocina y los ojitos castaños del pequeño relucieron con interés.

Pero su confianza en los humanos era nula y prefirió solo arrebujarse aún más entre las cobijas.

Steve frente a él torció el gesto con decepción. Aunque claro, no podía culparlo de no confiar... esto era culpa de bastardo de Obadiah.

El precio de una taza de café Donde viven las historias. Descúbrelo ahora