CAPÍTULO 13

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Ignoré el mensaje de ese niño y simplemente cerré la cesión de Facebook, tenía cosas más importantes de qué preocuparme en ese momento. Le dije a mi Nani y a mi mamá que saldría a dar una vuelta al parque y cerré la puerta de mi casa, subiendo el cuello de mi chaqueta. El aire estaba muy helado.

Caminé rápidamente mientras poco a poco se iban encendiendo las luces de las calles, el sol ya se había ocultado por completo. Mientras me acercaba al parque me di cuenta que ya no habían niños jugando, solo uno que otro grupo de personas conversando.

Apresuré mis pasos hacia la pileta que se encontraba al centro del lugar y pude divisar a Paz, la cual vestía una especie de abrigo negro. Al verme se apresuró hacia mí y me abrazó con fuerza, comenzando a llorar. La sujeté contra mi cuerpo, afirmando mi barbilla en su cabeza, dejando que ella pudiera soltar toda su pena. "Siempre es bueno llorar cuando el alma lo necesita" decía mi Nani muy a menudo.

Luego de unos minutos Paz pareció calmarse y se separó de mí dando uno que otro sollozo.

-hola- dije en un susurro. Ella me esbozó una triste sonrisa

-hola- me contestó Paz, limpiando el rastro de las lágrimas con la manga de su abrigo. La conduje hasta una banca cercana y nos sentamos.

-¿Cómo estás?- pregunté tomando una de sus manos.

-estoy viva- dijo con la mirada vacía -no puedo estar mejor que eso.

-¿quieres hablar del tema?-. Quise preguntarle primero para no parecer un verdadero entrometido en la vida de las demás personas. Ella me miró y luego miró el piso. Se aclaró la garganta como si quisiera borrar todo rastro de tristeza.

-¿sabes lo que se siente?- comenzó a decir -¿sabes lo que se siente al intentar dar lo mejor de ti mismo y que no resulte? ¿Sabes lo que es sentirte una basura?-. En ese momento, Paz no pudo controlar las lágrimas que caían por su rostro.

Le apreté la mano con más fuerza y se le escapó un suspiro profundo. Era como si a pesar de toda la tristeza que tenía, intentara tranquilizarse para poder pensar más claro.

-intenté todo Christopher- continuó ella con voz ahogada -nos distanciamos unos días porque pensé que quizás la relación estaba complicada por pasar mucho tiempo juntos. Luego Daniel apareció y me dijo que me había extrañado, y yo fui tan ilusa que creí que era verdad. Ahora me pidió que nos juntáramos y me suelta que no sabe si yo le gusto todavía, que no está seguro de sus sentimientos. Me siento como la mierda-. Se llevó las manos a la cara y siguió llorando en silencio. Yo personalmente no tenía la más mínima idea de cómo reaccionar, pero me partía el alma ver a mi amiga tan rota, tan destrozada.

-Paz, mírame- dije tomando sus manos y haciendo que ella me mirara directamente a los ojos -por favor, necesito que primero te tranquilices, no estás pensando con la mente clara.

-Chris, no puedo-. Sus palabras salieron desesperadas, como verdaderas súplicas. Solo atiné a abrazarla y ella se acurrucó en mis brazos. -¿por qué el amor es tan difícil?- agregó con la voz ahogada.

-porque las cosas buenas no pueden ser fáciles- respondí acariciando su cabello.

Poco a poco las personas fueron abandonando el parque, dejándonos a los dos solos en el lugar, Paz seguía llorando de forma silenciosa entre mis brazos. Sentía como se estremecía, como respiraba de forma entrecortada y recordé lo que me había dicho Sophie unos días atrás: "el amor nos vuelve débiles" y no existía persona más vulnerable que alguien con el corazón roto.

-piensa que aún nos queda toda una vida por delante para sufrir, pero también para ser felices- dije mirando un punto lejano.

-lo sé, pero no quiero pensar en que volveré a tener el corazón roto, porque se siente terrible- agregó ella, con la voz un poco ronca.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora