Maine
Colin me mira fijamente, lleva haciéndolo desde hace exactamente tres
minutos. Pensé que irme al otro lado del país por unos días no fuese
tan difícil...
— ¿Qué pretendes con mi hermana, O'Ryan?— pregunta él sin apartar la
vista de mí.
— Colin...— Empiezo a decir pero soy interrumpido por alguien que se
sienta a mi derecha.
Colin y yo nos giramos hacia ella, quien nos mira a ambos y sonríe.
— ¿Qué piensas hacer al otro lado del país con mi hermAnna?— vuelve a
preguntar Colin indagándome con la mirada.
Joder... el chico era duro de pelar...
— Colin, deja ya el rollo de hermano protector, soy mayorcita y sé lo
que hago. ¿Vale?
— Cómo le hagas daño a mi hermAnna, yo mismo me encargaré de matarte.—
me amenaza él.
Si no fuera porqué es Colin, le habría partido la cara allí mismo.
No permito que nadie me amenace, por nada.. Pero él era una excepción,
la única excepción.
— Estaré encantado de que lo hagas si se da el caso.— Me meto una
cucharada de chile a la boca y como sin apartar la vista de él.
— Bien.— concluye él dando por terminada la conversación.
Tricia y yo habíamos hecho las pases al día siguiente, estábamos en
clase de español cuando me escribió una nota en la que ponía:
Eres el idiota más grande que he conocido, pero... yo también haría lo
que fuera por mi familia.
Sonreí de lado, arrugue la nota y la miré a esos profundos ojos color café.
Ella suspiró, negó con la cabeza y volvió a centrarse en la clase,
ignorándome como solo ella sabe hacer.
•••
— Deja de mirarme.— me acusa ella.
Llevamos tres horas en el avión y Tricia se a dedicado a dormir al
menos un tercio del tiempo.
— No sé de que hablas. — digo en tono inocente.
Cojo el IPad y cambio de canción, empieza a sonar Count on me— Bruno Mars.
Empiezo a tararear:
Si alguna vez te encuentras en medio del mar, voy a navegar por el
mundo para encontrarte.
Tricia deja de mirar hacia la ventanilla del avión y se gira hacia mi.
Le dedico una sonrisa socarrona y ella me sonríe de lado.
Si alguna vez te encuentras perdido en la oscuridad y no puedes ver,
voy a ser la luz que te guiará.
Ella me quita un audífono y lo coloca en el oido.
Balancea la cabeza al ritmo de la canción y luego susurra por lo bajo:
Sabremos de lo que estamos hechos...
Dejo de cantar y la escucho con atención, su voz es dulce, suave y
bastante bonita.
Si estás dando vueltas y estás girando o simplemente no puedes
conciliar el sueño, voy a cantar una canción a tu lado.
Y si alguna vez olvidas lo mucho que significas para mí
Todos los días te lo recordaré
Oh...
Era increíble que ella se conociera la gran mayoría de canciones de mi
IPad. Durante las restantes horas de vuelo la pasamos discutiendo por
cosas mínimas, como que me callara y la dejara en paz...
Nos hospedamos en un pequeño hotel cuatro estrellas al norte de la ciudad.
El Rachel's era un hotel bastante famoso y con clase.
El servicio muy eficaz y las habitaciones de primera.
Había decidido que con una habitación lo teníamos suficiente,
obviamente ella no me dejaría dormir con ella, con lo que me quedaba
el sofá.
Meto la tarjeta en el acceso de abertura magnético y la puerta se abre.
Hago a Tricia un gesto para que pase y así lo hace.
— ¡Vaya, esto es precioso!— exclama ella admirando la belleza de
nuestra habitación.
La decoración es moderna, paredes de color blanco, muebles oscuros,
cuadros incompresibles y unas vista increíble.
Tricia suelta un chillido y salta sobre la cama de doble tamaño.—
¡Esto es genial!
La miro divertido, coloco las maletas a un lado y luego reviso el departamento.
No sé que estoy buscando con exactitud pero cualquier signo, por
mínimo que sea, puede ser mucho.
En el baño todo parece en perfecto orden, todo normal.
En la pequeña sala de estar... no hay micrófonos, al menos no a la vista.
Me siento en el sofá, echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos por
unos instantes.
Me despierto con un pequeño golpe en la puerta, levanto la cabeza
alarmado y veo a Tricia yéndose hacia allí.
— ¡No!— digo levantándome de un salto e intentando impedir que abra la puerta.
— ¡Eh! ¿Qué te pasa? Solo es la cena, relájate.
Ella me da un ligero empujón y abre la puerta, efectivamente, solo es
el servicio trayendo la cena.
Suspiro aliviado y vuelvo a dejarme caer en el sofá.
Había demasiadas reglas para estar relajado.
Reglas.. absurdas reglas que servían para mantenerme a raya y a salvo...
A la mierda con las reglas, estaba lejos de casa... ¿A quien le
importaba las dichosas reglas?
¡A mí!
Reglas de supervivencia de los O'Ryan:
1.Nunca confíes en nadie.
2. Mantente alerta en todo momento.
3.Las pequeñas cosas siempre pueden significar algo.
4.Cuida a los tuyos.
5. Quien pega primero siempre tiene ventaja.
6. Nunca dejes cabos sueltos y si lo haces que no te pillen.
7. Nunca permitas que te amenacen.
8. Un O'Ryan nunca es un chivato, permanece firme a su lealtad y nunca
entrega a los suyos.
9. La familia se mantendrá unida, en los caos, conflicto y momentos efusivos.
Y ese era el motivo por el que estaba allí, haría lo que fuera para
mantener a mí familia unida, aunque eso me llevara a amenazar a una
ciudadAnna de los Estados Unidos, romper varias reglas y que me
castiguen de por vida.
— Hey...¿En qué piensas? — Susurra Tricia después de varios segundos
sin contestar a las preguntas que me estaba formulando.
— ¿Hmmmm?— giro la cara hacia ella, quien está a mi lado, muy cerca, por cierto.
— ¿En qué piensas? — Pregunta ella, apoyando su barbilla cerca de mi hombro.
Sonrío de lado, me acerco un poco más a ella y le beso la nariz.
— En lo preciosa que estás justo en este mismísimo momento.— contesto
a su pregunta.
— Si estás haciéndome la pelota para compartir cama... olvídalo.
Me río con gAnnas lo que le saca una sonrisa de oreja a oreja.
— ¿Por qué eres tan desconfiada?— Pregunto mirándola a los ojos.
Ella rompe contacto visual y mira a la puerta en vez de a mí.
— No confío en ti.
Dice con sinceridad para luego enfrentarme.
Miro sus manos, están jugando una con la otra sin darse cuenta, uno de
los signos de mentira.
— Yo que tú no lo haría.— Le ruego casi sin darme cuenta.— No lo hagas.
No quería que lo hiciera, no quería que una chica confiara en mí,
mucho menos ella. Ella no debía confiar en mí, yo no estaba echo para
que confiaran en mí, y si le permitía hacerlo, acabaría haciendo lo
que menos quiero. Hacerle daño.
★★★
Como bien se esperaba, acabé durmiendo en el sofá. Creo que fue la
peor noche de mi vida, tras nuestra pequeña charla de anoche las cosas
se volvieron incómoda y rara entre nosotros.
Tricia se fue a la habitación y empezó a hablar por teléfono con Crystal.
Susurraba por lo bajo, con lo que de poco me enteré.
Esta mañana mientras ella se duchaba, pedí el desayuno y desayunamos
en silencio.
— ¿Qué vamos hacer?
— Visitaremos a mi tío abuelo, y de ahí... ya veremos.
•••
Conseguir un coche en Maine había sido más difícil de lo que pensé, y
aún así no conseguí uno que estuviera en condiciones.
Aparqué el coche en el enorme espacio vacío delante del bar y nos
quedamos en silencio.
Era casi imposible de creer que alguien de mi familia tuviera un antro
como éste.
Menos mal que el tío abuelo Arch me cae muy bien sino no pisaría este sitio.
— Bueno... ¿Y ahora?— Pregunta ella moviéndose inquieta en el asiento
del conductor.
— Hay que entrar.
Suspiro, apago el coche y salgo.
Respiro una gran bocAnnada de aire y espero que mi compañera se ponga
a mi altura para poder ponernos de camino al bar.
Tricia, cómo siempre, es la primera en entrar.
El bar es acogedor, antiguo, con muebles de madera y varios marcos con
fotos en las paredes.
— ¿Khaled?¿Qué haces aquí?— pregunta un hombre de mediAnna edad,
cabellos blanco y barba sin afeitar.
— Hola tío Arch.
Me pongo recto y le miro con la barbilla alzada, mí tío sonríe y luego
desplaza su vista hacia mi hermosa compañera, quien le sonríe con
timidez y luego me mira a mí.
— ¿Por qué no me acompañáis? Tengo la leve corazonada de que querrás
un poco de intimidad. — Mi tío rueda los ojos y empieza a caminar con
algo de dificultad hacia el final del bar.
Es increíble que el bar ya esté lleno a esta hora de la mañAnna.
Algún que otro imbécil le come a Tricia con la mirada, con lo que me
veo obligado a echar una mano a su alrededor a modo de protección.
Como le pase algo mientras esté conmigo soy hombre muerto.
— Sentaos.
El pequeño despacho del bar, no es para nada lo que se espera.
Hay varias cajas apilada a un lado, estantería desordenada, etc.
— Vine aquí porque... eres él único que me dirá donde está Anissa.
Mi tío se echa hacia atrás en la silla, cruza los dedos y me mira con
suspicacia.
— ¿Qué quieres con Anissa?
Tricia se voltea para mirarme esperando también una respuesta.
Aún no le había contado el por qué exacto por el que estábamos aquí,
aún no confiaba en ella del todo...
Bueno... sí, pero no.
— No hagas preguntas O'Ryan, solo dime donde está y todo resuelto.—
Digo algo amenazante y con la mirada fija en aquellos ojos verdes que
tanto se parecían a los míos.
— ¿Sabe tu padre que estás aquí, Khaled? — pregunta él, con toda la
calma del mundo.
Lo que por un segundo me relaja y desespera a la vez.
— ¿Dónde está Anissa?— Vuelvo a formular la pregunta.
— Estoy muy seguro de que a tú madre no le haría la menor gracia saber
que estás aquí.
Trago saliva.
— ¿Eso es una amenaza o me lo parece a mí?— Apoyo los codos sobre la
mesa y miro a mi tío ceñudo.
Él se ríe.
— Khaled, no intentes intimidarme, yo inventé esa mirada, la he visto
miles de veces en tu padre, y créeme él da mucho más miedo que tú.
Oigo la risa de Tricia y me giro hacia ella con cara de :¿Qué demonios haces?
Ella deja de reírse y se pone seria.
— Verás tío Arch...
— Khaled... eres muy joven e inmaduro, créeme, por difícil que parezca
ya tuve tu edad, no te metas en las peleas de tus padres, ellos son
mayorcitos, saben lo que hacen, se quieren, de hecho...— nos señala a
Tricia y a mi.— Él me presentó a tu madre justo en este bar, era tan
protector como tu con ella, créeme, ellos estarán bien.
Dejo la vista caer en mis manos, las tengo tensas y firmes. Sé que no
debo meterme, pero... quizá él tenga razón y deba dejar que ellos se
resuelvan sólos.
— Gracias, tío Arch.— Digo levantándome y extendiendo la mano hacia él.
Él mira mi mano por unos segundos y luego me da un firme apretón.
Nos despedimos de él y volvimos al coche.
— ¿Y ahora qué vamos hacer?— pregunta Tricia confusa.
— Abortar la misión y volver a casa.
Pongo el motor en marcha y me meto en la carretera.
— No podemos volver a casa... Has pagado un pastón para venir a pasar
el fin de semAnna aquí, no voy a permitir que tires dinero así porqué
sí.
Se me escapa la risa y la miro divertido.
— ¿Tantas gAnnas tienes de tenerme todo un fin de semAnna señorita Reece?
Ella se pone colorada, me mira y chasquea la lengua.
— No seas imbécil, yo te cambiaría por una terrina de helado.
Me río aun con más gAnnas.
Ésta chica es de lo que no hay, y, casi sin saberlo... Me gustaba así.
Carrera de coches.
Como bien había pedido Tricia, la llevé a una heladería en la cual se
puso cómo loca, probó más de dieciséis sabores y aún seguía dispuesta
a probar más cuando sonó mi móvil.
— ¿Qué pasa mocoso?— pregunto nada más descolgar.
— ¡No te lo vas a creer! He estado investigando y la próxima carrera
de los Ranger's es hoy y a que no sabes dónde.
Tricia me mira con curiosidad.
— Aquí.— digo en tono cansino, me levanto y me alejo un poco de ella
para tener intimidad.
— ¡Exacto! Te inscribí, te acabo de enviar la dirección y...
— ¡Kenon! para el carro. ¿Quieres?— le intento parar cuando empieza a
hablar atropelladamente sin parar a respirar.— No tengo coche... ¿Cómo
piensas meterme en una maldita carrera sin un coche que valga la pena?
Sí aparezco allí con un mercedes me comerán vivos.
Kenon se echa a reír lo que me deja sin reaccionar durante un segundo.
— ¿Te estás riendo de mi?— pregunto apretando la mandíbula.
— Khaled... ¿De verdad crees qué te metería en una carrera y te
dejaría a tu suerte?— pregunta con tono neutral.— Te he enviado el
Mateo incluso antes de que llegaras a poner los pies sobre tierra,
está todo controlado.
— ¿El Mateo?— pregunto sin creérmelo.
Ya os he mencionado que mi hermano es un genio, y no solo con los
ordenadores, pero con todo lo que se le ponga en las manos
"El Mateo" es un mustang de alta tecnología, preparado a ultima
potencia con piezas importadas y modificadas. En pocas palabras; era
el coche que todo hombre desea tener.
— Sí, el Mateo, y como pase algo a mi coche te juro que te hago tragar
ácido sulfúrico mientras duermes.
Pongo los ojos en blanco.
— Ya sabes que al coche no le pasará nada.
— Más te vale.
Dicho esto cuelga, miro hacia Tricia quien también habla por teléfono.
Meto el móvil en el bolsillo y vuelvo a la mesa.
— ...Tranquila, adiós.— Guarda el teléfono y me mira con el ceño
fruncido. — ¿Qué pasa?
— Tenemos que irnos.
★★★
La carrera empezaba a las diez de la noche, lo que aún nos daba un par
de horas de tranquilidad.
Tricia se duchó primero y luego me tocó a mi, le había contado sobre
la carrera y seguía sin creérselo.
Tricia es alguien bastante legal, pero le gusta la aventura, le dije
que podía quedarse en el hotel mientras yo iba, pero casi me mata al
plantearle esa opción.
Me pongo unos pantalones oscuros, una camiseta de lino blanca y una
chaqueta de cuero.
— Tienes pinta de matón.
Se mofa ella mordiendo un trozo de su pizza.
Pongo los ojos en blanco.
— Puedo decir lo mismo de ti. ¿A quien intentas matar de un infarto?—
Pregunto yo pasando la vista por sus piernas desnudas, hasta su
camiseta de tirantes negra.
El short que llevaba también era negro, y sus botas de tacón le daba
un look totalmente follable.
Niego con la cabeza intentando
eliminar de mi mente la imagen de Tricia desnuda y con tacones en
aquella cama de allí.
— Quizá a ti, quizás al que gane la carrera, quien sabe.— dice ella
con voz suave y sexy.
Me siento frente a ella y suspiro.
¿A esa chica le gusta jugar con mi autocontrol o eso me parece a mí?
— ¿Con qué el gAnnador, eh?— sentí el impulso de reírme a carcajada
mientras pronunciaba mi pregunta.
— Por supuesto, baby.— dice con una sonrisa socarrona en los labios.—
No salgo con perdedores.
Sonreí al escuchar su comentario, la miro a esos profundos ojos café y digo:
— Pues, creo que me has dado la motivación que necesitaba para gAnnar.
★
— Vamos, date prisa.
Le meto prisa al salir al exterior, son las ocho menos cuarto y
tenemos una hora para llegar hasta la antigua carretera 570A.
Es noche cerrada y la luna brilla con todo su explendor sobre nuestras cabezas.
Tricia me alcanza en un abrir y cerrar de ojos, me paro y echo un
vistazo a lo largo de la gran entrada del hotel y allí lo veo,
aparcado a un lado, solitario y sombrío.
Sonrío como un niño que está a punto de entrar a su primera tienda de
juguetes y empiezo a caminar a paso rápido hacia allí.
Paro delante del Mustang negro y suelto un grito de jubilo.
— ¡Tios...!— me cortó ella en tono irritado.— Pero si sólo es un maldito coche.
Me giro hacia ella y le miro como si estuviera loca.
— Shhhh... herirás sus sentimientos.— Defiendo a Mateo acariciando su capó.
Ella chasquea la lengua y golpea el suelo con el pie como una niña mimada.
— ¿Y bien?¿Dónde están las llaves?
— No necesitamos llaves.— contesto colocando mi mano sobre la
ventanilla tintada — no se veía absolutamente nada del interior del
coche— , al principio no sucede nada, pero una fracción de segundos
después, alrededor de mi mano aparece una fina linea azulada, tras
eso, se escucha un leve clic y la puerta se abre.
— Ah...— le oigo exclamar a ella.— ¿Cómo...?
Me giro hacia ella y sonrío de oreja a oreja.
— Anda, sube al coche.
Y no hace falta decir más.
Ella se arrellanó en el asiento de cuero, estiró las piernas y me
observó mientras encendía el ordenador que está conectado al coche e
inmediatamente en la pantalla pareció Kenon.
— ¿Listo?
— Desde que nací.
La carretera 570A estaba al este de la principal, la habían cortado
por sus malas condiciones, y ahí es donde entraban las carreras.
Una carretera en mal estado, peligro a la vista, adrenalina hirviendo
en las venas, excitación en el aire.
Eso sí que es vida.
Se podía oír los gritos a kilómetros de distancia, Tricia se giró
hacia mi y pude ver la emoción en sus ojos, estos brillaban cómo dos
estrellas fugaces.
Me coloqué en la ultima hilera de coches y bajé para entregar el
dinero de la inscripción; diez mil dólares.
Encuentro al bookmaker con mucha facilidad debido a las indicaciones y
fotos del encargado de las carreras.
Según las fuentes de Kenon, el tipo alto, moreno y con pinta de punk
que estaba a unos metros de mí hablando con una chica rubia con escasa
ropa encima; se llama Christopher White.
— ¿Christopher?— pregunto acercándome con preocupación.
Él se gira hacia mi, me mira de arriba abajo y luego asiente.
— ¿Has traído lo mío?
Asiento y le entrego el maletín que estaba bajo el asiento del
conducto. Él lo abre, echa un vistazo por encima, asiente y me entrega
un sobre negro al que tendré que entregar al final de la carrera si
llego a ganar.
— ¿Y si me dejas conducir? — Pregunta Tricia cuando falta diez minutos
para que empiece esta.
Estamos apoyados contra el coche observando los demás.
— No.
Ella sonríe pícaramente, se acerca a mi, pone las manos a ambos lados
de mi cara y pega su cuerpo al mío.
— ¿Por favor?— Susurra ella mirándome a los labios.
— No.
Ella se ríe, pone los ojos en blanco y empieza a jugar con mi pelo.
— Venga, anda..
— Que, no.— Digo apartándola de mí.
Cruzó los brazos sobre el pecho y aparto la vista de ella.
No me iba a dejar engatusar por ella justo en este momento.
Esto era una carrera, una carrera de verdad, puede que no fuera legal
pero estaba en juego un millón de dólares y aunque el coche de Kenon
fuera por leí física indestructible y más rápido que todos estos
coches juntos; él jamás me perdonaría que dejara al Mateo en otras
manos.
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Polos Opuestos © BORRADOR
Teen FictionEN CORRECCIÓN Él cree en el amor a primera vista, ella simplemente ya no cree. Ambos tienen problemas, pero van a tener que aprender a solucionarlo juntos. Khaled y Tricia son literalmente polos opuestos, él se cree dueño del mundo y ella siente qu...