CAPITULO 3

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Gidens Hill School

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Gidens Hill School.

Voy a tener que pagar el jarrón.
¿Si me parece injusto? Para nada...
Es más, estoy planeando la muerte más dolorosa posible a Kenon
mientras le veo comer sus gofres. Hermanos... todos te acaban jodiendo, pero al final darías la vida por ellos.
Suspiro y niego con la cabeza.
Mi madre está sentada en el regazo de mi padre mientras le cuenta algo al oído y él sonríe divertido. Kara tiene toda la cara llena de sirope de chocolate. Sonrío. Esa niña es mi debilidad.
Ha llegado el día de hacerle frente al instituto más esnob de todo
California; Gidens Hill School.
Se pondría decir que me siento terriblemente insultado por ir a un
instituto de pijos, pero, a la vez siento que algo bueno va salir de
todo esto.
Las tías ricas son más fácil de manejar, sobretodo porque al estar
todo el tiempo rodeadas de todo lo que les gustan creen que lo pueden
tener todo y ahí es cuando entro yo, para enseñarles que a Khaled
O'Ryan no se compra.
Aparqué el coche en el recinto privado del colegio y me baje seguido de Kenon.
Ja! Todos los ojos están puestos en nosotros, y dudo mucho que sea
solo porque llevemos este uniforme tan hortera.
Sobretodo porque todos llevan el mismo uniforme, bueno, las chicas
tienen la ventaja de llevar falda.
Creo que éste año va a ser "el año".
Kenon y yo esperamos en el estrecho pasillo de dirección, al parecer
no pueden simplemente darnos nuestro horario, tenemos que hablar con
el director. Genial, como si tuviera tiempo que perder con un gordo
calvo. Vale, quizá no sea no gordo ni calvo, pero eso que más da.
No tuvimos que esperar mucho, poco después, un hombre alto, delgado y
con traje nos llamó.
Vale, puede que el tipo no fuera gordo, bajo y calvo, pero fijo que
era un plasta como todos.
Tras una larga charla sobre las normas, el origen del instituto, sus
fundadores, y otras mil cosas irrelevantes...
— Señor O'Ryan...
— El señor O'Ryan es mi padre, yo soy Khaled, me llamo Khaled.—  le corté.
— Bien. Khaled, he visto que tienes un historial académico muy
extenso, laborioso y muy interesante.
Me senté recto en la silla esperando a que siguiera. Era cierto, yo
era excelente en todo lo que hacía y aunque ya lo supiera, me gustaba
oírlo.
— Tenemos un excelente equipo de hockey sobre hielo, estoy seguro de
que nos vendrá muy bien sus habilidades, además esto incrementaría su
historial académico.—  Tras decir esto me miró fijamente esperando una
respuesta.
Sus ojos castaños eran serios, pero se veían nerviosos.
Tampoco creo que sea para tanto, ni siquiera lo estoy mirando para intimidarle.
Ruedo los ojos y suspiro.
— Si esto es todo, me gustaría irme.—  suelto sin más.
Él parece ligeramente irritado luego suspira y asiente.
Me levanto, cojo mi horario escolar, el mapa del instituto y salgo
dejando a mí hermano a su suerte.
Ya en el pasillo miro los folios que me dejaron. Según esto mi próxima
clase es biología, y está... en el ala sur.
Miro a ambos lados del pasillo, sigue vacío, seguramente todos estén en clase.
Mejor, así puedo investigar sin que nadie esté viniendo detrás mía
sonriendo o pavoneando sus culos reales intentando llamar la atención.
No soy creído, pero es lo que pasará. No soy un chico especialmente
corriente, destaco allí adonde vaya, y dudo mucho que esto vaya a
cambiar.
Sigo mi camino hasta el final del pasillo sin prestar mucha atención.
Poco a poco empiezo a escuchar unos pequeños murmullos, pero con cada
paso se hacen más perceptibles.
— ¡Sueltame!—  dijo una voz femenina.
Esa voz me dejó paralizado unos segundos, pero luego me acerqué más.
— No. ¿Qué crees, que me vas a dejar así por qué sí?
Miré a hurtadillas hacia unas cuantas taquillas más allá.
Un tipo estaba reteniendo a una chica morena contra una de las
taquillas, mientras que ella intentaba empujarlo, pero obviamente, él
tenia más fuerza que ella.
— ¡Sueltame!—  volvió a suplicar ella con voz llorosa y fue cuando sin
darme cuenta me vi caminando hacia ellos con paso decisivo.
Antes de que pueda pararme a mí mismo ya estoy empujando al tipo lejos
de la chica y poniéndome delante suya a modo de protección.
— ¡Eh!—  grita él recuperando la compostura y mirándome furioso.
Le devuelvo la mirada.
— No la vuelvas a tocar.—  No puedo evitar utilizar el mismo tono de
amenaza que utiliza mi padre cuando está enfadado con Kenon o conmigo.
Él tío se me queda mirando fijamente durante varios segundos, hasta
que da un porrazo a una taquilla cercAnna y se aleja echando leches
por el pasillo.
Me giro hacia la chica quien está paralizada mirándome con los ojos abiertos.
— ¿Éstas bien?—  pregunté aguantando la ira que empezaba a nacer en mi interior.
— Yo...—  balbuceó ella.
Tenía unos grandes y profundos ojos color café, nunca me había llamado la atención los ojos oscuros, pero los suyos podían ser una excepción.
Tenía unas pestañas tan largas que seguramente no necesitaría rímel ni ninguna de esas tonterías que usan las tías para estar más guapas. O
eso creen ellas, yo soy fiel defensor de la belleza natural.
Siempre creí que las chicas emperifolladas intentaban ocultar algo, y, a mí, me gusta ver todo, no me gusta que me oculten nada.
—  Sí... Gracias.
Recogió su bolso del suelo y se alejó en dirección contraria.
Era más bajita de lo que me imaginaba, hasta parecía una muñeca. Niego
con la cabeza, vuelvo a mirar los planes del instituto y me dirijo a
biología.
La encontré con más facilidad de la que me imaginaba. Al parecer el
instituto tenia forma de donuts y acabaría encontrándolo de una forma
u otra.
★★★
— ... Sí, tío, la señora Jim es una mojigata, siempre va con esas
faldas largas, pero créeme he fantaseado con esas piernas más de una
vez..—  dice Phil.
Phil resultó ser un tipo enrollado, pero tenía esa gran obsesión por
la señora Jim, una mujer asiática y delgada que iba tapada de las
pantorrillas de los pies hasta el cuello.
A mi no me resultaba nada sexy, pero cada uno con lo suyo. ¿No?
Entramos en la cafetería. Un noventa por ciento de la cafetería era de
cristal, ya fueran las paredes como el techo, era una gran forma de
ahorrar energía, habría que admitirlo. Además las vistas hacia la
playa eran increíbles.
Seguí a Phil a la cola del almuerzo, miraba a todas partes en busca de
la chica de antes, pero no había ni rastro de ella.
Cogí una gran porción de patatas y hamburguesa y acompañé a Phil con su grupo.
Unos listillos, por no llamarlos empollones que parecían majetes.
Estaba a mitad de mi hamburguesa cuando la vi entrar en la cafetería.
Iba vestida con ropa de ballet, con sus bailarinas y todo.
¿Os he comentado que este instituto da de todo? Ya sea hockey,
esgrima, ballet, arte, ciencias, cinematografía... de todo.
Le doy un codazo a Phil quien sigue mi mirada y contesta a mi pregunta
incluso antes de que la pronuncie.
— Tricia Reece, hija del directo, ex del matón y... olvídalo.
La sigo con la mirada, se sienta alejada de todo el mundo en una mesa apartada.
— ¿Antisocial?
— No lo creo, simplemente odia la gente hipócrita, y como verás, por
aquí hay muchos.
Dejo de mirar a Tricia y miro al grupo de chicas cercAnna quienes no
dejan de cuchichear y mirarme con una sonrisa en los labios, les
devuelvo una sonrisa pícara lo que hace que más de una se sonroje y se
pongan a reír como tontas.
La hora del almuerzo se me hizo increíblemente corta cuando un grupo
de porristas se unieron a nosotros, los chicos estaban encantados, y
yo no me podía quejar, ya había echado el ojo a la capitAnna de las
animadoras.
Según tengo entendido se llama Kate, y su copa C me tiene hipnotizado.
No me llaméis guarro, no es mi culpa que la tía vaya por ahí queriendo
enseñar sus melones...

Polos Opuestos © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora