Parte 10

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— Ay mi beniboo - suspiro Audrey —. ¿Quien diría que repetiría el cuento de sus padres? Sin embargo, mi amor es lo único que lo devolverá a la normalidad y no le haré ese favor hasta que vea a Mal pudrirse en la isla, el lugar del que nunca debió salir.

Facilier jugaba consigo con sus cartas escuchando cada palabra que Audrey le decía, lo hizo recordar a sus primeros delitos cuando un pequeño deseo se vuelve una peligrosa necesidad.

— ¿Has pensado en tu primer acto de tortura para esa niña mimada? Digo, si tanto deseas que sufra seguro le tienes algo preparado ¿no?

— Sólo pienso en hacerla pagar aunque en realidad no tengo algo específico para ella. Ya se me ocurrirá algo - Audrey miró el centro del Ojo del Dragón, era hipnotizante, que incluso la hizo creer que decía su nombre.

(...)

— Como en los viejos tiempos - dijo Jay siento transportado hacía Mal para ser su compañero en su primera prueba.

— Siendote sincera extrañaba un poco esto.

— Un último atraco muy jugoso ¿no? Escuche que el caparazón de Tamatoa está lleno de todo tipo de joyas y artículos valiosos.

— Que linda escena, pero deben saber que Tamatoa es un adversario peligroso, además de que su guarida está junto a la Isla de los Malditos, justo donde la niebla es más espesa. Les deseo suerte.

El dúo de amigos estaban preparados, eran el par de ladrones más ágiles de toda la Isla de los Perdidos, no había robo imposible para ellos, y hay que agregar que ya habían hecho un viaje previo a la Isla de los Malditos así que era pan comido.

(...)

¿Qué tan difícil era robar una lancha de Auradon e ir a la Isla de los Malditos? No mucho la verdad, sobre todo cuando todos los guardias están dormidos o hechos piedra y no tienes tarea para entregar el día siguiente.

— Que sencillo fue esta vez ¿eh? - dijo Jay manejando.

— Si, fue muy sencillo, así que guarda tu fuerza para Tamatoa. No ha de faltar mucho.

— De hecho ya llegamos a la niebla - murmuró. Siempre había un silencio abrumador —. Ug, olvide que la caja de Carlos es lo que nos trajo la primera vez...

— Tranquilo Jay, tenemos tecnología- señaló su teléfono celular y que éste indicaba que ya no tenían señal, por lo tanto no había GPS. Mal dejo caer su celular al piso de la lancha —. Tranquilo, solo entra despacio en la niebla, encontramos el broche de mi padre, salimos de la niebla y cuando volvamos a tener señal no habrá ningún problema.

— Eso me tiene nervioso - Jay hizo caso al plan de Mal. Ambos estaban dentro de la niebla junto y poco a poco la niebla se hizo tan espesa que era imposible verse entre ellos —. ¿Mal?

— ¿Si?

— Sólo quería asegurarme de que estuvieras bien, no veo nada.

— Yo tampoco ¡wow! - chocaron contra algo —. Jay, sosten mi mano - tentando el aire se encontraron y con cuidado se bajaron de la lancha —. Deja tu teléfono con todo el volumen, pon la canción más escandalosa que tengas y pon una alarma para dentro de treinta minutos.

— ¿Una alarma?

— No hay señal para llamarte, si no lo hacemos nos podríamos perder el na niebla.

Descendientes 3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora