Parte 12

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— Entonces... Tu papá es Hades ¿eh? Nunca lo habría imaginado - Uma saltó una pequeña vertiente para llegar al otro lado y estar más cerca de la entrada al inframundo —. Sobretodo por los gritos de tu mamá cuando hablaba de él como un "miserable" no sé donde ve lo miserable en un dios

— Si, mi mamá estaba loca ¡Wah! - Mal al saltar cayó muy cerca de la orilla provocando que se desmoronara. Uma la tomo del brazo antes de caer y la jalo hacía ella para salvarla de la caída.

— ¿Sabes que morir por culpa de la gravedad es la cosa más cliché que puedes hacer?

— Ni una palabra - gruño Mal —. Y... Gracias o lo que sea.

(...)

El monte Olimpo era relativamente cercano a la Montaña Prohibida, así que esperaban que fuera sencillo salir del inframundo con... Un perro de diez metros con un terrible mal humor... Si, súper sencillo.

— ¿Tienes un plan o me lo dejas a mí?

— ¿Dejartelo a ti? Nah, por mucho que me duela esto debemos trabajar juntas, así que por ahora no existe "mi plan" idearemos algo juntas ¿bien?

— ¿Cómo pretendes convencerme de idear un plan contigo en que ambas salgamos beneficiadas?

— El beneficio es salir vivas del inframundo, el inframundo está lleno de peligros... Por eso no debemos confiarnos, Hércules sólo sobrevivió por ser un dios. Nosotras no tenemos esa ventaja.

— Eres hija de Hades, ¿eso no te hace un dios también?

— Si, pero hasta que me lo gane. Y lo que necesito para ganarme eso es sacar a Cerbero del inframundo. ¿Vamos, compañera?

— Supongo que tampoco tengo opción. Yo propongo que debimos traer carnada.

— ¿No lo ves? Ambas lo somos - dijo Mal —. Cerbero no distingue entre un filete y dos chicas después de pasar veinte años hambriento.

— Eso suena muy mal.

— Tranquila, estuvimos todo el día con Hades, su olor tranquilizará a Cerbero, además solo necesitamos que salga del inframundo, una vez afuera puede oler a Hades y él solo irá con él.

— ¿Significa que sólo dejaremos que nos persiga?

— Más o menos - llegaron a la entrada del inframundo, donde Cerbero, el gran perro de tres cabezas custodiaba a las almas que llegaban ahí —. Vamos, Uma.

— Pues ya qué...

(...)

— No veo a Cerbero... - dijo Mal en un susurro.

— Yo tampoco - murmuró Uma asomando su cabeza por encima de una Roca y de inmediato sintió una exhalación en su rostro. Cerbero está frente a ella y definitivamente media más de diez metros —. ¡Aquí está! ¡Aquí está¡ ¡Corre!

El gran perro lanzó una mordida que ambas pudieron evitar corriendo en direcciones distintas, el gran perro saltó sobre Uma, pero Mal le lanzó su bota para evitar una tragedia.

— ¡Uma, ve hacía el trono! - Mal había visualizado la cadena que Hades usaba para mantener a Cerbero en su posición cuando lo castigaba — ¡Toma la cadena y ambas lo atamos!

Ahora Cerbero estaba concentrado en Mal, su cabeza principal la acorraló en una esquina, mientras las cabezas restantes ladraban con tanta fuerza que las paredes se movían y grandes pesados del techo caían. Uma tomo la correa y vio que Mal seguía acorralada, aquella esquina era lo suficientemente pequeña para que la cabeza de Cerbero no pudiera alcanzarla, sin embargo Uma no sabía como ayudar a Mal para escapar de ahí y tampoco tenía la habilidad para atar a Cerbero ella sola. Necesitaba a Mal.

Había estalactitas justo encima de Cerbero, pero también sobre Mal... ¿Debía arriesgarse? Si, odiaba a Mal, pero por alguna razón ahora le caía ligeramente bien y bueno... Era la novia del rey, la única persona con el poder de liberar a la gente que merecía una oportunidad en Auradon, y considerando que Facilier y su marioneta destruirían todo... Bah, su mejor opción era ayudar a Mal quisiera o no.

Chifló para llamar la atención de Cerbero, ahora el gran perro le ladró con sus tres cabezas a Uma provocando la fractura de algunas estalactitas que cayeron sobre él haciendo gruñir de dolor y enfurecerlo aún más.

— ¡Uma! - Mal trepó una saliente de la cueva y le hizo una señal de que saltara sobre Cerbero. Sin muchas opciones Uma saltó sobre Cerbero y Mal hizo lo mismo, entre las dos lograron atar la correa en el cuello del gran perro, sin embargo, eso aún no les garantizaba la victoria en la prueba —. Deja que me siga - le dijo a Uma.

— ¿Qué?

— Si, deja que me persiga, lo llevaré hasta Hades.

Esto era confuso para Uma, más de una vez fantaseo con la idea de ver atemorizada a Mal por... Cualquier cosa en realidad, pero hasta ahora se habían llevado bien gracias a la tregua.

— No dejes que te mate - contestó Uma. Mal saltó hacía el suelo —. ¡Hey! ¡Mira, comida fresca! Cerbero no parecía hacerle caso. De hecho estaba enfocando sus tres cabezas en atrapar a Uma que seguía sobre su lomo —. No me ignores firulais - Mal le lanzó una roca que impactó en el hocico de la cabeza del medio. Soltó un gruñido y ahora sí dirigió su ira hacía la descendiente de Hades y Maléfica.

— Si, si, eso ¡sígueme! - Mal comenzó a correr y cada paso le dolía un montón por haber lanzado una de sus botas en un momento desesperado, pero bueno, la Montaña Prohibida estaba cerca y pronto Hades se encargaría de su perro.

(...)

Eso si fue un espectáculo - Hades aplaudió lentamente, aunque mantenía una pequeña sonrisa que rápidamente fue reemplazada por una expresión más vacía —. Felicidades... - se acercó a Cerbero después de que Uma se bajara de él —. Lo lograste - acaricio a su perro —. ¿Extrañaste a papi? ¡claro que lo hiciste! ¡buen chico, buen chico! Ve a jugar por allá - lanzó una pelota que de inmediato transformó al gran perro en apenas un cachorro de tamaño normal. El coliseo volvió a ser solo una cueva con un sofá e instrumentos musicales desordenados.

— La brasa - exigió Mal

— Si, si, como sea - Hades se fue a sentar a su sillón poniéndose sus lentes oscuros. Lanzó la brasa a Mal y ella la atrapó —. Ya, fuera de mi casa.

Los descendientes hicieron caso, no querían seguir molestando al rey del inframundo. Mal también iba a irse, pero en vez se acercó a Hades.

— Papá...

— Largate ahora. Te quiero lejos de mí ¿no? ¿No es esto lo que quiero? - Mal estaba justo detrás de él en el sillón. Él no volteaba a verla y ella tampoco se pondría en frente para un momento emotivo —. ¿Qué es lo que quieres ahora que aún sigues...? - Mal lo abrazó por la espalda. Eso tomo por sorpresa al  dios. Hades sostuvo el brazo de su hija en un intento por corresponder aquel acto.

— Lamento no haber pasado tiempo contigo - le dijo. Al no recibir ninguna respuesta lo soltó y se fue detrás de sus amigos.

Ahora Hades, en la soledad de su cueva tomo su guitarra y tocó algunas notas sin tratar de seguir ritmo alguno. Hasta que sólo paró y dejó caer la guitarra en el suelo.

— Es mi hija... - llamó a Cerbero para acariciarlo un rato —. Es mi hija - repitió Hades.

Descendientes 3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora