Epílogo

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El amor es un sentimiento poderoso pero también misterioso. Nos impulsa, nos motiva y cambia nuestra vida. Es inevitable rendirse ante sus efectos.
— Gema Sánchez Cuevas

El miedo me acompañaba mientras me adentraba al elevador junto a las chicas que supuse venían también para el puesto de trabajo, aunque en el cartel decía que se necesitaba tres personas capacitadas para este puesto supuse que por eso habían más personas apenas las puertas se volvieron abrir dejando a la vista a unas cuarenta personas más, entre ellas varios jóvenes.

Me senté a esperar que me llamarán, esperaba obtener el empleo aunque no había muchas posibilidades de obtener pues no tenía un título. Al viajar a Londres había dejado todo incluyendo su casa, su madre la había vendido para mudarse a un apartamento pequeño y sinceramente no sabía de eso hasta que pisó Estados Unidos nuevamente, así que se estaba quedando en su madre hasta que consiguiera el dinero suficiente para alquilar un apartamento.

Salgo de mis pensamientos al escuchar mi nombre, me levanté fingiendo seguridad porque en realidad estoy que me desmayo. Al entrar a la oficina que supuse era usada para las juntas, allí dentro había solo tres personas, un hombre mayor que parecía tener mi edad, una mujer joven y un niño. El adulto se me quedó viendo sorprendido, su rostro se me hacía conocido pero no lograba encontrar el momento exacto, supongo que de mi adolescencia ya que no recordaba demasiado de ese entonces.

— Necesito su curriculum — me pidió la mujer al tiempo que estiraba su mano a mi dirección, se lo entregó.

— Aquí dice que fue a la universidad de Bellas Artes de Londres — simplemente asentí. — también que se especializó en diseño editorial, ¿por qué no busco un trabajo que se amolde a su carrera?

— Necesito el empleo, como usted leyó me fui a Londres apenas terminé la secundaria y deje todo aquí. Mi madre creyó que no volvería así que vendió la casa y se compró un apartamento pequeño para ella sola, así que como podrá comprender no tengo el tiempo suficiente de buscar un empleo acorde a mi título. — expliqué de manera honesta, aunque dudo que eso me sirviera de algo.

— Entiendo — la mujer ahora miro al hombre un tanto molesta, este en ningún momento había apartado sus ojos de mi —. Señor... ¿necesita saber algo más?

Cuando choqué mi mirada con él fue que todos los recuerdos de mi adolescencia, en todas estaba Math, el hombre que estaba enfrente de mí se parecía muchísimo a él.

— Hanna...

— Math...

El silencio reinó en aquel lugar después, no pensé que fuera a encontrarlo apenas regresará. En realidad me enfoque tanto en mi carrera que por un momento olvidé todo lo que me ataba a Estados Unidos, ahora miré al adolescente que también nos miraba confundido, era Hunter, mi niño.

— Hunhun, has crecido mucho — le hable con una sonrisa y sus ojos se agrandan.

— ¿Papá, quién es ella? — cuestionó acercándose a Math sin apartar la mirada de mi.

— Sara, déjanos solos por favor — pidió a la mujer y está sin miramientos salió de la habitación.

El silencio hizo acto de presencia en cuanto la puerta fue cerrada, no había palabras que pudiera soltar sin sentir que estaba incomodando. Habían pasado años desde que interactúe con Math y su hijo que no sabía qué decir para eliminar aquel silencio.

Hunter seguía mirándome, supongo que le pareció raro que una mujer que él no conocía lo llamará por un apodo cariñoso. Necesitaba decirle tantas cosas pero probablemente me vea como una loca, tan solo era un bebé cuando decidí irme a otro continente lejos de él, de Math y de mi propia familia.

¡Hola Kiwi! (#1 Kiwi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora