Capítulo 3

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Empezó a sonar Swing de Danny Ocean por toda la habitación, sí, Miriam es de esas que prefiere despertarse con música un poco movidita que con el clásico pitidito horroroso predeterminado por el propio móvil. Ella creía que así por lo menos se podía levantar de mejor humor, aunque claro, algunas veces funcionaba y otras no.

Y hoy, por mucho que durmió el día anterior, era uno de esos días que ya podría haber sonado toda una playlist de rock intenso, que ella se iba a quedar  remoloneando en la cama. Hasta que no sintió a su estómago manifestarse por un poco de atención, no se levantó de la cama.

– Buenos días Lola, ¿qué tal? – saludó a su pequeña amiga, la cual le siguió hasta la cocina, esperando también por algo de comer. Joder que llevaba ya una hora esperando a que se decidiera levantar para ella poder comer.

Mientras se hacía un café -aún sin ser muy de ellos, pero de alguna manera se tenía que espabilar- le echó de comer a la gata, que estaba ya preparada al lado de su cuenquito de comida.

Después de haberse tomado su ligero pero saludable desayuno, se fue a dar una ducha y a recoger la maleta con la ropa que se había llevado para los últimos conciertos la última vez que estuvo en casa. Que a ver, que por todo esto parece que Miriam en una chica desordenada, que deja todo tirado sin preocuparse por recogerlo, pero nada más lejos de la realidad. Ella es una maniática del orden, no puede ver nada tirado por el suelo o en cualquier lugar donde no sea su sitio habitual, tiene que cumplir todos los horarios propuestos o si no se vuelve un poquito loca, pero de buena manera eh.

– ¡Hola Miri! – saludó una emocionada Aitana al otro lado del teléfono – ¿Qué tal el viaje de vuelta?.

– Buenos días peque. – sonrió la gallega ante la emoción de su amiga por su llamada – Bien, el viaje bien, pero muy cansada la verdad – le respondió – ayer fue llegar a casa, comer un poco y dormirme porque estaba que no podía con mi alma.

– Joe, te he dicho ya muchas veces que tienes que intentar descansar más. – le reprochó, pero desde el cariño y la preocupación – O si no, también te he dicho que yo te acompaño al médico cuando tú quieras.

– Y yo te he dicho que no es nada – se defendió – además que tu no tienes porqué preocuparte, porque esto en un par de días se me pasa.

– Claro, Miriam llevas más de...

– Aitana, de verdad, déjalo – le cortó porque sabía que como no lo hiciera no pararía de hablar sobre lo cerca que quedaba el hospital si íbamos en su nuevo coche, pensó rodando lo ojos.

– Bueno vale – dijo rindiéndose – por ahora.

– Gracias – resopló por haber conseguido que se callase por fin – bueno que al final con tanta charla me desvías de lo que te iba a decir – sonríe mientras se sentaba en el sofá – ¿te apetece quedar hoy para comer?

– ¿Hoy? – pregunta Aitana sorprendida – ¿ a comer? – vuelve a preguntar lo ya obvio.

– Eh si... había pensado en quedar hoy – le dice un poco pausada – para comer – termina – pero vamos que si tienes otras cosas que hacer quedamos otro día y ningún problema.

– No si no tengo nada que hacer – responde al otro lado del teléfono una alegre Aitana.

– Entonces para que tanta preguntita neno, que me estabas poniendo nerviosa – suelta riéndose de su amiga.

Se quedaron hablando un rato más sobre algunas cosas sin importancia, hasta que al final Miriam cortó con la excusa de que tenía que empezar a prepararse. Que en realidad no era ninguna excusa, tenía que empezar a arreglarse ya o no estaría a tiempo -aunque sabemos que eso es más bien mentira- para cuando pasase Aitana por su casa. Porque puede parecer que no, pero la gallega se tiraba su buen rato en vestirse, maquillarse y peinarse, sobre todo esto último, por qué su pelo era su gran "tesoro", era su talón de aquiles.

ELLA | Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora