Mañana fría.

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Estabas en mis sueños esta noche.

Esas son las primeras palabras que pronuncia esta mañana después de despertar,  después de que se da cuenta que no logrará quedarse dormida nuevamente. Y aun así no se había dado cuenta de que Alastor ya está despierto y en su mayoría vestido, con pantalones y camisa y sin calzado, Vaggie se pregunta cómo se las arregla. Siempre hace frío en sus habitaciones y hay días en que ella piensa en cuántas capas de ropa podría lucir sin parecer una idiota.

Ahora, Alastor le regala con una mirada por el rabillo del ojo y un rizo del labio superior antes de volver a garabatear, no, dibujar algo en un libro extraño. Es una de las muchas cosas que ha aprendido a soportar cuando se trata del demonio radio. 

—Me siento halagado, que dulce de tu parte, querida.

—Lo digo en serio, literalmente podía sentirte en mi cabeza.

 Vaggie suspira en silencio y rueda sobre su espalda, rápidamente lamenta haberse movido. Su cuerpo todavía está adolorido por la noche anterior, y las despiadadas luces de la iluminación del techo se clavan en sus ojos como acero brillante y caliente. Se mueve un poco, colocando un brazo sobre sus ojos para bloquear la luz ofensiva. 

—No aprecio cuando estás dentro de mí.

No, maldita sea...

 Elección incorrecta de palabras.

No puede verlo, pero sabe que Alastor le está sonriendo, con los labios divididos en una de esas amplias y estúpidas sonrisas que hacen que ella quiera besarlo y golpearlo al mismo tiempo. Al sonido de Alastor riéndose, ella gime. 

Es muy temprano para esto. 

—En mis sueños  aclara, exasperada.

—Si no quieres que vea, deja de ofrecerte.

—Oh sí, claro. Gracias por compartir tu sabiduría, señor demonio radio. ¿Qué haría sin sus consejos útiles? ... ¿qué haces allí, de todos modos?.

No hay respuesta, lo que no lo sorprende demasiado, pero una respuesta corta y fácil, o cualquier respuesta, a veces sería bueno para un cambio en lugar de murmullos críticos o el tratamiento silencioso. Pero entonces, realmente, "corto" y "fácil" son palabras que en el vocabulario de ese demonio se carece decididamente.

Ella pone los ojos en blanco y escucha el sonido continuo de un bolígrafo rascando sobre el papel por unos momentos más antes de ceder ante su curiosidad. Un sonido pequeño y disgustado escapa de sus labios cuando los pies descalzos se topan con el suelo, y envuelve la delgada manta alrededor de sus pechos para crear una ilusión de modestia.

Definitivamente es demasiado pronto para esto, piensa, y lo piensa una vez más cuando ve lo que Alastor está haciendo. 

—¿Me estás dibujando? —pregunta, en parte desconcertada, en parte divertida.

—De hecho, acabo de terminar de dibujarte.

—Babeando sobre mi almohada...

—A veces haces eso.

—Encantador dice, inexpresiva, y en cierto modo lo es. 

No el babeo, por supuesto que no, sino la parte en la que Alastor se levanta temprano para verla dormir. Eso es un pensamiento que le debe asustar, pero a Vaggie le resulta encantador. Se siente como una de estas pequeñas acciones que hacen que los pocos momentos solitarios que tienen sean más reales, más significativos. Es tan diferente, pero tiene que admitir que, a veces, incluso se encuentra encantador.

Vuelve a mirar el dibujo, esta vez un poco más cerca, y se pregunta si realmente es así, con la expresión aparentemente pacífica en su rostro,  que solo ha sido traicionada por el ceño fruncido que indica noches turbulentas, o cómo Alastor la ve, cómo quiere verla. En el dibujo presenta una marca de mordida prominente en el cuello, una justo arriba de donde el cuello de su gargantilla lo escondería, y la verdadera polilla levanta una mano para llevarla a su cuello. A pesar de que no siente ningún tipo de dolor o irritación en su piel, la forma en que Alastor sonríe indica que existe la marca. Ella le lanza una mirada molesta.

—Creo que me dibujaste la nariz demasiado grande.

El demonio fija sus ojos en ella, o tal vez le ha observado todo el tiempo, con las cejas levantadas. Después de unos segundos, sacude la cabeza ligeramente, solo una vez. Vaggie le frunce el ceño. Alastor se ríe por lo bajo.

—No sabía que poseías ningún tipo de tendencias artísticas —dice, solo para ser irritante.

Alastor espera con una respuesta. Cruza sus largas, largas piernas, lentamente, asegurándose de que Vaggie mira y, para su vergüenza, lo hace. Se encoge de hombros. —No sabía que escribías mala poesía cuando estabas viva.

Vaggie lo fulmina con la mirada, siente que le arden las puntas de las orejas, Alastor sonríe mucho, así que también lo ha notado y cruza los brazos frente a su pecho a la defensiva. —Bien. Se aclara la garganta. —Y ahora estoy en el infierno trabajando como secretaria para la princesa y dueña del hotel feliz y soy la encargada de preparar sus discursos especiales . Mira a dónde me llevó eso.

—Dice mucho sobre tus discursos, para ser honesto—

Antes de que Vaggie pueda gruñir ante eso, agrega: —Espero que hagas el siguiente. Me pregunto si alguien notaría que tu los escribes. Excepto por Angel, tal vez.

—Cuánto quiero golpearte en la cara todo el día.

—¿No requeriría eso que puedas llegar hasta mi rostro, al menos?.

Alastor arrastra los ojos, sus ojos cálidos y oscuros, y sin malicia, solo cariño. Es una vista rara, una que Vaggie atesora en su mente y alma.

Es lo que hace sonreír a Vaggie por primera vez esta mañana. 

—Bien, estás de buen humor, ya veo. Que lindo para ti. Sin embargo, yo no lo estoy. Me estoy  congelando y me voy a duchar. ¿Quieres unirte a mí?

El pelirrojo finge pensar un momento. —En realidad pensé en dejar accidentalmente el dibujo en la cantina de husk mientras estas distraída. Para que todo aprecien mi arte.

.Vaggie le observa de nuevo molesta. Alastor se ríe. 

 —Esta bien. Acerca de la ducha  dice Alastor y lánguidamente se pone de pie, descansando suavemente una mano grande sobre el hombro de Vaggie, y no es casi divertido, piensa la polilla, ¿cómo estas manos que han sido manchadas con sangre mil veces todavía pueden ser así de gentil de vez en cuando?.

— Incluso me acomodaré contigo en la tina, esta vez te dejare sentarte entre mis piernas.

—Siempre es un placer ver lo generoso que puedes ser —Vaggie bromea y lidera el camino hacia el baño.

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