I. Primer Encuentro

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Lo último que podía recordar era aquel inmenso cielo nocturno y la enorme luna de otoño que brillaba en medio de este con todo su esplendor iluminando ese camino de destrucción, a lo lejos el mar mostraba una calma tan profunda que lo hizo olvidar todo el dolor que su cuerpo sentía, como si nada en ese momento fuera de importancia más que él intentando tocar el firmamento con sus manos, después el sonido de los autos acercarse lo regreso a su realidad.

Tenía siete años cuando lo conoció, decir que no tenía miedo sería mentira, estaba paralizado cuando los hombres de negro lo apuntaron con sus armas pero ese temor se esfumó cuando una enorme curiosidad se asentó en su interior al encontrarse con la mirada penetrante de ese adolescente de cabellos castaños cubierto de cuerpo completo por vendas

El frío que recorria cada poro de su cuerpo desapareció cuando le colocó el saco negro sobre sus hombros para cubrir su desnudez, no podía apartar sus orbes celestes de ese único ojo que lo veía atento, analizando que hacia un menor de edad donde acababa de ocurrir una masacre y cuando extendió una mano para ayudarlo a ponerse de pie no la rechazó, su corazón le decía que era a su lado el lugar donde pertenecía, que si lo seguía estaría a salvo.

Su nombre era Osamu Dazai, no era miembro de la Port Mafia pero esa noche acompañaba a su mentor, un médico enviado a buscar sobrevivientes del incidente ocurrido en aquella zona, cualquiera que pudiera darle información sobre la criatura que asesino a investigadores del Gobierno entre otros individuos que según los informes habían ido a robar la mayor arma oculta en Yokohama, el Arahabaki, pero no había nada que pudiera calmar la furia del jefe de esa organización criminal

Resignados volvieron a las instalaciones.

Solamente lo habían llevado para sanar sus heridas pero fue visto como una amenaza por el hombre de cabello cano, no tenía nombre, no tenía padres, no tenía antecedentes, nada que les dijera quien era el pelirrojo o que demostrara que no era un peligro y en lugar de recibir ayuda fue encerrado en una celda húmeda, fría y oscura como si se tratase de un animal, conservando únicamente el saco de aquel joven, lo único que lo hacía mantener la esperanza de que podría salir de ahí.

Fueron días, semanas incluso meses los que paso en ese lugar, a lo lejos se escuchaban los gritos de los hombres a quienes torturaban mientras suplicaban por piedad y acabarán con sus vidas, ¿a donde lo habían llevado? ¿acaso su destino era el mismo? ¿morir en una gran agonía? Estaba asustado, solo quería despertar de esa pesadilla.

-¿como te llamas niño? - la suave voz que provenía del inmenso pasillo llamó su atención, aún sin poder ver sabía a quien le pertenecia -¿quien eres?

No respondió, el aislamiento no le ayudaba al lenguaje, no había hablado con nadie desde que despertó esa noche dentro de ese cráter y el sonido no lograba salir de su garganta

- no importa... - el castaño dio un largo suspiro acercándose a tomar los barrotes para ver la pequeña figura abrazada en el rincón - es hora de salir de aquí

La cerradura hizo un eco dentro de la prisión cuando la llave giro, el rechinido de la reja lastimó los oídos del menor llevándolo a cubrirlos y una vez más lo tuvo delante suyo ofreciendo su mano para que se pusiera de pie

- Chuuya... - con un esfuerzo sobrehumano consiguió decir esa única palabra, no había más, no recordaba nada más que ese nombre que se repetía en sus sueños mientras era perseguido por una terrible oscuridad

- bien Chuuya, el jefe quiere verte-

Dicho eso ambos salieron sosteniendo su mano para que no fuese a caer, era época de cambios que pese a que tomaron tiempo en ocurrir nada los detuvo, el viejo líder murió y la Organización como el destino de Yokohama estaba en manos del mismo médico que lo encontró esa noche de luna llena, una nueva era iniciaba donde la Mafia Portuaria iba a renacer.

Change  [Bungou Stray Dogs \ Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora