Change [Bungou Stray Dogs \ Soukoku]

IV. Compañeros

El sonido de la máquina hacia eco dentro de esa pequeña habitación, su corazón latía lento tomando su tiempo entre cada intervalo reflejando el profundo estado de relajación del pelirrojo quien permanecía dormido sobre la camilla de hospital.

Ya habían pasado seis semanas desde que lo obligó a usar el máximo de su poder, sabía que un niño de 11 años no resistiría la verdadera fuerza del Arahabaki, menos cuando tan solo habían pasado cinco meses desde que descubrió que podía manipular la gravedad, el entrenamiento que le dio no había sido suficiente y no era capaz de aumenta la intensidad por temor a dañarlo, por eso se lo entregó a Kouyou aunque al final no logró evitar que saliera lastimado

El movimiento sobre la cama lo regreso a la realidad, la presión sobre sus dedos de la mano que sostenía y el tenue quejido que escapo de su boca trajo consigo una sensación de tranquilidad a su pecho, no habría sabido que hacer si perdía a ese niño que ponía su vida entera de cabeza

- tranquilo Chuuya, no te muevas - lo soltó lentamente para no alarmarlo y llamar a un médico que pudiera retirar el tubo que le ayudaba a respirar

Un hombrede cabellos blancos entró en cuanto escucho el llamado, con cuidado de no dañar su garganta removió el respirador haciendo señas para que el menor tomara el aire por su cuenta aunque de momentos tosia debido a la resequedad, revisó sus signos vitales y disminuyó la dosis de medicina que caía por el suero antes de marcharse tan rápido como llegó

- lo siento... - los sonidos apenas salían de su garganta irritada mostrando una expresión de preocupación

- ¿porque te disculpas? no has hecho nada malo -acerco su diestra a su sien removiendo los mechones naranjas que no le permitían apreciar el azul de sus ojos

- pero Mori ¿lo mate? - intento sentarse pero el dolor de sus heridas se lo impidió

- si Chuuya cumpliste con tu trabajo, lo hiciste muy bien -

No podía decirle la verdad de la última conversación que tuvo con el azabache, que su poder destructivo se salió de control y solo consiguió llamar la atención de otros sin embargo le otorgó una gran ventaja al dejarlo inmóvil

Por ese día lo dejó descansar, aun no terminaba de sanar permanecería un par de semanas más en el hospital pero se aseguraría de darle la mejor atención de los médicos que el dinero de la mafia podría pagar.

Debia ser paciente, estar lejos de aquel niño le provocaba una terrible ansiedad que no lograba comprender, recordaba la noche en que se vio cautivado por el brillo de sus orbes aquamarina que reflejaban el inmenso mar azul, dicen que los ojos son la ventana del alma entonces ¿como era posible que ese niño que sufrió tanto dentro de un laboratorio del gobierno poseía un alma tan pura? aun después de que el predecesor de Mori lo encerró y estuvo dispuesto a torturarlo para obtener información de los experimentos que hacían a los usuarios de habilidad, solo porque actuó rápido evitó que el mismo Mori lo tocará pero en su cabeza solo podía imaginar que le hubiera hecho si descubría el verdadero potencial que ocultaba sino ya lo habrían roto por completo, no sería más que un muerto en vida.

Chuuya se había convertido en más que su subordinado, era su protegido y estaba dispuesto a matar a cualquier que amenazara su integridad.

Entró a su oficina buscando entre los cajones el archivo que tenía plasmada el historial de vida del pelirrojo, abarcaba más allá de su estado de salud desde el día que lo encontraron, gracias a su viejo amigo pudo ahondar en su investigación y saber lo que le ocurrieron a sus padres

- Arahabaki ¿que eres en realidad? - un ente y Chuuya un contenedor, no, él era más pues fue el único que consiguió adaptarse a una energía capaz de destruir su cuerpo, si Oda no hubiese muerto ya lo habría descubierto

Cansado de todo se dejó caer en el asiento, no tenia los medios para continuar con la investigación y lo importante ahora era enfocarse en ayudarlo a controlarlo, lo convertiría en el arma más letal que poseía la mafia, Nakahara Chuuya se convertiría en su compañero.

Lo que no sabía era que su obsesión pronto lo llevaría a otro nivel.