VII. Descubierto

656 100 21
                                    

-¿estas seguro que te reconoció? - su voz era firme pese al temor de saber que su plan fracaso tras creer que podría engañar al hombre más peligroso de todo Japón

-si anee san, el dijo mi nombre- con dificultad el menor intentaba seguir los pasos de la mujer para volver a la habitación donde el castaño se suponía debía estar esperándola para una explicación, sabía que de tardar demasiado podría terminar siendo ejecutada -anee san ¿que va a pasar?

La pelirroja se detuvo en seco dando un largo suspiro buscando normalizar los latidos de su corazón y dando media vuelta se inclinó a su pequeño aprendiz

-nada, todo va a estar bien Chuuya, esto se solucionará -

Se reincorporó observando unos segundos la puerta corrediza de madera y papel, con un suspiro se armó de valor e ingreso arrodillandose ante el líder pero nada ocurrió, ni una palabra, ni un reclamo, grande fue la sorpresa al levantar la mirada y encontrarlo en la cama profundamente dormido, esta vez el alcohol los había salvado

En silencio solo se retiraron.

No volvieron a mencionar entre ellos lo ocurrido esa noche, sin embargo Dazai pregunto al amanecer sobre la dama que le había hecho compañia pues ni siquiera podía recordar su rostro obteniendo únicamente como repuesta que tuvo que marcharse sin explicación alguna, no estuvo totalmente convencido pero lo dejó pasar.

Después todo volvió a la normalidad, Nakahara continuo con sus entrenamientos, sus estudios, la pesada agenda que Dazai le imponía para volverlo alguien digno de trabajar como su mano derecha, así ers su vida desde los 11 años, desde aquel incidente con Mori

Con el dorso de su diestra limpio el sudor que bajaba por su frente, observo a su alrededor el gimnasio vacío y luego sus ojos azulinos volvieron al saco de box que tenía delante suyo, en ocasiones su mente comenzaba a divagar en sus propias memorias, recordando todo lo que había ocurrido para llegar a donde se encontraba ahora, desde la noche en que lo encontraron hasta que se convirtió en un miembro oficial de la mafia, ¿que hibiera sido de él si alguien más lo encontraba?

Estaba tan inmerso en sus pensamientos que no escucho los pasos acercarse, no se percató de la extraña presencia hasta que estuvo a pocos metros de él siendo su puño detenido por la firme mano del castaño

-buena forma de reaccionar pero falta fuerza en tus golpes y si tuviese un arma de fuego no habrías podido evitarla, estarías muerto Chuuya ¿que acaso Kouyou no te enseño eso? -su mirada permanecía fija en los orbes celestes del niño, iba a reprenderlo por no mantenerse atento a su entorno pero había algo que lo limitaba, algo en su interior que le decía a gritos que esos ojos los había visto antes

Esa noche...

-lo siento, no me siento bien hoy... - bajo la mirada dándose cuenta ahí que aún su mano se encontraba atrapada por la del mayor, quizo soltarse para poder irse pero no parecía que lo fuese a dejar -¿ocurre algo?

-Chuuya, mi pequeño Chuuya , ¿donde estuviste hace dos semanas? la noche que tuve mi reunión con ejecutivos- sus orbes cambiaron de avellana a carmesí, los ojos con los que lograba infundir temor a sus enemigos y victimas la usaba con su niño, al que prometió jamás dañar -dime Chuuya ¿donde estuviste mientras tus hermanas trabajaban?

El pelirrojo tembló, no quería mostrar su miedo y con eso ser descubierto pero quizás ya era demasiado tarde

-yo estaba... en el cuarto de anee san... -mintió descaradamente y el agarre en su muñeca se hizo más fuerte, él ya lo sabía

-no es verdad, mirame a los ojos cuando me hables Chuuya -le exigió atrayendolo a su cuerpo sosteniendo con su mano libre su barbilla, su mente alguna vez nublada por el efecto del alcohol comenzaba a mostrarle algunas cosas de esa noche incluyendo la sonrisa de la chica, sus ojos zafiro y su cabello ondulado naranja rojizo, características que reconocería en cualquier lado -¿acaso también te prostituiste? ¿con cuantos Chuuya? quiero nombres para matarlos

Sin esperar explicación su mente dejó que creara las peores escenas en las que pudiera estar involucrado el menor, no podía dejar de imaginarlo en una habitación permitiendo que otros tomaran lo que debía ser suyo, marcaran su cuerpo, que lo vieran en su estado más vulnerable

-yo no... yo no lo hice... - pequeñas gotas saladas hicieron su aparecieron bajando por sus mejillas por más que intentaba contenerlas, ese no era su Dazai, esa faceta suya no la había visto nunca, ¿que le haría a él? ¿que le haría a Kouyou? ¿a las demás chicas que vivían con él?

-¡deja de mentir! - actuó por impulso cuando su mano término contra la mejilla del chico quien cayo al suelo tras perder el equilibrio -¡dije que...!

-¡CHUUYA!

No pudo terminar cuando la voz femenina hizo eco en el lugar

-Dazai san es mi culpa, yo le pedí su ayuda, por favor Chuuya es inocente-de rodillas cubriendo con su cuerpo al menor buscaba la compasión en su líder, podía ser ejecutada pero mejor ella a un adolescente que tenía toda una vida por delante

-ambos en mi Oficina en 30 minutos- fue todo lo que dijo antes de salir de ahí

Más que enojado con ellos se sentía furioso consigo mismo por no darse cuenta a tiempo del error de haberlo entregado a esa mujer, pero también se estaba atrepintiendo por lo que acababa de hacer, su reacción no era la correcta, nunca le había puesto la mano encima, no lo había hecho llorar y ahora por eso podía llegar a perderlo

-que idiota soy...

Change  [Bungou Stray Dogs \ Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora